Lecciones tras un año de pandemia

No hay que dejarse llevar por el pánico ni tomar decisiones precipitadas 

26 abril 2021 11:22 | Actualizado a 27 abril 2021 10:44
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Hace más de un año que el coronavirus irrumpió en nuestras vidas para cambiar por completo nuestra forma de relacionarnos, nuestro modo de trabajar, nuestro tiempo de ocio, así como los hábitos de consumo. Es muy complicado calibrar la duración y magnitud de la crisis económica derivada de la sanitaria, a la espera de ver cómo avanza el proceso de vacunación, pero en estos tiempos complicados podemos decir que hemos aprendido algunas lecciones financieras, aplicables tanto a los profesionales de la industria como para los clientes particulares, que atisban un horizonte de cierto optimismo para el futuro.

En primer lugar, esta crisis nos ha demostrado que no hay que dejarse llevar por el pánico ni tomar decisiones precipitadas fruto de la presión y el miedo. Con un año de perspectiva, observamos cómo los mercados han recuperado gran parte de las caídas que se produjeron durante esas fatídicas semanas del mes de marzo, donde parecía que todo se desmoronaba. Se ha vuelto a poner de manifiesto lo importante de planificar nuestros ahorros e inversiones pensando en el largo plazo, y más en un escenario como el de los últimos meses donde la volatilidad ha sido la verdadera protagonista de los mercados. Si revisamos los resultados del histórico en los mercados, a un horizonte de 20 años no se han producido caídas en Bolsa, salvo en el caso de Japón, por lo que en esta crisis ha corroborado que las caídas de los mercados en el corto plazo pueden provocar reacciones precipitadas en inversores particulares.

Otra enseñanza importante es la constatación de la importancia de aprender conocimientos básicos sobre finanzas, como pilar básico para saber qué pasos seguir y a quién acudir antes de tomar decisiones relacionadas con la gestión de nuestros ahorros. La educación financiera sirve para entender con qué herramientas contamos, con quién debemos contrastar el aluvión de información a la que estamos expuestos en el mundo actual y saber qué elementos deben imperar a la hora de tomar decisiones de este calibre.

La crisis de 2008, surgida a raíz de la crisis hipotecaria en EE.UU. sacó a la luz la deficiente calidad de la cultura financiera en España, estimulando decisiones equivocadas que repercutieron de forma muy negativa en los ahorradores particular. Creo que los últimos meses se ha puesto de manifiesto el comportamiento mucho más maduro del inversor y ahorrador particular y la buena praxis generalizado de los profesionales, poniendo de manifiesto que ese esfuerzo compartido en los últimos años entre entidades, profesionales y los propios clientes por elevar la calidad del conocimiento en finanzas repercute de forma positiva en los resultados de las carteras de inversión de los clientes.

Pero es que, además, en esta ocasión, también en contraposición a otras crisis anteriores, no se puso en entredicho la solidez del sistema financiero de nuestro país, ni se llegó a plantear de forma generalizada que los clientes particulares pudieran perder los ahorros de toda su vida, más allá de las caídas a las que tuvieron que exponerse durante los peores días para los mercados. La formación financiera y el fortalecimiento del marco regulatorio llevado a cabo en los últimos años ha permitido forjar un sector financiero mucho más fuerte.

Por último, y no menos importante, la crisis de la Covid-19 ha visibilizado la imprescindible labor de los asesores financieros, que se convierten en un aliado de los inversores por su capacidad para ofrecer los consejos adecuados, mitigar las emociones del cliente y orientarle a la hora de tomar una decisión de inversión, en base a su perfil de riesgo, horizonte temporal y objetivos. En el asesoramiento de calidad es donde los particulares encuentran muchas respuestas a sus preguntas sobre la gestión de sus finanzas y para lograr el acceso a soluciones de ahorro e inversión que permitan preservar nuestro capital y obtener rentabilidad cuando los mercados acompañen.

Andrea Carreras. Candi Directora de EFPA España

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