Opinión

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La memoria es corta y los genocidios tienen tendencia a pasar rápido por nuestro radar de preocupación. Lo digo por quiénes se rasgan las vestiduras ahora, como si la Historia no se repitiese y sobre todo como si la cínica y condescendiente Europa no tuviera nada que ver en lo que le ocurre al resto del mundo. Hace poco, los yazidis sufrieron un intento de exterminio por parte de ISIS, ¿lo recuerdan? La escritora Elif Shafak rememoraba el otro día en Lviv (Ucrania) un proverbio árabe que dice que «el hacha olvida lo que el árbol recuerda». Las víctimas siempre recuerdan. Los árboles recuerdan. Las armas, no. Los fanáticos de ISIS primero contaminaron las aguas del Tigris (para los yazidis el agua es sagrada) para luego continuar su genocidio matando a los mayores. Son ellos los que guardan las historias, las memorias. Un pueblo sin memoria es un pueblo muerto. Sin identidad, sin posibilidad de explicarse quiénes son y de dónde vienen. Lo saben los judíos, los saben los palestinos.

Los que causan el dolor tiene memoria corta, ya sean alemanes, polacos, rusos, israelíes, árabes, españoles, americanos...Las víctimas no olvidan nada, ya sean kurdos, yazidies, judíos, palestinos, polacos, ucranianos, rusos, primeras naciones en Canada... A veces, las víctimas son también verdugos. Y viceversa.

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