Tarragona

Sociedad

Diez testimonios recuerdan en Tarragona el impacto de la Guerra Civil y la dictadura

Diez víctimas de la Guerra Civil y la represión franquista dan testimonio de la barbarie durante la primera Audiencia Memorial que se celebra en la ciudad

El abuelo de Montserrat Giné (aparece en la foto en blanco y negro) sigue en una fosa común de Tarragona.

El abuelo de Montserrat Giné (aparece en la foto en blanco y negro) sigue en una fosa común de Tarragona.ANGEL ULLATE

Norián Muñoz

Creado:

Actualizado:

Dice Adelina Figueras que «la libertad y los derechos no se heredan, se defienden». Imposible no escucharla cuando se sabe que su padre, Josep Figueras Solé, estuvo prisionero en el campo de concentración de Mauthausen y sobrevivió convencido de que viviría para contarlo (falleció a los 91 años).

El de Figueras fue uno de los diez testimonios que este jueves pudieron escucharse en la Antiga Audiència de Tarragona durante la primera Audiencia Memorial celebrada en la ciudad. En un ejercicio de generosidad, una víctima directa y nueve descendientes de segunda, tercera y cuarta generación (todos de Tarragona o con alguna relación con la ciudad) compartieron cómo la Guerra Civil y la represión franquista marcaron el destino de sus familias.

El valor de los testimonios residió en su diversidad: desde quienes fueron condenados y asesinados por las patrullas y comités revolucionarios en la retaguardia, hasta quienes fueron enviados por las autoridades nazis a campos de concentración, encarcelados por el franquismo o víctimas directas de la represión en los últimos años de la dictadura.

El acto, que se celebraba por primera vez en Tarragona, tuvo lugar en la Antoga Audiència.

El acto, que se celebraba por primera vez en Tarragona, tuvo lugar en la Antoga Audiència.ANGEL ULLATE

El recorrido por este rompecabezas emocional de la memoria comenzó con Enric Olivé Serret. Su padre, un joven católico sin militancia política, fue encarcelado en un barco en el puerto y sentenciado a muerte por un tribunal popular. Un miembro de un comité revolucionario lo rescató de la ejecución. Olivé nunca escuchó un reproche de su padre.

Emilio Vives de Arpe es nieto del doctor Josep Maria Vives Salas, torturado y quemado vivo a finales de 1936, muy probablemente por una venganza personal. Para Vives de Arpe, también médico, contarlo es su manera de intentar que «actos tan ignominiosos no se repitan jamás».

Al abuelo de Vicente Loscos Solé, también médico, lo asesinaron por tener “cara de capellán”. Su padre también estuvo prisionero.

Núria Alomà Canelo recordó cómo la tenacidad de su madre consiguió que a su padre, quien fuera concejal de Cultura del Ayuntamiento de Tarragona, le fuera conmutada la pena de muerte a la que lo había condenado el franquismo por el exilio. De esta y otras dolorosas pérdidas apenas se hablaba en su casa.

El caso de Neus Saún Casas era distinto: sus padres, militantes republicanos, también estuvieron encarcelados (su padre condenado a muerte, aunque la pena le fue conmutada por el exilio). Siempre explicaron lo que habían vivido. Tras residir en Francia, al regresar daban cobijo a los excarcelados, y su hogar sufría registros policiales día sí y día también.

Montserrat Giné, nada más comenzar, colocó una foto de su abuelo en la mesa frente a la butaca de los conferenciantes. La imagen es uno de los patrimonios familiares más preciados. Para ella, hablar de él era un acto cargado de simbolismo. Su abuelo fue condenado a muerte en Tarragona y fusilado en la Muntanya de la Oliva. Todavía yace en una fosa común. «No queremos pasos atrás, se lo debemos», dijo en referencia al blanqueamiento del franquismo.

Silvia Mas Font relató cómo su bisabuelo, sastre con negocio en la Plaça de la Font, fue denunciado por rebelión, probablemente por un cliente. Murió de fiebre tifoidea mientras estaba preso. Su abuelo luchó en la Lleva del Biberó y estuvo en un campo de concentración, pero apenas hablaba de ello.

El padre de Matilde Rodrigo Knafo fue sargento republicano. Hecho prisionero, logró huir a Francia y luego a Marruecos. Su hermano, Juan Gabriel Rodrigo Knafo, murió a manos de la policía durante una manifestación en 1976.

Ricardo Gil Gómez, detenido, torturado y perseguido por su actividad en Comisiones Obreras y las Juventudes Comunistas, estuvo durante años en la lista negra de la policía, que le negaba cualquier trabajo.

Adelina Figueras, a la derecha, saludando a una asistente al acto.

Adelina Figueras, a la derecha, saludando a una asistente al acto.ANGEL ULLATE

Los testimonios se cerraron con Adelina Figueras, quien habló de la increíble resiliencia de su padre en Mauthausen y en otros tres campos de concentración.

El acto, promovido por la Direcció General de Memòria Democràtica de la Generalitat, contó con la presencia del conseller de Justícia i Qualitat Democràtica, Ramon Espadaler; el alcalde de Tarragona, Rubén Viñuales; la concejala de Memoria Democrática, Sandra Ramos; y concejales de distintos partidos políticos. Todos compartieron una misma consigna: no olvidar, no repetir.

tracking