Entrevista
Joanna Pardos: "El beso de Rubiales a Jenni Hermoso fue la punta del iceberg"
La rapitense se alzó con el Emmy Internacional al Mejor Documental Deportivo por ‘#SeAcabó: Diario de las campeonas’, disponible en Netflix, con el testimonio de las jugadoras

La cineasta Joanna Pardos.
Joanna Pardos fue una de las grandes triunfadoras de la última gala de los Emmy, celebrada en Nueva York hace una semana. La rapitense se alzaba con el Emmy Internacional al Mejor Documental Deportivo por #SeAcabó: Diario de las campeonas, disponible en Netflix, sobre el éxito de la selección femenina de fútbol y su también partido fuera del campo contra el patriarcado. Anteriormente, Pardos ya había estado nominada en la misma categoría por Alexia. Labor Omnia Vincit sobre la jugadora Alexia Putellas.
En sus trabajos, siempre se ha interesado por la mujer.
Es la columna vertebral. Mucha gente me dice que me he especializado en documentales deportivos, pero en realidad no es así, porque el tema de mis dos últimos no gira en torno al deporte, aunque lo protagonicen deportistas. El nexo de unión entre todos mis trabajos desde hace muchos años es precisamente visibilizar el de las mujeres y, sobre todo, la necesidad de mejorar la igualdad de oportunidades entre ambos géneros para que podamos alcanzar los mismos objetivos en las mismas condiciones.
Aquellas jóvenes ganaban un Mundial y la atención mediática se derivaba hacia otro lado.
#SeAcabó, la película, más allá del fenómeno social, para mí, como persona a la que le gusta el cine, tiene algo maravilloso: por sí misma ya tenía un guion de ficción perfecto. Era la historia de estas jugadoras que perseguían un objetivo, ganar en el campo. Pero cuando pensaban que ya habían ganado, su enemigo volvió a vencerlas y tuvieron que hacer todo el esfuerzo extra fuera del campo para conseguir la victoria más importante, que era la victoria por su dignidad y la de todas. Este doble triunfo dentro y fuera del campo hace tan maravillosa esta historia. Creo que han marcado historia en los dos terrenos y por eso son tan inspiradoras y tan referentes para las futuras generaciones.
¿Cómo de machista es el fútbol? Peores condiciones para ellas...
En la final del Mundial todos nos llevamos las manos a la cabeza con el beso de Rubiales, que fue espantoso, pero eso era la punta del iceberg. Y estamos hablando, imagínate, de las que están arriba del todo, donde hay el máximo de recursos. Ese beso no consentido era solo una muestra de ese tipo de desprecio que escondía todo un iceberg de desigualdades y de falta de oportunidades. Y nosotras aprovechamos esa excusa para explicar todo lo que ellas llevaban aguantando durante décadas. Recuerdo siempre que en aquellos días no estaban pidiendo sueldos millonarios, como se ha dicho muchas veces, ni coches de lujo ni cosas que tienen los jugadores masculinos. Ellas pedían cosas muy sencillas: un gimnasio con el equipamiento que corresponde a unas profesionales de élite que quieren ganar un Mundial, nutricionistas adecuados a su nivel, un entrenador profesional de su nivel, viajar con transportes que les permitieran descansar antes de un partido importante. Lo que pedían era tan normal... y, de hecho, la prueba está en que, en el momento en que estas mujeres han tenido los recursos necesarios para hacer su trabajo, lo están haciendo genial. Lo que demuestra que si todos tenemos las mismas herramientas para alcanzar un objetivo, podemos ser igual de buenos.
En el documental se dice algo así como que la Federación tenía un equipo femenino porque tocaba.
Pasa en muchos lugares. A mí misma, como profesional del audiovisual, muchas veces me pasa. Siento que me ofrecen trabajos porque ahora es más fácil que te den una subvención, un proyecto, una oportunidad como empresa si tienes a una mujer liderándolo. Y entiendo que es una fase transitoria que quizá es necesaria para que las empresas se den cuenta de que se deben dar oportunidades a todo el mundo. A estas profesionales les gustaría que creyeran en ellas porque son muy buenas futbolistas y porque están dando muchas alegrías y un juego que hace disfrutar muchísimo a sus espectadores, y no solo porque sea algo estético o porque no pueda ser que un país no tenga una selección femenina.
Cuando Rubiales dijo que no dimitía. ¿Cómo lo encajaron?
A mí no me sorprendió porque Rubiales ya había demostrado en muchas ocasiones que aquello era un poco su reino y que lo que pasara en el mundo y en la sociedad no le importaba. Creo que no leyó bien el momento. No leyó que las jugadoras ya no estaban solas y que el #SeAcabó encontró una sociedad muy preparada, que había reflexionado mucho sobre lo que las mujeres ya no estamos dispuestas a soportar. Y enseguida las instituciones presionaron para que esa dimisión fuera efectiva. Aunque también hay que decir que eso vino primero de Europa, de la FIFA y de la UEFA; desde aquí también costó que llegara. Aún queda bastante camino para que estas cosas no se alarguen tanto.
¿Cómo es su relación con las jugadoras?
