Cien años tocando las horas desde el Port de Tarragona

Patrimonio. Coia Escoda y Ramon Aloguín presentan un libro que recoge la historia de la Torre del Rellotge, en el Dic de Llevant. Detrás hay una reivindicación laboral

12 abril 2023 20:11 | Actualizado a 13 abril 2023 07:00
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Cuando faltan diez días para Sant Jordi, Coia Escoda y Ramon Aloguín presentaban ayer el libro ‘Un rellotge centenari (1922-2022), la torre rellotge del port de Tarragona’, una publicación que recoge los orígenes de este icónico elemento, que no va a dejar indiferente a los amantes del patrimonio de esta ciudad.

El libro es fruto del trabajo de investigación que han hecho Escoda y Aloguín, coincidiendo con el centenario de su puesta en funcionamiento. Sin embargo, ¿en qué contexto tenemos que situar su construcción? La responsable del Arxiu del Port de Tarragona explica que la Torre del Rellotge «es el resultado de una reivindicación que había de la parte obrera del puerto, que solicitaba un instrumento de control horario». En aquellos momentos, el capataz era quien marcaba cuando finalizaba la jornada laboral, lo que podía generar cierto malestar, ya que podía considerarse subjetivo.

Así es que los trabajadores hicieron llegar esta reivindicación a la Junta d’Obres del Port, que consideró que era un tema laboral y que no era de su incumbencia. Pero la petición no se quedó en un cajón y, finalmente, el proyecto prosperó bajo el acuerdo que el puerto se haría cargo de la construcción de la torre, mientras que la patronal asumiría la parte de la maquinaria. Esto ha hecho que, si bien del proceso de fabricación de la torre se conocen minuciosamente todos los detalles, en lo que se refiere a la maquinaria la información no es tan precisa.

El arquitecto Ramon Aloguin pone en valor el contexto en el que se construyó esta torre. «La gente se quejaba, porque estaba trabajando en los muelles o en las bodegas de los barcos y no había una noción del tiempo. Es como si estuvieran incomunicados en una zona sin cobertura y, de repente, esto fue como si les pusieran el wifi», argumenta este especialista en el patrimonio industrial de la ciudad, quien se muestra convencido de que «supuso un antes y un después».

$!Ramon Aloguín y Coia Escoda junto a la Torre del Rellotge del Port de Tarragona. FOTO: Àngel Ullate

El puerto de inicios del siglo XX nada tenia que ver con el gigante actual y la infraestructura portuaria tan solo contaba con dos dársenas de 66 y 44 metros. Este era el motor económico de una ciudad, cuya actividad se centraba en el barrio de la marina y que en aquellos momentos había superado la cifra de los 20.000 habitantes.

La ubicación se determinó de tal forma que desde el Dic de Llevant podía escucharse el tañido de las campanas en toda la zona portuaria, estando alineado con la calle Apodaca y la Plaça General Prim, desde la que podía verse la torre.

El ingeniero responsable de su construcción fue Francisco Gómez de Membrillera y Piazza, quien fue el director del puerto en el periodo comprendido entre 1921 y 1934. «Se lo tomó muy en serio, tanto en cuanto al diseño como a la selección de los materiales», apunta Aloguín. Y es que, uno de los elementos que debía tenerse en cuenta es la exposición constante al salitre y a la humedad, lo que explica las diferentes restauraciones que han tenido que hacerse a lo largo de estos cien años.

A partir de la documentación que se conserva y los artículos periodísticos del momento puede conocerse que la inversión ascendió a 14.022 pesetas, lo equivalente a unos 85 euros actuales. Sin embargo, esta suma no recogía las horas de trabajo de forjadores, pintores, paletas, picapedreros y carpinteros, que trabajaban en el enclave tarraconense y que se volcaron en la construcción de la torre-reloj. «El puerto, como fuente de riqueza directa, siempre ha sido pionero en las obras e instalaciones, ha sido un espacio experimental», afirma Escoda.

Las esferas de un metro y medio de diámetro, la decoración de hierro forjado y el planisferio que ocupa la parte superior de la torre en el lateral de Llevant son algunos de los elementos más relevantes de una torre que se inauguró la noche de fin de año de 1922 a 1923 y que este 2023 es uno de los principales protagonistas de la historia del Port de Tarragona.

Este sábado tendrá lugar la primera de las cuatro rutas para conocer esta construcción de la mano de los dos autores de la publicación. Para esta todas las plazas están llenas, así que los interesados deberán esperar hasta el 3 de junio.

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