Cuando faltan cuatro meses y medio, el programa cultural de los Juegos Mediterráneos aún sigue siendo uno de los secretos mejor guardados. Y, aunque lo que se conoce de su contenido es escaso, éste se ha convertido en el enésimo campo de batalla al que tiene que enfrontarse la organización de este evento. Y es que los encargados de dotarlo de contenido no han sido los técnicos del Àrea de Cultura del Ayuntamiento sino la Fundació Jocs Mediterranis 2018, que ha encontrado en el Ministerio de Cultura a uno de sus principales aliados.
Si bien en un primer momento se intentó que la mediterraneidad fuese el eje estratégico, finalmente éste se ha desplazado. Las dificultades presupuestarias han obligado a rebajar las expectativas, y el programa se nutrirá principalmente de espectáculos que se habrán estrenado en otros puntos del Estado. Habrá representaciones incluidas dentro del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, que no podrán hacerse en el Camp de Mart, sino en el Teatre Tarragona.
Otra de las opciones que estaban encima de la mesa es una exposición sobre El Quijote, pendiente de confirmar. La contribución de la Diputació de Tarragona sería una exposición con obras del artista barcelonés Joan Miró, que pasó largas temporadas de su vida en Mont-roig del Camp.
Los creadores y entidades del territorio no tendrán un peso protagonista en este evento de proyección internacional. Un cúmulo de circunstancias que son las que finalmente habrían hecho que la concejal de Cultura del Ayuntamiento de Tarragona, Begoña Floria (PSC), se desmarque definitivamente de la programación cultural de los Juegos y que esta responsabilidad la asuma directamente el primer teniente de alcalde, José Luis Martín (PP). En cualquier caso, resulta insólito que la teniente de alcalde de Cultura esté apartada de la organización del que debía ser el evento cultural del año en la ciudad.
El primer proyecto preveía una inversión de dos millones de eurosLa versión oficial es el «exceso» de carga laboral de la edil socialista. «La organización interna del equipo no tiene nada que ver con el resultado final de un proyecto que es de todos», aseguraba el pasado lunes Floria, quien añadía que «los técnicos de Cultura han trabajado, trabajan y trabajarán en el proyecto». Aunque, según ha podido saber este rotativo, hace tiempo que no están implicados de forma directa. Y las entidades culturales tampoco parecen entusiasmadas.
El programa cultural de los Juegos Mediterráneos se ha ido diluyendo a medida que la organización del evento se fue complicando. Cuando se lanzaron las primeras ideas sobre los Juegos, el apartado cultural debía ser una pata estratégicas. Incluso se hizo un proyecto, a nivel municipal, con una ambiciosa programación que destacaba el carácter Mediterráneo de la ciudad y su legado romano. Se preveía una inversión de unos dos millones de euros, en lo que debía ser una especie de Tarraco Viva con actividades durante todo un año, con grupos venidos de los países participantes.
Se buscó la participación de la Generalitat para traer obras de BarcelonaEl presupuesto de Cultura del Ayuntamiento ha sufrido los ajustes presupuestarios. Y la Fundació, como institución organizadora que reúne a las diferentes subsedes, es la que también debe encargarse de asumir esta parte.
Madrid aporta los recursos
Desde el Consistorio se colaboró de forma externa, intentando involucrar a la Generalitat. El objetivo era que Cultura participase, trayendo algunas de las obras programadas en el Teatre Nacional. Fue en el periodo en el que Josep Maria Prats estaba en la concejalía. Llegaron a concretar la idea de impulsar una programación de música mediterránea en la calle, con conciertos en las diferentes sedes y la voluntad de divulgar la cultura catalana con acento tarraconense. Mientras tanto, desde la Fundació, este aspecto se fue dejando atrás debido al resto de frentes abiertos.
La ayuda está llegando desde Madrid, por lo que se ha buscado la participación del hombre fuerte del Partido Popular en el AyuntamientoCuando se rompió el pacto de gobierno, y con la vuelta de Begoña Floria al Àrea de Cultura, ambas instituciones empezaron a colaborar de nuevo. No se había concretado nada, ni había conseller de Cultura y, finalmente, los recursos y la colaboración están llegando desde el Ministerio de Cultura. El Ayuntamiento habría dejado esta responsabilidad en manos del máximo representante del Partido Popular en la Plaça de la Font.