Narcisa es de Huelva. Y sabe de sol, de mar y de ese ambiente de salitre que alegra. Por eso ayer dejaba que la vista se perdiese mirando al mar en Cunit.
Llevaba un año sin salir de la residencia de la tercera edad L’Alzina de Cunit. Quizá esos recuerdos de playas y sol han ayudado a resistir un año triste. «Pero he estado tranquila», explica.
Como Narcisa, otros 50 abuelos de la residencia L’Alzina de Cunit y 30 de Les Palmeres de Segur de Calafell, salieron ayer de sus centros, un año después, una vez suavizadas las medidas restrictivas.
Sorpresa
Una salida en tren turístico que fue una sorpresa. En los centros plantearon primero la idea las familias. Sería un recorrido entre las residencias y el paseo marítimo. Allí los abuelos estarían un rato. Las familias lo aceptaron con ilusión.
Fue el martes que se expuso la idea a los abuelos. «Mañana iremos de excursión», les dijeron. «Les hizo una gran ilusión», explica la directora de L’Alzina de Cunit. A primera hora de la mañana formaron una fila para salir. Emocionados. Quizá las cosas se estaban solucionando, les habían vacunado, podían salir a la calle... a ver el mar.
Música
En la megafonía del trenecillo sonó el Non je ne regrette rien de Edith Piaf. Esa que dice No, nada de nada. No lamento nada. Está pagado, barrido, olvidado... Me importa un bledo el pasado.
Y por donde pasaban recibían el aplauso de los vecinos. Por su entereza. Por un merecido homenaje. Pasaron delante de la otra residencia de Cunit. «Pronto saldréis vosotros». Y más aplausos.
Todos los abuelos ya están vacunados con las dos dosis. Por eso la salida debía ser más recordada. «Y hacerla todos juntos», explica la directora de L’Alzina, Ingrid Ortíz. Guardando la distancia de seguridad, con mascarilla con su burbuja de confianza. Pero todos juntos, porque todos juntos han pasado un obligado confinamiento. Lejos de familias, pensando en paseos, llenando tiempos. Recordando el mar y la playa.
Tranquilos
Antonio Morales había caminado mucho por ese paseo marítimo. Volver a estar ilusionaba. Eliodora Núñez, de 79 años, tenía esperanza. «La esperanza no se pierde». Josep Albet explicaba que los meses en la residencia «se han hecho largos». El pasaba las horas leyendo. «Pero tranquilos»
Joan Pastor es director de la residencia de Segur de Calafell. «Los abuelos nos han dado una lección de fortaleza. Han demostrado una gran capacidad de resistencia». También destaca la implicación del personal de las residencias y del centro de asistencia primaria que han alargado jornadas, dedicación y cariño.
A medida que pasaban los días, las semanas y los meses el objetivo era aislar las residencias de la tristeza. «Las necesidades emocionales iban creciendo».
En los centros se impulsaron los contactos virtuales a través de las pantallas, llamadas de teléfono y las visitas a distancia. Así que era cuestión de no parar. Se han impulsado muchas actividades para que la capacidad física no cayese «y mucha atención y cariño».
Ese paseo en tren es una victoria. Y una esperanza. Durante un año los abuelos no han salido más allá de la residencia. Sólo el sol y el aire del jardín. Por eso, como la canción Non je ne regrette rien del tren «no lamento nada. Porque mi vida, porque mis alegrías, Hoy comienzan contigo...».