Crisis energética
Inversión millonaria en Tarragona para 22 almacenes de energía en estos siete municipios
Por el momento, se proyectan un total de 22 plantas con 52 millones de euros de inversión Estas iniciativas ayudarán a minimizar el impacto de episodios como los del apagón y reforzarán la red en momentos de alta demanda

Proyecto de planta de baterías desarrollado por la empresa ABO Energy en Irlanda del Norte. No existen aún en Catalunya.
Catalunya vive un momento decisivo en la transformación de su sistema energético. La Generalitat contabiliza más de un centenar de proyectos de baterías en tramitación, que suman 1.096,79 MW de potencia proyectada. De los que se han hecho públicos, 22 pertenecen a la demarcación de Tarragona, con inversiones que superan los 52,7 millones de euros.
Reus y Tarragona encabezan el despliegue, con siete instalaciones cada una de 16 y 18 millones respectivamente, seguidas por dos en Montblanc, en Sant Jaume dels Domenys y en L’Arboç y una en Constantí y en La Selva del Camp. La tipología es variada, pero todas comparten un mismo propósito: servir de pulmón eléctrico.
Cómo es una planta por dentro
Una de las paradojas del actual boom es que no existe ninguna planta en funcionamiento en Catalunya. Todo lo que se debatirá en los próximos años, desde el impacto en el paisaje hasta la ocupación del suelo, se hace todavía sobre planos.
Quizá por eso sorprende la explicación de Vanessa Nolasco, directora de proyectos de la empresa ABO Energy, cuando describe la morfología de estas infraestructuras: asegura que quien quiera imaginar una planta de baterías debe pensar en "contenedores de barco, aunque por dentro van las celdas, un transformador y poco más".
"En esencia, se trata de una batería como la de un móvil, pero gigantesca, con más capacidad", cuenta. Añade que la huella territorial es pequeña y que un proyecto de 50 megavatios puede ocupar menos de una hectárea, cuando una planta solar de esa misma potencia necesitaría cincuenta, algo que, en su opinión, explica una mayor aceptación social.
Tarragona
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Esa apariencia sobria y modular encaja con una tramitación, aunque similar, más ágil que la fotovoltaica o la eólica. No obstante, el tiempo hasta verlas operativas aún será largo. Nolasco aclara que, pese a que la instalación funciona técnicamente de manera sencilla, "antes de 2027, como mínimo, no se verá ninguna completamente instalada y en funcionamiento".
Dos tipos
Catalunya experimenta con dos caminos paralelos: las baterías que se hibridan con parques eólicos o solares, y las que se conectan directamente a la red. Estas últimas, las conocidas como stand alone, ganan protagonismo porque no dependen de una instalación renovable. Nolasco explica que las hibridadas consumen de la planta y las otras lo hacen de la red, aunque físicamente se parezcan y cumplan una función idéntica: devolver electricidad cuando el sistema la necesita.
Es en esa función donde reside su sentido estratégico. Las baterías pueden descargar en momentos de tensión, cuando el consumo sube y el viento o el sol flaquean, y también pueden absorber energía cuando sobra, evitando que las renovables se vean obligadas a parar. Eso, presumiblemente, permitirá suavizar los picos del sistema y reducir la dependencia del gas en momentos críticos.
Guardar lo que se produce
El profesor Carlos Olalla, agregado de la Escola Tècnica Superior d’Enginyeria de la Universitat Rovira i Virgili, insiste en que el origen de este despliegue es estructural, no coyuntural. Explica que la red española, tal como está configurada, tiene "muy poca capacidad de almacenar energía", lo que provoca situaciones tan contradictorias como producir renovables que no pueden verterse a la red.
Describe con precisión un problema que a menudo pasa desapercibido: hay momentos en los que existe mucha oferta de energía renovable, pero la demanda es baja, de modo que las centrales eólicas o solares, pese a poder producir, se detienen porque el sistema no está preparado para absorber ese excedente.
Las baterías permiten recoger esa electricidad que se pierde por falta de consumo y ponerla a disposición del sistema cuando realmente hace falta. Se convierten, así, en el eslabón que falta para que la producción y la demanda dejen de ser líneas paralelas y empiecen a compasarse.
Una pieza importante
Para Jaume Morron, consultor en energías renovables y exgerente de EolicCat, lo que está ocurriendo no es un fenómeno aislado, sino un síntoma de un cambio de paradigma. Sostiene que Catalunya se dirige "hacia un sistema que será completamente renovable en no demasiados años", un contexto en el que habrá horas de enorme sobreproducción –especialmente en días de sol y viento simultáneos– que solo podrán aprovecharse si existe almacenamiento suficiente.
Según Morron, sin baterías esa energía se perdería irremediablemente, mientras que con un sistema bien dimensionado se puede usar cuando la red la necesita, equilibrando no solo la demanda, sino también la estabilidad general del sistema.
Añade que, debido a que estas plantas suelen ubicarse en suelo urbanizable y son relativamente pequeñas, la tramitación "no debería superar un año y medio", lo que acelera la llegada de estos proyectos al territorio.
A su juicio, el territorio empezará a convivir con estas instalaciones del mismo modo que hoy convive con subestaciones o líneas de alta tensión: como piezas discretas, funcionales y menos intrusivas de lo que la gente imagina en un inicio.
Tarragona, gran laboratorio
En este tablero de transición, Tarragona emerge como un terreno de pruebas privilegiado. La combinación de suelo industrial, corredores energéticos, proximidad a grandes nudos de distribución y demanda estable –gracias, entre otros factores, al complejo petroquímico– explica por qué tantos promotores han puesto sus ojos en la provincia.
Porque Tarragona y Catalunya se preparan para un cambio: de un sistema eléctrico que hasta ahora apenas podía almacenar lo que producía, a otro capaz de guardar energía. Los contenedores se convertirán en piezas clave para minimizar apagones, optimizar el uso de renovables y ofrecer mayor estabilidad.