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Tarragona prueba un modelo de justicia restaurativa que se extenderá a toda Catalunya

La demarcación lleva a cabo un plan piloto. El año pasado se superaron las mil solicitudes para este proceso que busca reparar el daño causado a la víctima más allá de las sentencias

Fotograma de ‘Maixabel’, donde la viuda de una víctima de ETA pasa por un proceso de justicia restaurativa con los autores del crimen.

Fotograma de ‘Maixabel’, donde la viuda de una víctima de ETA pasa por un proceso de justicia restaurativa con los autores del crimen.Cedida/RTVE

Norián Muñoz

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En la película Maixabel (2021), Iciar Bollaín relata la historia de Maixabel Lasa (interpretada por Blanca Portillo), una mujer que, tras perder a su marido en un atentado de ETA, decide reunirse con los miembros de la organización terrorista. A lo largo del film, Maixabel dialoga con los exmiembros de la banda que asesinaron a su esposo, buscando respuestas y entendimiento, especialmente con ‘Joxe Mari’ (Luis Tosar). Este último acaba cambiando sus posiciones iniciales y reconociendo el sufrimiento que causó.

Aunque actos como este pueden parecer excepcionales, la realidad es que la justicia catalana ha comenzado a montar la infraestructura para que víctimas de todo tipo de delitos (excepto las de violencia de género) puedan ser escuchadas y, si es posible, conversar directamente con sus denunciados con el fin de reparar el daño causado. Este proceso voluntario, confidencial, gratuito y guiado por profesionales, se llama justicia restaurativa.

En el camino hacia la implementación de estos procesos en Catalunya, la demarcación de Tarragona está desempeñando un papel protagonista, ya que ha sido elegida para llevar a cabo el programa piloto que permitirá evaluar qué se necesita para ofrecer este derecho de manera universal y qué resultados se pueden esperar.

Tal como explica Jesús M. del Cacho, director general de Ejecució Penal en la Comunitat y Justícia Juvenil, Catalunya ya fue pionera al poner en marcha la posibilidad de acceder a procesos de justicia restaurativa para delitos menores. En 1990 se instauró en la justicia juvenil y en 1998 en la de adultos.

Jesús M. del Cacho, director general d'Execució Penal a la Comunitat i de Justícia Juvenil

Jesús M. del Cacho, director general d'Execució Penal a la Comunitat i de Justícia JuvenilCedida

El salto cualitativo y cuantitativo, no obstante, se ha producido con la implementación del programa piloto en 2024, lo que ha incrementado significativamente la demanda en la demarcación en comparación con años anteriores. Mientras en 2023 se registraron 664 solicitudes en Tarragona y 37 en Terres de l’Ebre, en 2024 fueron 1.010 y 32, respectivamente.

En el conjunto de Catalunya, la justicia restaurativa en adultos atendió en 2024 un total de 2.939 casos, un 31% más que el año anterior. La mayoría de las víctimas (52,8%) y de los victimarios (68%) eran hombres.

Una de las claves ha estado en ampliar la estructura: los técnicos facilitadores han aumentado de 4 a 17. Se trata de un equipo multidisciplinar compuesto por profesionales de la psicología, trabajo social, educación social, criminología y sociología. Todos cuentan con un máster en mediación y resolución de conflictos, además de formación continua en prácticas de justicia restaurativa.

El proceso paso a paso

Aunque para acceder a la justicia restaurativa es necesario que se haya formalizado una denuncia, lo cierto es que este proceso es independiente al que se celebra en los juzgados. De hecho, se puede acceder a la justicia restaurativa en cualquier momento, incluso años después de que se haya dictado una sentencia.

La solicitud para iniciar el proceso puede hacerla directamente cualquiera de las partes implicadas, sus abogados o incluso proponerla los jueces.

