Correcaminos Sánchez

31 marzo 2023 19:50 | Actualizado a 01 abril 2023 06:00
Antonio Soler
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Pedro Sánchez llegó a la Moncloa cuando lo tenía todo en contra. Lo hizo recorriendo incansablemente España en su coche, durmiendo en casas de compañeros de partido que no aceptaban el ordeno y mando de Susana Díaz.

Ahora Sánchez ha emprendido un peregrinaje igual de exhaustivo. Solo que en avión y por todos los rincones del planeta. Una peregrinación internacional, vitamínica, que culmina hoy en un encuentro con el todopoderoso Xi Jin-ping en China. El presidente español se reúne con el líder asiático con la guerra de Ucrania de fondo y el plan mediador de China sobre la mesa. Asistirá al Foro Econó-mico de Boao, el simil asiático al foro de Davos.

Viene de la Cumbre Iberoamericana, se acaba de reunir en Bruse-las con el primer ministro belga y con el canciller alemán y próximamente irá a Italia, Malta y Chipre. Un azogue viajero para recalcar su importancia internacional y la de España.

Ese ir y venir deja el recuerdo de la moción de censura de Vox como un episodio de casino de pueblo

El 1 de julio comenzará la presidencia española de la UE y el jefe del Ejecutivo la quiere afrontar como un consumado líder que maneja a la perfección las cuerdas de la Unión.

Ese ir y venir deja el recuerdo de la moción de censura de Vox como un episodio de casino de pueblo. Su estatura es esta. La que hoy se codea con Xi Jiping y pasado mañana estará al frente de la UE. Su antepasado Felipe González se labró un prestigio internacional también a base de kilómetros. La velocidad deja atrás el ruido. Los gruñidos de Belarra y Montero y el incómodo runrún de Feijóo.

Algo menor para quien se proyecta hacia el mundo. Lástima que la velocidad sea capaz dejar atrás el sonido pero no pueda hacer lo mismo con los malos olores de debajo de la alfombra.

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