Los adolescentes se estrenan en las borracheras durante el verano
La abundancia de tiempo libre, la baja percepción de riesgo y unas fiestas populares donde el alcohol es protagonista suelen marcar el inicio del consumo para muchos chicos

Las fiestas suelen ser momento de iniciación. Imagen de la playa del día después de Sant Joan.
Pudo haber sido el cava en una boda, un poco de vino en un evento familiar o aquel licor que un compañero llevó camuflado a una excursión del ‘insti’ en un bote de champú, pero lo cierto es que el 77% de los adolescentes tarraconenses ha probado el alcohol al menos una vez en su vida. Así se desprende de la encuesta Youth in Europe, realizada el año pasado entre 2.068 chicos de entre 15 y 16 años de toda la ciudad. El dato no es de extrañar, porque según la última encuesta estatal sobre el uso de drogas en secundaria (Estudes), la edad en que se inicia el consumo de alcohol en Catalunya es de 13,7 años.
Eso sí, no hay que confundir ese primer contacto con el consumo habitual, explica Patricia Ros, directora del Servei de Prevenció en l’àmbit de les drogues i la sexualitat del Ayuntamiento de Tarragona, y mucho menos con el consumo de riesgo. En este sentido, la encuesta tarraconense arroja, y esto sí es más significativo, que el 18,7% de las chicas y 17,6% de los chicos se ha emborrachado en el último mes.
Y aunque la encuesta no lo pregunta exactamente, lo que sí saben los técnicos por su experiencia directa es que esos primeros consumos de riesgo suelen tener su ‘estreno’ en verano.
Entre las causas de este ‘bautizo’ alcohólico están las vacaciones mismas: no hay clases, abunda el tiempo libre y se difuminan las rutinas... Y hay pocas actividades a las que aferrarse. La encuesta de Tarragona demuestra que durante el curso el 50% de los chicos no realiza actividades deportivas, organizadas o no, y el 51% no acude a ninguna actividad extracurricular, una situación que, es fácil intuir, durante el verano se agrava.
A esto hay que sumar otros factores ambientales, como el hecho de que las normas familiares se relajan y, sobre todo, que abundan las fiestas populares siempre vinculadas al consumo de alcohol. A esta mezcla se le suele añadir la falta de percepción de peligro, no sólo de los adolescentes, sino de la sociedad en general. El resultado son esos ritos de iniciación en el alcohol que, reconocen los técnicos, en el caso de Tarragona tienen días señalados como el de la empalmada en las fiestas de Santa Tecla. Esto les ha llevado, desde 2014, a aumentar las medidas de prevención ese día. Han extremado la vigilancia de accesos al Camp de Mart para que no se entre con alcohol y están a la vista los stands del Comando Nits Q y de la Creu Roja que hacen prevención.
Con la idea de conocer la situación real también están trabajando con el SEM, hospitales y demás centros de salud en un protocolo de recogida de datos para tener un registro de atenciones por alcohol y drogas.
Directos al atracón
Además del momento en que se comienza a beber, también preocupa el cómo. Y es que el atracón o ‘binge drinking’ es la tendencia de los últimos años. Explica Ros que los adolescentes salen a «darlo todo» y, además, cuentan con un bajo presupuesto, por lo que es fácil que prefieran invertirlo en bebida antes que en comida.
A esto hay que sumar que suelen optar por los licores destilados antes que por el vino o la cerveza: «Les gusta el vodka de colores, el ron con bebidas dulces, que es lo que les pide su paladar».
Pero no es lo mismo tomarse un combinado en un bar que en el botellón de turno, desde un vaso gigante o directamente de un garrafón, lo cual dificulta que lleven una cuenta de lo que han bebido. En esas circunstancias no hay manera de saber cuántas UBE (Unidad de Bebida Estandar) se han consumido.
En estas condiciones, sin comer, sin controlar lo que se bebe y con el añadido de que muchos chicos y chicas aún pesan poco, es fácil acabar en un coma etílico.
‘Estrategias’ para padres
Uno de los retos para ‘atajar’ estos consumos de riesgo es la actitud que puedan mantener los padres. Los técnicos explican que uno de los aspectos fundamentales es mantener un vínculo de confianza, que los chicos sepan que pueden llamar a casa cada vez que haga falta. Relatan que en algunos casos de emergencia algunos adolescentes no avisan a la familia porque sus padres ni siquiera sabían dónde se encontraban.
Aunque advierten de que cada familia es un mundo, dicen que una opción es ir negociando las salidas nocturnas. «Dar libertad y ver que se usa bien». Ros recomienda, por ejemplo, que la primera salida por la noche no sea en días de más descontrol como, precisamente, la empalmada.
Hay que avisar a los chicos, además, de lo que se van a encontrar. De que con el alcohol tienen más posibilidades de verse involucrados en peleas, accidentes de tránsito o teniendo relaciones sexuales sin protección o con personas que no desean.
En los casos más extremos, como cuando ellos o algún compañero se desmaya, hay que explicarles que no intenten lidiar con la situación ellos solos o tratar de que vomiten, sino llamar al 112.