Escapadas
De ruta por Tarragona: Gigantes de piedra
Esta semana descubrimos seis de los titanes que pueblan el parque natural dels Ports. En este reino pétreo, las cumbres, agujas y barrancos son los personajes que escriben una epopeya sin palabras, donde cada grieta es un verso

Las Gúbies de la Vallfiguera.
En el extremo sur de Catalunya, donde la tierra se desgarra en barrancos y los relieves se alzan como murallas, se esconde un mundo de formas imposibles: Els Ports. En este reino pétreo, las cumbres, agujas y barrancos son los personajes que escriben una epopeya sin palabras, donde cada grieta es un verso y cada cima, un clímax. En la ruta de esta semana, descubrimos seis de los titanes que pueblan este parque natural, descrito por Àngel Solà i Vidal como un «somni fet poesia». Y es que el Port –por ser naturaleza pura– no puede sino «sensibilitzar l’ànima dels qui han trepitjat els seus viaranys». Quien lo visita, aunque sea solo por unas horas, difícilmente se marcha igual. Hay algo en su silencio que habla, algo en su belleza que duele y seduce a la vez.

La Bassa de la Refoia.
Las Gúbies de la Vallfiguera
Al norte del imponente Mont Caro, nace el barranco de la Cuca, una grieta profunda que acoge una fuente tapizada de musgo: Els Xorros. Justo al lado se alza la ermita de la Magdalena, en el antiguo caserío del Toscar. Este conjunto de masías dispersas, amenazadas por el reciente incendio, fue en su día un lugar frecuentado por los veraneantes. Desde allí parte un sendero que se desliza entre los restos del castillo de Alfara de Carles y nos lleva hasta las Gúbies de la Vallfiguera, una garganta de paredes verticales moldeada por siglos de erosión. He aquí el corazón de esta ruta, un enclave espectacular que resume la riqueza paisajística de Els Ports.
El Mont Caro desde el refugio
La ruta clásica al Mont Caro arranca en el barranco de la Caramella, allá donde la obra de Jules Carvallo recogía las aguas de Els Ports a fin de abastecer a Tortosa. El recorrido, tan mayúsculo como el pico, suma diecisiete kilómetros y 1.400 metros de desnivel positivo: un verdadero desafío físico que toma más de ocho horas para completarse. Sin embargo, existe un itinerario más corto, más amable y no por ello menos bello. La alternativa arranca en la urbanización de El Mascar, sube a la cumbre y nos descubre el entorno imposible de estos gigantes de piedra, proporcionándonos una visión singular de la montaña con antenas.

El mirador del Mont Caro.
La Moleta y la Coscollosa
Desde el Área de lleure de la Font Nova, uno de los tantos puntos de partida de las rutas de senderismo de Els Ports, se emprende el ataque a La Moleta d’Alfara (812m) y la Coscollosa (879m), dos atalayas desde las que contemplar las cicatrices que el fuego ha esculpido en el Baix Ebre y la Terra Alta, pues el incendio comenzó en uno de los barrancos que transitamos en la ida, en el barranc d’Infern de Paüls. Gracias a la encomiable labor de Bombers, el camino es perfectamente practicable, eso sí, la mayoría de los paneles de señalización han sido calcinados.
El Tossal d’Engrilló
Desde el pueblo de Paüls surge el itinerario que enlaza la población con el Tossal d’Engrilló (1.072m) y la Punta de l’Aigua (1.019m), dos de los picos septentrionales de Els Ports que, junto con la Bassa de la Refoia y Els Montsagres, dibujan uno de los paisajes más icónicos del parque natural.

La cima de El Castell (Roques de Benet).
Si bien puede llegarse en coche hasta el Coll Roig, incluso hasta las inmediaciones del Tossal d’Engrilló, vale la pena caminar desde Paüls para visitar este sector cuya popularidad palidece frente a los lugares agraciados con piscinas naturales, como Els Estrets d’Arnes. A cambio de salvar un desnivel positivo notable, observaremos el pueblo de Horta de Sant Joan y la montaña de Santa Bàrbara a vista de pájaro.
Las Roques de Benet
Es probablemente el símbolo por antonomasia de Els Ports. Su nombre proviene de un antiguo asentamiento árabe de nombre Bene que, alguna vez, ocupó este conjunto rocoso que supera el millar de metros de altitud. Si bien ya no hay rastro alguno de dicho poblado, a excepción de algunos restos cerámicos, ni de la fortaleza mencionada por el geógrafo árabe Al-Idrisi en el siglo XII, todavía podemos subir a El Castell, una de estas formaciones rocosas, y disfrutar de la panorámica más impresionante de la Terra Alta. Lejos de lo que pueda parecer, la ruta carece de grandes complejidades en lo técnico.

La Moleta d’Alfara de Carles.
El Castell de l’Airosa
Al sur del Mont Caro se divisan unos picos de formas harto caprichosas, desde La Joca, una suerte de monolito de roca, hasta el Castell de l’Airosa, una fortaleza calcárea. Ambas custodian el área tan solitaria como remota de la Vall, el reino de la naturaleza en la que se encuentra la Font del Paradís. Coronar tanto una cumbre como la otra obliga a lidiar con trepadas equipadas; en cualquier caso, basta con acercarse para sentir que uno se adentra en un escenario salvaje, donde el silencio manda y la belleza no hace concesiones.