Opinión

Creado:

Actualizado:

Venecia es única. Venecia era única. La Serenísima era una emergencia, una ciudad imposible, suspendida en la laguna, encerrada en un mar plano, capital del arte, del comercio, de la música, del exceos, de la plenitud. Capital del mundo, enclave entre oriente y occidente. Venecia era la ciudad de Corto Maltés, de Marco Polo, era también el limite de Italia, aunque no era Italia, porque Venecia solo puede ser Venecia. Pero ya no. Venecia se ha convertido en un símbolo del turismo excesivo, con graves repercusiones para quienes buscan experimentar la ciudad no como turistas, sino como estudiantes, trabajadores o residentes. Venecia busca atraer al mayor número de personas posible, pero esto tiene un coste: agrava la crisis de la vivienda, con desahucios y viviendas convertidas en hostales. En 2024, su población descendió por debajo de los 49.000 habitantes, mientras que las plazas turísticas superaron los 50.000. La gestión municipal de los flujos turísticos es un auténtico despropósito. Llena la ciudad de gente sin rumbo. Sin embargo, algunos grupos e individuos intentan recuperar los espacios de la ciudad y garantizar que Venecia y su comunidad no desaparezcan. Los resistentes se niegan a abandonarla. Lo mejor que podemos hacer por ellos es no ir a Venecia. Solo con soñarla, debería bastarnos.

tracking