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'El nadador y otros cuentos', de John Cheever: Un diálogo entre literatura y arte

Ana Punset reseña este recopilatorio ilustrado donde se encuentran las letras clásicas de mediados del siglo XX con la sensibilidad artística contemporánea

Ana Punset
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Los cuentos de John Cheever dejan un poso de nostalgia mezclada con decadencia en quien los lee. Experto cronista de la clase media americana de los años cincuenta y sesenta, ofrece una visión cercana y detallada de esa vida impostada que no es, ni mucho menos, tan glamurosa como refleja desde lejos. El Chejov de los suburbios capta las vigas más inestables que palpitan entre esos conjuntos residenciales de las afueras de pilares superficialmente firmes.

El primero de los relatos de este recopilatorio, El nadador’ sintetiza su visión de una manera que mezcla el realismo con un toque onírico que resulta maravillosa, y que plantea grandes preguntas al lector. En mitad de una fiesta en casa de unos amigos, Neddy Merrill, un padre de familia acomodado, decide nadar durante varios kilómetros, creando un río imaginario llamado Lucinda (en honor a su mujer), compuesto de las distintas piscinas que le separan de su casa. Mientras nada, el protagonista habla de amistades a las que, en realidad, nunca ve, de referentes, de axiomas que suelen regir su postura ante los desafíos en general, y en concreto ante el que se está enfrentando en ese momento, “un proyecto original que exigía valor”. 

  • Título: El nadador y otros cuentos
  • Autor: John Cheever
  • Ilustrador: Pau Gasol Valls
  • Editorial: Random House
  • Precio: 18,90€

Pero lo que empieza siendo un recorrido resplandeciente y lúdico, un reto casi heroico, va mutando: el cálido verano parece haber dado paso al tormentoso otoño y sus amigables vecinos, de pronto, se vuelven hostiles con él. Igualmente, su firmeza y altivez van disminuyendo, para dejar paso a un sentimiento menos vanidoso y más degradante: el cansancio, que lo acaba absorbiendo todo, también esos recuerdos, antes luminosos, sobre su majestuosa casa y familia, para llegar finalmente a un lugar abandonado, oscuro y vacío. El agua, un elemento común en algunos de sus relatos, tiene un componente revelador y aquí, como en Adiós, hermano mío (que trata la tensa relación entre dos hermanos con visiones muy distintas de la vida), “es como si nadar tuviese la fuerza purificadora que reclama el bautismo”. El último texto es una novela breve llamada El marido rural, donde un terrible accidente pone en evidencia todas las carencias de la vida aparentemente armoniosa y plena del protagonista.

Las poéticas ilustraciones de Pau Gasol Valls, de tonos cálidos, de atmósferas calmosas y con un punto de irrealidad, complementan la mirada evocadora de esta obra fantástica con la que deleitarse sin prisa, dejándose llevar por su espíritu introspectivo y elegantemente crítico.

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