Medioambiente
Europa se fija en Vila-seca para aumentar el control sobre los vertidos de pélets en las playas
El Ayuntamiento y la ONG local Good Karma Projects dieron su punto de vista en Bruselas para elaborar un reglamento de microplásticos

Miembros de Good Karma Projects recogiendo pélets en la playa de la Pineda, la más contaminada por microplásticos de Catalunya.
La playa de La Pineda es la más contaminada por microplásticos de Catalunya. Según un estudio reciente de la URV, acumula 2.000 pélets por kilo de arena y duplica las cifras de la segunda en el ranking, la del Fangar, en el Delta de l’Ebre. El Consejo de la Unión Europea acaba de aprobar un nuevo reglamento para reducir la presencia de este material en las costas. Y el texto cuenta con la aportación del Ayuntamiento de Vila-seca y de la ONG local Good Karma Projects que, en enero, acudieron a una jornada en Bruselas para opinar sobre cómo debería quedar el redactado, teniendo en cuenta su experiencia.
A grandes rasgos, el reglamento trata de limitar la contaminación por microplásticos reforzando los controles y la gestión de la granza de plástico, las bolitas de polímero que son una materia prima industrial. Ahora que la norma sale adelante –está pendiente del ok de la Eurocámara, que debe votarla este mes–, Ayuntamiento y Good Karma hacen balance del resultado.
«El reglamento es un paso adelante que ya no deja en el marco de la voluntariedad de las empresas el hecho de poner las medidas para reducir o corregir los vertidos», indica el alcalde de Vila-seca, Pere Segura. «Valoramos muy positivamente la elaboración de una legislación que regule la manipulación de los pélets porque eso, ya de por sí, hace aflorar una problemática que existía y que era grave», añade. Y apunta la satisfacción de que «poco a poco se vaya avanzando», aunque «son procesos muy lentos y esta normativa estará plenamente aplicable, si todo va bien, más allá de dos años».
A su vez, Gerard Bono, coordinador de proyectos de Good Karma –con gran bagaje estudiando las dinámicas de contaminación por pélets–, señala: «Cualquier medida será siempre bienvenida, pero pensamos que esta es algo laxa y llega tarde. Han tenido que pasar años desde los grandes vertidos de microplásticos para recibir luz verde». Y concreta: «Las empresas que manipulen menos de 1.500 toneladas de pélets no tendrán la misma presión que las mayores. Eso deja fuera a una parte importante». Además, «el reglamento no será aplicable hasta dentro de un par de años» y «medidas que afectan al transporte marítimo, no lo serán hasta dentro de tres», detalla Bono.
Good Karma Projects, con la organización medioambiental Surfrider Europe, había propuesto en Bruselas que la Unión Europea actuase para responsabilizar a todas las empresas implicadas en algún procedimiento ligado a los pélets, fijase unos requisitos armonizados para manipular este material sin pérdidas, impusiese formación al personal y auditorías anuales, penalizase los vertidos y denegase permisos a nuevas infraestructuras destinadas a aumentar la producción de plásticos. «Básicamente, conseguimos las auditorías y también la penalización a los vertidos, en especial en el mar», acaba Bono.
Contener y limpiar las fugas de inmediato
El nuevo reglamento europeo antipélets tiene en cuenta que las bolitas de polímero son «nocivas para la salud humana». El texto refleja que, una vez que se encuentran en el mar, estos pélets resultan «prácticamente imposibles de recoger» y que «se sabe que son ingeridos por organismos y animales y que dañan la biodiversidad y los ecosistemas», además de que «contribuyen al cambio climático» y que «las personas se exponen a ellos», entre otros, «por la alimentación». Se han hallado pélets en 63 de las 250 aves marinas del mundo y los océanos reciben cada año «miles de millones de partículas» por «pérdidas y fugas».
La norma habla de la «repercusión negativa en el turismo y las actividades costeras» de los microplásticos. Aspira a garantizar que los pélets «se manipulen de forma segura y responsable en todas las etapas de su cadena de suministro» y es aplicable a todas las entidades que los toquen, independientemente de su utilización final. Marca que los transportistas deben actuar «evitando, como prioridad absoluta, la liberación de granza de plástico en el medio ambiente», sobre todo en el mar.
El texto obliga a las empresas a tener un plan de riesgos. Aquellas que muevan más de 1.500 toneladas al año deberán manejar medidas adicionales como evaluaciones internas o programas de formación, porque «pueden ser responsables de un mayor riesgo de pérdidas de granza de plástico»; mientras que a las que están por debajo de ese umbral se les pide una declaración responsable. Cuando se produzcan vertidos, las empresas involucradas «tomarán medidas inmediatas para contenerlas y limpiarlas de acuerdo con prácticas medioambientalmente sostenibles». Los estados miembros tendrán la capacidad de sancionar y también podrán financiar proyectos para limpiar, mediante prácticas medioambientalmente sostenibles, zonas que estén contaminadas.
El documento entrará en vigor 20 días después de su publicación en el Diario Oficial de la UE y la mayoría de sus disposiciones se aplicarán a los dos años.