Sus 10 mejores películas
Rob Reiner, el director que creía en las historias (y en las personas)
El cineasta, asesinado el pasado día 14 junto a su mujer, fue el responsable de ‘La princesa prometida’, ‘Cuando Harry encontró a Sally’ o ‘Misery’

Rob Reiner, durante el rodaje de ‘La princesa prometida’ (1987), una película deliciosa y un cuento divertido y con muchísimo encanto.
Rob Reiner no fue nunca un director excesivamente conocido por el gran público. Su nombre no se asociaba a una ‘marca autoral’ reconocible ni a un estilo visual rompedor. Y, sin embargo, resulta difícil que un buen aficionado al cine no haya visto —y querido— varias de sus películas.
Porque, ¿quién no ha pronunciado alguna vez aquello de: «Me llamo Íñigo Montoya. Tú mataste a mi padre. Prepárate a morir»? Una de las frases más populares de la historia del cine, dicha por Mandy Patinkin en La princesa prometida (1987), resume mejor que ninguna otra cosa el legado de Reiner: películas que se quedan a vivir en la memoria colectiva, que se citan, se heredan y se recomiendan con una sonrisa cómplice.
Reiner fue muchas cosas: actor, director, productor, activista comprometido con los derechos humanos y demócrata convencido, hasta el punto de que estuvo cerca de presentarse como candidato político frente a Arnold Schwarzenegger. Pero su huella más profunda, la que de verdad importa, está en su filmografía como director. Una etapa especialmente brillante que, durante algo más de una década, dio forma a algunos de los títulos más queridos del cine popular estadounidense.
Estas son algunas de sus películas más destacadas, en orden cronológico, y también una manera de recorrer una época en la que Hollywood todavía confiaba en las historias y en el público.
‘This is Spinal Tap’
El debut en la dirección de Reiner, tras foguearse en la televisión, fue este falso documental que no solo inauguró un género, sino que lo hizo prácticamente perfecto desde el primer intento. This Is Spinal Tap utilizaba la forma del documental para contar una historia de ficción y construir una comedia desatada sobre una banda de rock británica que se toma a sí misma demasiado en serio.
‘Juegos de amor en la universidad’ (1985)
Inscrita de lleno en la ola de comedias románticas y de amistad de los años ochenta, esta película encontró su principal baza en John Cusack, uno de esos actores capaces de sostener cualquier historia con su sola presencia. No fue un filme especialmente innovador desde el punto de vista cinematográfico, pero confirma algo importante en la carrera de Reiner: su interés por los personajes, por las relaciones humanas y por ese tránsito incierto entre la juventud y la madurez.

Los cuatro protagonistas de ‘Cuenta conmigo’.
‘Cuenta conmigo’ (1986)
Una de las grandes películas sobre el paso de la niñez a la adolescencia. Cuenta conmigo adapta un relato de Stephen King y lo transforma en una historia maravillosa sobre la amistad, el miedo y la pérdida de la inocencia. Un grupo de niños se embarca en una aventura que les obliga a madurar demasiado rápido. River Phoenix —llamado a ser uno de los grandes actores de su generación y fallecido trágicamente a los 23 años— brilla con una sensibilidad extraordinaria, acompañado por Jerry O’Connell, Corey Feldman o Kiefer Sutherland. Reiner filma la infancia no como un recuerdo idealizado, sino como un territorio frágil, hermoso y condenado a desaparecer. Cine profundamente emotivo sin caer jamás en la sensiblería.
‘La princesa prometida’ (1987)
Uno de los grandes cuentos del cine. Una película perfecta en su equilibrio entre ternura, humor, aventura, amor y un leve toque de terror surrealista. El reparto —Robin Wright, Cary Elwes, Mandy Patinkin, André el Gigante o Wallace Shawn— es sencillamente inmejorable. La adaptación de la novela de William Goldman se convirtió con el tiempo en una obra de culto, en una de esas películas que pasan de padres a hijos como un tesoro compartido. Con una música inolvidable, diálogos eternos y, por supuesto, con Íñigo Montoya como icono inmortal. Aquí Reiner demuestra algo muy poco habitual: creer de verdad en los cuentos sin ironizarlos hasta vaciarlos de emoción.
‘Cuando Harry encontró a Sally’ (1989)
Un orgasmo fingido en un restaurante bastó para convertir a Meg Ryan en la actriz favorita del público de finales de los ochenta y los noventa. Pero reducir la película a esa escena sería injusto. Cuando Harry encontró a Sally es una comedia romántica construida sobre una idea sencilla y brillante: el amor nace de la conversación. Billy Crystal aporta el contrapunto perfecto en una historia que necesita años, dudas y palabras para llegar a su destino. El guion de Nora Ephron funciona como un reloj y ha envejecido con una dignidad admirable.
‘Misery’ (1990)
Otra adaptación de Stephen King, pero esta vez adentrándose en el terror psicológico. Lo que comienza como una historia casi amable —una mujer recoge a un escritor accidentado en una carretera nevada— se convierte en una pesadilla marcada por la obsesión. Kathy Bates ofrece una interpretación brutal que le valió el Oscar y que dejó a toda una generación de espectadores mucho más desconfiada ante los desconocidos aparentemente bondadosos. Reiner demuestra aquí su versatilidad sin perder el control narrativo.
‘Algunos hombre buenos’ (1992)
Reiner reúne a Tom Cruise, Jack Nicholson y Demi Moore en un thriller judicial con códigos militares, diálogos afilados y un guion de Aaron Sorkin que funciona con precisión matemática. La película no solo se convirtió en un referente del cine de juicios posterior, sino que dejó una de las frases más citadas del cine moderno. Curiosamente, la historia se desarrolla en la base de Guantánamo, mucho antes de que ese nombre adquiriera la carga simbólica que hoy conocemos.
‘El presidente y Miss Wade’ (1995)
No tan redonda como sus obras anteriores, pero sí una comedia romántica elegante y por encima de la media. Michael Douglas interpreta al presidente de Estados Unidos que se enamora de una activista medioambiental encarnada por Annette Bening. Entre el cuento político y el romance adulto, Reiner vuelve a mostrar su confianza en el entretenimiento inteligente.
‘Ahora o nunca’ (2007)
Jack Nicholson y Morgan Freeman, dos leyendas absolutas, dan vida a dos hombres opuestos que coinciden en una habitación de hospital tras ser diagnosticados con un cáncer terminal. Una oda a la amistad, a los deseos incumplidos y a la necesidad de vivir antes de que sea demasiado tarde. Reiner se apoya en el carisma de sus actores para firmar una película honesta, emotiva y profundamente humana.
‘Being Charlie’ (2015)
Probablemente la película más personal de Reiner. Escrita por su hijo Nick, el guion vuelca sus problemas de adicción y una etapa en la que llegó a vivir en la calle. Fue una cinta que pasó desapercibida en su estreno y que, con el tiempo, ha adquirido una resonancia trágica por los acontecimientos posteriores en la vida familiar del director. Un cierre amargo y sincero a una filmografía marcada siempre por la empatía.