Hace unos días, operarios del Ayuntamiento de Tarragona estaban recolocando unos bolardos de granito de forma cúbica u ortoédrica (prisma de base rectangular) en las diferentes cocas que configuran la Rambla Nova, Rambla Lluís Companys y Rambla Francesc Macià.
Son ocho espacios peatonales, desde el Balcó del Mediterrani hasta la plaza de Les Corts Catalanes, que cuentan con unas 160 piezas de granito.
Estas piezas protegen el espacio de los viandantes y evitan la entrada de vehículos, así como la posibilidad de que ocurran hechos tan graves como los vividos en los últimos meses, con atropellos masivos, ya sea por error o de forma intencionada.
Hasta ahora, la colocación de estos bolardos protegía a los peatones, pero dificultaba las tareas de mantenimiento de esta vía: zonas verdes, limpieza, alumbrado, etc. El problema radicaba en la necesidad de mover estos bloques de 100 o más kilos cuando se requerían intervenciones a lo largo de este kilómetro de espacio peatonal de la ciudad.
«El mantenimiento en estas cocas acarreaba trabajo adicional de personal y retrasos en la ejecución de las tareas», admite la concejala Sònia Orts, responsable —entre otras competencias— de limpieza y mantenimiento del Ayuntamiento de Tarragona.
Este contratiempo y problema de movilidad también había generado críticas por la dificultad de paso para los peatones en algunos puntos de esta Rambla. Ante ello, el consistorio ha estudiado con los técnicos del área la mejor solución para aumentar la seguridad peatonal y reducir los problemas de mantenimiento.
La solución ha sido la recolocación de los bolardos, generando un espacio de acceso para los vehículos de mantenimiento, que deberán retirar los pilones móviles que se instalarán este mes de junio para acceder a esta nueva zona libre.
«Los diferentes tramos de la Rambla tienen como prioridad garantizar la seguridad de los peatones. Por ello, la colocación de los bolardos responde a este objetivo. Pero, al mismo tiempo, se ha logrado crear estos espacios provisionales para el mantenimiento, que reducirán el coste humano y de tiempo que se generaba hasta ahora», señala la concejala.
Estos pilones, que se abrirán y cerrarán en función de los trabajos de conservación, tendrán un coste estimado de entre 6.000 y 10.000 euros, según el consistorio, y se instalarán en las próximas semanas.
Mientras tanto, la seguridad de los peatones se ha reforzado y este espacio generado estará listo para ser ocupado cuando sea necesario para la mejora del entorno urbano.