Joana Marcús (Mallorca, 2000) es una escritora juvenil superventas, con un currículo de 24 novelas con 24 años y un millón de seguidores en redes, fans de sus libros de romance y fantasía, y es que para esta prolífica autora «la página en blanco» nunca fue un problema: «Siempre hay historias activas en mi cabeza». En una entrevista al hilo de su última novela Sempiterno, publicada por la editorial Montena y en las librerías desde el 22 de mayo, Marcús admite que tiene que actualizar su perfil de X donde se describe como «intento de escritora» y no ser tan humilde, pero es que, aclara, cuando no está firmando (actividad que provoca colas eternas y llegó a colapsar la Gran Vía) o promocionando un libro, su vida «no es nada glamurosa, sino bastante normal». Y en Fornalutx (Mallorca), afirma, el pequeño pueblo donde reside con algo más de 500 habitantes, le preguntan por sus libros, pero para ellos sigue siendo «la hija de...».
La carrera como escritora de esta joven empezó a los 13 años en internet (en la plataforma online de lectura y escritura Wattpad) para pasar al papel a los 15 años con un libro cuyo título ahora le parece «horrible» y le provoca sonrojo por su carga adolescente: Irresistible propuesta, del que vendió 123 ejemplares. A partir de ahí, su trayectoria ha sido meteórica con una breve interrupción por el bullying sufrido en el instituto: «En esa época comenzó el auge de mis libros, la gente entraba en mi perfil, empezaron a escribir comentarios y yo era una persona muy privada. Supongo que el acoso comenzó por destacar y cuando te desmarcas, te conviertes en un objetivo, puede ser bueno o malo y yo tuve mala suerte».
Marcús reconoce que su carrera como escritora está funcionando bien, pero quiere tener un plan B por lo que estudia Psicología, una formación que le ayuda a profundizar en sus personajes. «Puede parecer perturbador, pero a mis personajes los siento como si fueran mis hijos, crecen conmigo y son mis compañeros de vida», explica. Es el caso de Caleb y Victoria, de Etéreo que continúan en Sempiterno: un chico con habilidades no humanas y una camarera de 19 años, dos caracteres opuestos que se encuentran y, de alguna forma, toman partes de la vida de la autora.
Marcús desvela que se puede inspirar «en cualquier cosa» desde la propia vida hasta detalles más irrelevantes como una canción o una película. Y es que Marcús se reconoce como una escritora que se lanza a por el libro sin una planificación inmediata y movida por su instinto, pero sí se deja asesorar: «Necesito que alguien me diga qué le está pareciendo y qué le llama la atención». Por ello, deja leer esos primeros texto a su agente, a sus editores y a sus amigos porque sabe que le van a dar una opinión diferente y también muy profesional. Y nunca lee una novela después de publicada, cuando ya está en papel, porque es consciente de su carácter perfeccionista y considera que siempre va a encontrar errores o cosas que no le gustan.
Marcús no descarta hacer ciencia ficción u otro género y precisamente esa indecisión a futuro, le motiva.