Silvina Martins, coordinadora de Justícia Restaurativa en Tarragona i Terres de l’Ebre, explica que, dentro del programa piloto que se está llevando a cabo en la demarcación, el primer contacto se hace a través de la oficina de atención a la víctima. Habitualmente, hay una conversación inicial por teléfono y luego, de manera personal, se les explica cómo funciona el proceso. Desde el principio, todos los pasos se dan de forma voluntaria.

Las sesiones suelen realizarse en sedes judiciales para garantizar la profesionalidad y seguridad, aunque en casos de trauma se buscan espacios más «amables».

Martins señala que su trabajo es «artesanal», buscando adaptar el proceso a las necesidades específicas de cada víctima. En este sentido, recuerda un caso originado por una disputa en la cola de un supermercado que derivó en una agresión física a una mujer en el aparcamiento. El impacto emocional fue tan grande que la víctima, que llegó a temer por su vida, no podía salir sola a la calle, lo que afectó directamente a su familia y entorno.

En este caso, se organizó un ‘círculo familiar’ en el que ella y sus allegados pudieron expresar los miedos e inseguridades vividos tras el incidente. Los agresores no comparecieron, pero la víctima dijo sentirse liberada del lastre emocional de sentirse una carga para los suyos. Al igual que muchas personas que pasan por el proceso, para esta mujer fue un punto de inflexión que le permitió quitarse la etiqueta de víctima y «recuperar su vida». En torno al 75% de quienes participan en el proceso quedan satisfechos.

En la justicia ordinaria, explica Martins, en un caso como este, que fue tipificado como leve, lo habitual es que el juicio dure apenas unos minutos, durante los cuales la víctima tiene poca oportunidad de intervenir y la familia y otras víctimas secundarias no son escuchados.

Asumir responsabilidades

Jesús M. del Cacho, quien antes del cargo actual fue magistrado del Juzgado de Menores de Tarragona desde 2005 hasta 2024 (y anteriormente ocupó la misma plaza en Lleida), habla con conocimiento de causa cuando dice que la justicia restaurativa es «una forma de entender la justicia que no se conforma con el castigo, sino que busca reparar, reconocer y reconstruir lo que se ha roto, porque, en definitiva, el delito es una quiebra para la víctima por el daño que se le ha hecho, pero también lo es para el agresor, porque este también pierde su dignidad en el proceso… Por tanto, la justicia restaurativa es una oportunidad para ofrecer una respuesta mucho más humana y cercana».

Una vez que se han trabajado las necesidades de la víctima, se contacta con el victimario, quien también puede decidir voluntariamente si participar o no. En este caso, señala Martins, se trabaja en la responsabilidad del agresor y en saber si es consciente de las consecuencias de su conducta.

En este sentido, pone el ejemplo de una hija adulta que denunció a su padre por maltrato. Las sesiones fueron una oportunidad para que ambas partes pudieran explicarse. También se llegó a acuerdos concretos, y la joven decidió retirar la denuncia (aunque el objetivo de la justicia restaurativa no es interferir en el proceso judicial convencional). El proceso le otorgó lo que ella llamó una «segunda vida», al sentirse creída y escuchada.

En el caso de que víctima y victimario se encuentren, la idea es llegar a acuerdos. Entre los acuerdos más frecuentes en los procesos de justicia restaurativa en Catalunya en 2024 estuvieron la restauración de las relaciones sociales o comunicativas entre las partes (en muchos casos, ambos se conocían) y acuerdos morales, como pedir disculpas, entender el daño causado o realizar una tarea o labor concreta. También hubo acuerdos materiales, como indemnización por daños y perjuicios.

Se espera que el programa termine en 2027, y a partir de entonces se pueda promover universalmente. Del Cacho recurre a la metáfora de la vasija rota para explicar el objetivo de la justicia restaurativa: lo que se intenta con el proceso es pegar los trozos con cuidado. El aspecto no vuelve a ser el mismo, pero la vasija recupera su utilidad y función, señala.

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