El Consulado de Marruecos en Tarragona prepara algo muy especial para los próximos días: entre el viernes y el domingo llega un festival cultural sin precedentes que quiere acercar Marruecos a los tarraconenses.
Cuéntenos un poco sobre este proyecto. ¿Cómo surge y qué esperan de él?
Este proyecto, que cariñosamente llamo mi bebé, nace de las ganas de compartir un pedacito de Marruecos con Tarragona, una ciudad donde me he sentido muy bien acogida y que refleja una gran diversidad. La cita se llama Festival de Marruecos en Tarragona: puente cultural entre las dos orillas. Elegimos este nombre porque el Mediterráneo, más que separarnos, nos une. Queremos que la gente de aquí conozca nuestra cultura. Además, coincide con dos fechas muy especiales: el 15 aniversario del consulado en la ciudad y los 25 años de Tarraco como Patrimonio de la Humanidad.
¿Y qué actividades habrá?
El corazón del festival será la Plaza Corsini, donde habrá talleres de artesanía con gente venida de Marruecos, música, danza, arte o una boda marroquí. Habrá comida y un show cooking con el chef Moha Quach del restaurante El Terrat.
Además del festival, ¿qué iniciativas tienen en mente para llevar a cabo en Tarragona?
Tenemos muchas cosas en mente, pero hubiese gustado que un equipo potente de Marruecos jugase un partido contra el Nàstic en mayo. Por temas de calendario no ha podido ser. Eso sí, nos encantaría que pudiese hacerlo en verano o, incluso, en el Trofeu Ciutat de Tarragona. También nos gustaría un partido de fútbol femenino, ya que Marruecos está muy avanzado en todos los temas relacionados con la mujer.
¿Sí? La percepción desde aquí no es exactamente esa.
Pues no es así. Marruecos está muy avanzado en derechos de la mujer. ¿Sabías que la primera universidad del mundo que sigue en funcionamiento fue fundada por una mujer marroquí en el siglo IX? Se llamaba Fátima al-Fihri. La mujer marroquí manda mucho, aunque lo haga con sutileza (risas). Tenemos mujeres en todos los sectores: política, medicina, abogacía, empresas...
¿Hay prejuicios contra los marroquíes?
Sí, claro. Lamentablemente, aún hay quien te mira distinto solo por tu origen. Pero estamos aquí para cambiar eso, poco a poco, con presencia, con hechos y mostrando la riqueza que aportamos.
¿Qué aporta la comunidad marroquí a la sociedad aquí?
Muchísimo. La inmigración, cuando es ordenada y regular, siempre aporta. Marruecos fue pionero en impulsar el pacto global sobre migración segura y legal, que se firmó en Marrakech en 2018. Aquí, la comunidad marroquí es la que más cotiza a la Seguridad Social. También ayuda al equilibrio demográfico: en el consulado registramos unos 20 nacimientos al día, mientras que en el registro civil de Tarragona apenas hay 8. Y no olvidemos el trabajo en el campo, sobre todo en Lleida y Terres de l’Ebre, donde si no fuera por los marroquíes no habría cosechas.
¿Qué tareas realiza el consulado?
Muchísimas. Pasaportes, DNI, inscripciones de nacimiento y defunción, certificados, poderes notariales, y también tenemos un área social muy activa. Atendemos casos de menores, situaciones vulnerables, gente en prisión... Colaboramos con la DGAIA, Mossos d’Esquadra, Guardia Urbana, Policía Nacional... Siempre apostamos por la mediación. Cuando hay un conflicto, intentamos hablar, entender y buscar soluciones.
¿Cómo describiría Marruecos?
Un país abierto, moderado, moderno dentro del mundo árabe. Nuestro islam es un islam de convivencia, sin extremismos.
Lleva casi tres años como cónsul. ¿Qué balance hace?
Muy positivo. Me siento muy orgullosa de todo lo que hemos hecho, sobre todo de haber creado relaciones humanas sinceras con instituciones y personas. El festival será la guinda del pastel.
