La Sala de Lectura del Museo Británico ha reabierto tras más de una década. Adentrarse en este espacio icónico, donde la historia, la literatura y la cultura se unen es como entrar en un templo, en un lugar sagrado. Tanto si admira la impresionante arquitectura como si se adentra en la riqueza de conocimientos que atesora, es una visita obligada tanto para los amantes de la lectura como para los aficionados a la historia. En el Museo Británico cada uno hace su circuito. Yo admiro y venero el sexto piso que es donde está la colección japonesa y a donde no suele llegar casi nadie. La mayoría se quedan por Egipto, Grecia o Mesopotamia. Pero la colección de cerámica japonesa del British es excepcional, como lo es la de grabados. Antes de entrar en el Museo, en Montague street, uno puede pararse un buen rato en alguna de las librerías de literatura infantil antiguas, donde venden libros de una rareza excepcional. Primeras ediciones de Lewis Carroll y su Alicia es de lo más común. También, por si se quiere dar una vuelta cerca uno siempre puede acabar en Russell Square y cerca ir hasta la casa de Virginia y Leonard Wolff en Tavistock Street. Este año se celebra el centenario de la publicación de Mrs Dalloway, uno de los libros más maravillosos del siglo XX y seguramente una de las guías más exquisitas de Londres. Excusas no faltan nunca para regresar.