De ruta por Tarragona: el reino de los cielos

Les Roques de Benet se encuentran en el territorio de Horta de Sant Joan y se han convertido en todo un simbolo distintivo del Parc Naturals dels Ports

01 mayo 2024 18:22 | Actualizado a 02 mayo 2024 17:33
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En el territorio de Horta de Sant Joan se encuentran Las Roques de Benet, símbolo distintivo del Parc Natural dels Ports. Su nombre proviene de un antiguo asentamiento árabe llamado Bene, que alguna vez ocupó este conjunto rocoso, cuya cima más alta se eleva a más de mil metros sobre el nivel del mar.

Aunque ya no queda rastro de este poblado, a excepción de algunos restos cerámicos, ni de la fortaleza mencionada por el geógrafo árabe Al-Idrisi en el siglo XII, todavía podemos subir a El Castell, una de las formaciones rocosas, y disfrutar de la panorámica más impresionante de la Terra Alta.

A pesar de lo que pueda parecer, el camino es breve y carece de grandes obstáculos técnicos, permitiéndonos compaginar la ruta con una visita a los atractivos pueblos que lindan con el poniente de la provincia de Tarragona. ¿Cómo debió ser la fortaleza de Bene?

Instrucciones de la ruta

Nos dirigimos a Horta de Sant Joan y, en lugar de acceder a la población, proseguimos por la T-333 en dirección a Arnes. A escasos metros tomamos la salida que surge a mano izquierda, antes de la gasolinera, y nos adentra en Els Ports.

Nos mantenemos en esta calzada, dejamos atrás el mirador de Les Roques de Benet y, en el cruce, giramos a la izquierda hasta el aparcamiento de tierra que hay junto al Mas d’en Burot, donde estacionaremos.

A continuación, recorremos la ancha pista forestal hasta que podamos unirnos al sendero que la abandona en el kilómetro 2. El camino se complicará cada vez más tanto en lo físico como en lo técnico, sin embargo, la senda es evidente.

El tramo más confuso se encuentra en el llamado Coll de les Roques, a escasos minutos de la cumbre. Una vez en la cima, y antes de emprender la vuelta deshaciendo nuestros pasos, podremos divisar la icónica montaña de Santa Bárbara, pintada por el propio Pablo Picasso durante su estancia en la localidad e imaginar cómo debía ser la fortaleza medieval mencionada por el geógrafo Al-Idrisi, la cual da nombre a estas rocas.

El tramo más confuso está situado en el llamado Coll de les Roques

Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables. El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos del camino.

Desde el punto de vista de la dificultad, esta ruta es de dureza moderada por sus 6,42 kilómetros de distancia y 435 metros desnivel positivo o subida. Los kilómetros iniciales discurren por una pista forestal hasta enlazar con el sendero cuya pendiente es cada vez más acusada, hasta el punto de alcanzar una inclinación media del 25,6%.

De esta manera, y entrando así en el capítulo de las complejidades técnicas, conviene ayudarse de los bastones a fin de manejar las pendientes pronunciadas y mantener el equilibrio en un terreno que, por momentos, se antoja difícil de practicar por su descomposición. Ya en la cima, hay que extremar la precaución por la exposición al vacío de la montaña.

Desde la cumbre de las Roques de Benet podemos fantasear con el supuesto castillo que ocupó el lugar, así como con la población que hubo o, incluso, con la leyenda de los gigantes de Horta, que la guía municipal editada por la Diputació de Tarragona recoge de la siguiente manera: tras la reconquista, dos gigantes que se encontraban reconstruyendo las murallas de la localidad dieron con una imagen de la Mare de Déu dels Àngels.

Bertran Aymerich

El comendador templario de Horta, el fraile Bertran Aymerich, propuso a Rotlà y Farragó, como se llamaban dichos gigantes, que el propietario de ella fuera quien lanzara más lejos una gran piedra.

Dicho y hecho: el vencedor fue Rotlà y la roca era nada más y nada menos que la montaña de Santa Bárbara, donde la virgen les prometió un hogar. Así las cosas, los gigantes vivieron siete años en el santuario y después se retiraron al Puig dels Gegants hasta su muerte. De acuerdo con la leyenda, sus restos descansan en dos sarcófagos del convento de Sant Salvador, en el mismo edificio donde el comendador abrazó el sueño eterno.

La tradición oral va más allá y asegura que, en la noche de Sant Joan, quien se vaya a dormir después de beber agua en la que se hayan disuelto partículas de las sepulturas de los gigantes descubrirá el acceso a una cripta secreta: en ella, se esconden libros templarios acerca del arte de la construcción aprendido de los gigantes.

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