La señora María no falta ni un solo día a comprar el pan y un cruasán de chocolate. Si en alguna ocasión falla en la panadería están atentos. Cuando la vuelven ver aparecer están tranquilos. Había tenido visita familiar.
La panadería, pero también las paradas del mercado o la peluquería pueden ser un radar que detecte si una persona de edad avanzada que vive sola puede haber tenido un problema al fallar en su rutina.
Ahora son principalmente las farmacias las que en Calafell realizan esa vigilancia. Los que tienen el control si una persona no ha acudido a recoger la medicación. En ese caso lo ponen en conocimiento de los Servicios Sociales para comprobar si hay algún problema.
Sumar adhesiones
En Calafell se ha impulsado la campaña Ràdars para que los establecimiento de visitas más asiduas puedan ser esos radares que velen por las personas mayores.
La concejal de Servicios Sociales, Helena Rubio explica que se han sumado peluquerías y panaderías, pero el objetivo es que se adhieran otros comercios y centros a lo que acuden normalmente las personas mayores.
La iniciativa está coordinada con la Fundació Santa Teresa que está en contacto con los establecimientos adheridos a Ràdars y a quien le llega el aviso de que un abuelo ha faltado a su rutina. La Fundació intenta ponerse en contacto con la persona y con los Servicios Sociales municipales que también intenta ese contacto o con familiares y un entorno próximo.
Comunalidad
«El objetivo es que todos velemos por los que pueden ser más vulnerables», explica Rubio. Así la iniciativa está enmarcada en la Comunalidad de Calafell a modo de organización vecinal que impulsa la implicación por la vida colectiva
En Ràdars no solo pueden participar los comercios sino que también entidades o vecinos particulares pueden adherirse para poder alertar en caso de no ver durante días a un vecino y dar la alerta. En caso de comprobar que no ha habido un problema «puede revelar una situación de aislamiento que se esté complicando»
En este sentido puede informarse de servicios como el Bon Dia por el que voluntarios llaman a diario a los abuelos para comprobar cómo se encuentran y que da tranquilidad al usuario al sentirse acompañado y controlado. La iniciativa permite tejer una red de colaboradores para ayudar a personas en situaciones de soledad o vulnerabilidad.