Fútbol
La derrota en Antequera evidencia el gran mal del Nàstic
La derrota en Antequera estuvo marcada por una noche en el que la fragilidad defensiva volvió a enterrar la versión ganadora del Nàstic. Encajar cuatro goles provocó que las opciones de sumar en El Maulí fuesen imposibles

Enric Pujol en el duelo ante el Antequera.
El último partido de 2025 dejó algo más que una decepcionante derrota. Dejó una radiografía perfecta del principal defecto del Nàstic. Ese que es capaz de complicarle la vida. Parecía superado, pero una vez más regresó... y con más fuerza que nunca. El 4-2 encajado en Antequera no fue un accidente aislado ni una anomalía dentro de una buena dinámica, sino la confirmación de una debilidad estructural que acompaña al equipo desde hace demasiadas jornadas: la falta de contundencia defensiva. Esa que se llevó por delante a Luis César y esa que este pasado sábado frenó una buena racha de un equipo que sumaba cinco partidos seguidos sin perder y buscaba la tercera victoria consecutiva. No pudo ser y el motivo es más que evidente. Encajando cuatro goles es prácticamente imposible ganar un partido en Primera RFEF. Tan crudo como real.
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Este lunes a las 11.00 h, en directo: análisis del Nàstic tras la derrota en Antequera
Diari de Tarragona
El equipo de Cristóbal Parralo volvió a competir, volvió a creer e incluso coqueteó con la posibilidad de rascar un punto tras tener el partido muy cuesta arriba, pero también volvió a pagar cada error con un gol en contra. Y cuando eso ocurre, cualquier plan de partido se resquebraja. «Nos ha faltado contundencia y hemos sido frágiles. Cada acción que han tenido ha sido gol», resumió el técnico tras el encuentro. Una frase que no solo explica lo ocurrido en El Maulí, sino buena parte del recorrido del equipo en este primer tramo de temporada.
Los números refuerzan la sensación del verde. El Nàstic ha encajado ya 24 goles en contra en 17 jornadas, una cifra que le sitúa como uno de los equipos más goleados del grupo, solo igualado por el Betis Deportivo, colista de la clasificación. Un dato especialmente revelador si se tiene en cuenta que el conjunto grana no es un equipo sometido durante largos tramos de los partidos, sino uno que compite, propone y, en muchos encuentros, genera más que su rival.
24 goles ha encajado el Nàstic en 17 jornadas de campeonato
El problema no está tanto en la cantidad de ocasiones concedidas como en la facilidad con la que estas acaban en gol. En Antequera, cada llegada local fue sinónimo de peligro real. Dos jugadas de Siddiki, dos desajustes defensivos y dos goles que dinamitaron cualquier opción de control. A ello se sumaron errores puntuales, como el pase atrás mal ejecutado de Marc Montalvo antes del descanso, que castigaron todavía más a un equipo que ya caminaba sobre el alambre. El cuarto gol, con el Nàstic en pleno ejercicio de épica, volvió a reflejar una patente falta de contundencia en el área pequeña.
Con Parralo en el banquillo, el Nàstic ha dado pasos evidentes en términos de identidad, actitud y mentalidad. El equipo no se cae, no se esconde y no negocia el esfuerzo y ha mejorado su competitividad de manera muy evidente. Sin embargo, la solidez atrás sigue siendo una asignatura pendiente. Se ha mejorado, pero todavía hay mucho margen de mejora.
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La falta de contundencia castiga al Nàstic de Tarragona y rompe su racha en Antequera (4-2)
Juanfran Moreno
En siete partidos con el técnico cordobés, el equipo solo ha conseguido tres porterías a cero, un balance claramente insuficiente para un conjunto que aspira a pelear por el ascenso.
La semana anterior frente al Cartagena parecía haber marcado un punto de inflexión. Portería a cero, presión alta asfixixante, sin fallos individuales y ni una sola parada de Dani Rebollo frente a un rival con muchos argumentos individuales como para hacer daño a cualquiera.
Si un equipo quiere estar arriba, no puede encajar estos goles
Aquella tarde En el Nou Estadi Costa Daurada se interpretó como un paso adelante, como la confirmación de que la mejor versión del Nàstic ya estaba aquí. Lo ocurrido en Antequera, sin embargo, dejó claro que fue una falsa alarma. Bastó un rival con talento, ritmo y colmillo para volver a desnudar las carencias defensivas del equipo. Parralo fue claro en su análisis, sin dramatismos ni excusas. «Si un equipo quiere estar arriba, no puede encajar estos goles», afirmó el técnico, consciente de que el margen de mejora pasa obligatoriamente por reducir la fragilidad en las dos áreas. Porque el Nàstic puede permitirse fallar ocasiones, incluso atravesar fases de menor fluidez ofensiva, pero no puede sobrevivir concediendo tanto atrás.
La fragilidad no es solo una cuestión de línea defensiva, pero es cierto que los cuatro goles del Antequera fueron cuatro jugadas en los que la defensa del área fue floja. No es una novedad, si en algo sufre el Nàstic este año es en ese aspecto defensivo. Demasiados goles recibidos por una falta de contundencia que parece que se va, pero siempre vuelve.
Parralo tiró de autocrítica en unas declaraciones postpartido en las que evidenció que el aspecto defensivo le preocupa y mucho. No quierer mirar hacia otro lado porque la ambición es máxima. Por eso lanzó un dardo público. Hay que defender mucho mejor.
Un cierre agridulce de 2025
El cierre de 2025 deja, por tanto, una sensación agridulce. Por un lado, la certeza de que el equipo ha cambiado, que compite y que cree hasta el final. Por otro, la evidencia de que ese crecimiento queda en nada si no va acompañado de una mejora clara en defensa. «Ni antes éramos tan buenos ni ahora estamos tan mal. Hay que aprender», recordó Cristóbal Parralo, apelando a la autocrítica como base para crecer.
El 2026 espera y el diagnóstico está hecho. El gran mal del Nàstic es evidente y no admite más rodeos. Corregir la fragilidad defensiva será la clave para volver a dibujar una racha ganadora y para que la ilusión no vuelva a diluirse a la primera ráfaga del rival. El problema está identificado. Ahora toca solucionarlo. Ahora toca cargar pilas y volver más fuertes... y contundentes.