La crónica
El Nàstic confirma su despegue con un triunfo firme ante el Cartagena (2-0)
Los golazos de Baselga y Jardí hicieron justicia a un partido en el que los granas fueron superiores de principio a fin

Jardí celebra su gol ante el Cartagena.
La victoria de las victorias. El triunfo que confirma que el Nàstic ya está aquí. El Nàstic vuelve a ser lo que le tuvo tan cerca de la gloria. Un equipo competitivo, con una identidad marcada y que jamás negocia la intensidad. Un equipo valiente, que sale a por el rival y que en el Nou Estadi no entiende de complejos. Un Nàstic que superó de principio a fin a un Cartagena al que tumbó con dos obras de arte. Un golazo de Baselga y otro de Jardí cerraron el 2025 con uno de esos partidos que pueden suponer un antes y un después. No es una exageración, es una realidad. Este Nàstic está listo para la guerra.
Lo volvió a hacer Cristóbal Parralo por segunda semana consecutiva. Volvió a romper las quinielas con un once inicial en el que había bomba incluida. No era en forma de titularidad, sino de suplencia. El técnico grana apostaba por Álex Jiménez y Juanda Fuentes para el ataque, junto a Pau Martínez y Marcos Baselga, y dejaba en el banquillo, contra todo pronóstico, a Jaume Jardí. Una decisión en la que se intuía que podía haber algo más que un plan de partido. Que el jugador no jugase por molestias físicas era la hipótesis que más fuerza cobraba, pero las dudas no se resolverían hasta la rueda de prensa posterior del míster cordobés. Antes, una batalla por delante frente a un Cartagena que quería ofrecer una actuación a la altura en un Nou Estadi que despedía el 2025 en el que era su último partido como escenario.
Un Baselga de videojuego
Era una tarde de diciembre, con la Navidad a la vuelta de la esquina, cuando Marcos Baselga decidió enchufar la videoconsola y clavar un golazo que parecía diseñado con IA y no sobre el verde. Es la única manera de explicar lo que aconteció en el minuto 22 de encuentro, ese en el que el ariete maño hizo gala de todas las virtudes que reúne su fútbol.
Baselga recogió una pelota en el sector izquierdo del ataque grana y decidió empujar al rival con una conducción en diagonal directa a portería. Toque a toque fue fabricándose el espacio y finalmente halló el instante perfecto para golpear. Lo más difícil, por decirlo de alguna manera, ya estaba hecho, pero ahora tocaba el arte del remate. Ahí, Baselga fue todo lo que es. El ariete se sacó un disparo con rosca que fue navegando con incertidumbre hacia el palo largo de Martínez. El portero del Cartagena hizo todo por llegar, pero era imposible. Un golazo en toda regla colocaba a los granas por delante.
El Nou Estadi Costa Daurada explotaba con uno de esos tantos que hacen olvidar problemas. Un gol que merecía un equipo grana que había exhibido identidad en unos primeros 20 minutos en los que el Cartagena había querido congelar a los tarraconenses con una posesión estéril que no hizo caer en la trampa a un Nàstic que, si algo domina en las últimas semanas, es el arte de la presión. El equipo va y va porque cree en el plan y porque siente que sus carreras nunca quedan en vano. Todos van a una y esa es la clave de todo.
Precisamente en una de esas muchas presiones que tiran los de Parralo a lo largo de un partido casi llegó el premio del segundo. Hubiese sido una bendición para un duelo que caminaba entre cuchillos afilados. El Cartagena quiso progresar desde la portería y el pase de Martínez fue interceptado por Marc Montalvo, que rápidamente divisó a Marcos Baselga en el interior del área. El de Riudoms le cedió la pelota y lo dejó solo ante el peligro. El maño tuvo tiempo para pensar y definir, y lo hizo con convicción. Su disparo iba directo a portería, pero un defensa del Cartagena desvió lo justo con la testa como para estrellarlo en el larguero y privar a los granas de un segundo gol que lo hubiese roto todo. Se habría dibujado un contexto similar al visto ante el Hércules y el Sevilla Atlético, pero no fue así.
La primera parte no ofreció más sobresaltos. Ambos equipos sumergieron el encuentro en un intercambio tímido de golpes. La igualdad era total y marcar diferencias cada vez estaba más caro. Había dos bloques que imponían respeto, pero lo cierto es que el marcador sonreía a un Nàstic que se iba al descanso con una ventaja más que merecida.
La segunda mitad fue un ejercicio de competitividad del Nàstic, que se refugió en su identidad para defender el resultado. Lo hizo siendo un equipo agresivo y que nunca renunció a la presión en campo contrario. El Cartagena no se encontraba y mascaba la pelota con titubeos en una salida de balón en la que nunca hallaba el ritmo. Solo faltaba la sentencia, pero no llegaba. Camus la tuvo, pero su volea se fue alta.
Una sentencia con arte
Parralo decidió defender el resultado metiendo más energía en el campo y no le tembló el pulso a la hora de dar entrada a dos canteranos. Agus y Subirats comparecieron por delante de teóricas estrellas como Kaptoum y Cedric. Ambos confirmaron que la meritocracia con el cordobés existe. El Nàstic no merecía ganar ese partido por la mínima y no lo hizo. Con el Cartagena volcado, Jaume Jardí decidió pintar un cuadro mortífero. El reusense se plantó mano a mano y, cuando parecía que se quedaba sin ángulo, soltó un taconazo que sorprendió a todos y desató la locura en un Nou Estadi que dijo adiós a 2025 con la fe renovada. Este equipo es otra cosa. Este sí es el Nàstic.