Entre el documental sobre Alexia Putellas y '#SeAcabó' ha pasado mucho tiempo y han sido años claves. Con Alexia he estado en sus dos Balones de Oro, en el récord del Camp Nou, en su lesión, en la revolución de las 15, en el #SeAcabó. Cosas emocionalmente muy potentes que generan una marca, tanto en sus vidas como en las de las personas que estábamos a su lado. Ha sido un privilegio enorme, y eso crea un vínculo tanto con ella como con su familia. Y Jenni e Irene, que son las dos capitanas y amigas íntimas de Alexia, también estaban en su entorno en ese momento. Después hemos trabajado juntas en #SeAcabó y todo esto genera afecto. Estoy muy feliz de que les vaya tan bien. Nos sentimos muy orgullosas de si, dando visibilidad con las películas, también hemos contribuido –aunque sea de manera humilde– a sus éxitos.
Cuando recogió el Emmy les dio las gracias, ¿recuerda lo que dijo?
He de decir que cuando estás allí te quedas un poco en blanco. Pero lo que venía a decir es que fueron muy valientes. Quería agradecerles su valentía, porque cada vez que una persona dice ‘Se acabó’ ante la injusticia, ante el abuso, cambia la vida de todas. Y me parece que esto se lo tendremos que agradecer siempre. El #SeAcabó de Alexia, Jenni, Irene y de todas las jugadoras de la selección resonaba en la cabeza de mujeres de todo el mundo. Nos daba fuerzas para decirlo también nosotras en otras situaciones de nuestras vidas laborales, familiares o personales. Y por eso este #SeAcabó es tan poderoso, porque se extrapola a cualquier vida.
«Cuando pensaban que ya habían ganado, su enemigo volvió a vencerlas y tuvieron que hacer todo el esfuerzo extra fuera del campo para conseguir la victoria más importante, que era la victoria por su dignidad y la de todas»
Se compara con el #MeToo.
La comparación surgió enseguida, pero yo lo vería como una continuación. El #MeToo denunciaba cosas muy graves, como agresiones sexuales deleznables. El #SeAcabó iba un paso más allá en el sentido de señalar todas estas cosas que tenemos aceptadas en el día a día, que son más invisibles, más arraigadas en nuestra vida y que, precisamente porque están escondidas, se repiten y se perpetúan en el tiempo. Parece que sean menos importantes, pero nos terminan haciendo la vida muy difícil y nos mantienen viviendo con una injusticia hacia la otra mitad de la población.
¿Cómo ha sido trabajar con Netflix?
Sorprendentemente, muy positivo, porque a veces cuando ves la N de Netflix en la pantalla y ves esas macroempresas, se nos olvida que los proyectos dependen de las personas que hay detrás. Y Álvaro Díaz, que es el responsable de no ficción en España, es de esas personas que suman. Hizo una apuesta realmente valiente al hablar de un tema de estas características, que a veces polariza mucho y que, en una sociedad donde el machismo todavía tiene mucho peso, podría haber generado mucho rechazo. Fueron valientes apostando por este tema en el que solo se explicaba la versión desde la parte de las jugadoras. El acompañamiento fue constante y, sobre todo, la libertad de que hicimos el documental que queríamos hacer. Ellos solo nos dieron el altavoz y los recursos. Así que superagradecida.
¿Qué sintió cuando escuchó su nombre en la gala?
Es la sensación más emocionante, potente, bonita y feliz que he sentido en mi vida. Me emociono cada vez que lo veo y me gustaría haber sido más consciente. Ahora cuando lo vuelvo a mirar, me gustaría volver a vivirlo y estar más presente. Cuando te dedicas al cine es la típica cosa que sueñas desde pequeña: estar en una gala a lo Hollywood y que cuando digan ‘and the winner is…’, sea tu nombre. Es un sueño hecho realidad. Inexplicable.
¿Qué destacaría de esta experiencia?
Que en las fotos salimos cuatro personas. En el escenario tienes 30 segundos y puedes decir muy pocas cosas. Y los documentales cuestan muchísimo de hacer. Tenemos muchos menos recursos que la ficción y ahora mismo el mundo es muy competitivo, por lo que tienes que hacer cosas muy potentes para llegar a lugares tan prestigiosos. Y solo se pueden hacer a veces con la pasión, el talento, la buena predisposición, voluntad y energía de los equipos, de las personas, de los profesionales que aman este oficio. Hacer cine documental no es solo un trabajo: quien lo hace es porque realmente tiene pasión, cree en el tema que está contando, y no puedo estar más orgullosa de todo el equipo que, más allá de compañeros, somos familia.
Aunque no acostumbro a hacerlo, me fijé en su vestido...
Otra cosa chula –es solo una anécdota– es el vestido. Yo estuve nominada en una edición anterior y el vestido de aquel momento me lo dejó la diseñadora catalana Olga Menchén. Y gracias a que me lo dejó conocí a su hijo, Nico Royo, que acababa de terminar la carrera de dirección de fotografía. Y me gustó tanto su trabajo que lo contraté para #SeAcabó. De hecho fue su primer trabajo. Y claro, con #SeAcabó su madre dijo: “Os tengo que volver a vestir yo, porque ahora no es solo tu Emmy, también es el Emmy de mi hijo”. Así que incluso el vestido tiene un romanticismo y algo bonito. Lo llevé muy contenta porque me gustaba mucho, era muy yo, me sentí muy a gusto, pero además tenía un valor simbólico que aún me hacía más ilusión llevarlo.