El Hospital Joan XXIII de Tarragona es pionero en una técnica para tratar los tumores de columna
Se trata de una intervención poco invasiva, que deja sin funcionar un pulmón para llegar hasta la columna a través de la cavidad torácica. El equipo también ha operado en Bellvitge

El equipo de profesionales del Hospital Joan XXIII, realizando la técnica carpectomía dorsal toracoscópica.
El Hospital Universitari Joan XXIII de Tarragona es pionero en una técnica que permite intervenir la columna vertebral para tratar hernias discales, infecciones o tumores, sin necesidad de abrir la espalda. Lo hace a través de tres pequeños agujeros en la cavidad torácica –de máximo tres centímetros cada uno– y colapsando uno de los pulmones. De esta manera, los profesionales tienen campo libre para acceder hasta la zona afectada de la columna. La técnica es conocida como carpectomía dorsal toracoscópica, se hace en Tarragona desde hace dos años y se han intervenido al menos una quincena de pacientes.
Una de las características más destacadas de esta técnica es que, para llevarla a cabo, es necesaria la coordinación y complicidad de un equipo multidisciplinar, formado por anestesiólogos, neurocirujanos y cirujanos torácicos. Todos a una para realizar una práctica compleja que mejora para siempre la vida de los pacientes. El papel de cada uno de los profesionales es clave para el éxito de la intervención. El equipo se ha desplazado incluso al Hospital de Bellvitge para llevar a cabo esta técnica.
La intervención se realiza en casos de fracturas en la columna, de hernias discales calcificadas, de infecciones vertebrales o de tumores. Estas últimas operaciones son las más complejas. «Puede ser que un tumor primario de cualquier punto del cuerpo mande una célula metastásica a la columna. Es entonces cuando podemos intervenir», explica el doctor Francisco Gonçalves, neurocirujano y alma del proyecto en el Hospital Joan XXIII, quien asegura que, en Tarragona, hay mucha incidencia de tumores raquimedulares. «Desconocemos los motivos, pero ver tanta patología de esta clase nos ha permitido ser más expertos», añade el doctor Gonçalves.
«Gracias a la nueva técnica, estos pacientes, que prácticamente estaban desahuciados, les hemos podido visitar y les hemos dicho que podíamos hacer algo para ellos. Les podemos ofrecer la cirugía más compleja que puede existir y lo hacemos de forma excelente», añade el neurocirujano.
Trabajo en equipo
El primer profesional que interviene en esta técnica es el anestesiólogo, quien tiene que conseguir dormir al paciente, controlar las constantes vitales en todo momento y dejar sin funcionar un pulmón para que el resto del equipo pueda trabajar con tranquilidad. «Para ello utilizamos una especie de tubo con una cámara para visualizar en todo momento el árbol bronquial», explica el doctor Adrián Martínez, anestesiólogo del Hospital Joan XXIII. Popularmente parece que el anestesista solo se encargue de dormir al paciente. Esta técnica nos demuestra que el papel de este profesional va mucho más allá. Es clave y fundamental para poder realizar la intervención y que, tanto el neurocirujano como el cirujano torácico, puedan trabajar con total seguridad.
Una vez el anestesista deja listo al paciente, es el turno del cirujano torácico, quien debe localizar los puertos de entrada y realizar el abordaje a través de la cavidad torácica. Por uno de los puertos accede la cámara y por los otros las herramientas de trabajo. Incluso las placas o loas prótesis, si fuera necesario. El cirujano torácico localiza las vértebras y prepara el campo quirúrgico –por ejemplo, separando la arteria aorta y la vena cava, que son los grandes vasos sanguíneos a nivel torácico–.
Es entonces cuando entra en juego el trabajo del neurocirujano, quien se encarga quitar las hernias o los tumores, o de corregir las curvaturas de columna. «Lo hacemos a través de aspiradores ultrasónicos que nos ayudan a absorber el tumor de forma segura. También somos capaces de poner prótesis telescópicas o de colocar placas vertebrales para darle estabilidad», explica el doctor.
Antes de utilizar esta técnica, para quitar un tumor o tratar una hernia, era imprescindible abrir la espalda del paciente de arriba abajo y de poner luego 30 tornillos. «Además, tampoco controlábamos del todo bien el tumor al tratarlo desde atrás. Ahora, desde delante, somos capaces de limpiar el tumor casi al cien por cien», añade el neurocirujano.
Según los especialistas, este abordaje implica grandes ventajas respecto a las técnicas más convencionales. El paciente sufre menos dolor postoperatorio, se reduce el riesgo sanguíneo y de infección y la recuperación es mucho más rápida.
El éxito
La clave del éxito de la innovadora técnica tiene que ver con la complicidad y el saber hacer de todos los profesionales implicados en la intervención. Es un equipo multidisciplinar que necesita de máxima coordinación para que todo vaya bien.
Pero, sin ninguna duda, está técnica no se hubiera llevado a cabo si no fuera por la firme apuesta del hospital para innovar en técnicas cada vez más arriesgadas. «La dirección del centro nos ha dotado de tecnología de última generación para poder llevar a cabo estas intervenciones. Desde torres, hasta pantallas nuevas, pasando por un angiógrafo que da una imagen intraoperatorio tridimensional», explica el neurocirujano.
Gonçalves es el alma e impulsor del proyecto. La técnica se la dio a conocer un doctor durante su formación, en el Hospital Sagrat Cor de Barcelona, pero se hacía de forma muy básica. «La técnica quedó en el baúl de los recuerdos y, años después, el Hospital Joan XXIII ha querido apostar por ella, comprometiéndose a dotar el servicio de la tecnología necesaria», explica el doctor.
La unidad de neurocirugía del Joan XXIII es una unidad extendida del Hospital de Bellvitge. Eso significa que comparten conocimientos y, en ocasiones, se piden ayuda unos a otros. En el caso de esta práctica, los profesionales del Joan XXIII han realizado intervenciones en las instalaciones del hospital barcelonés. Es momento de sacar el orgullo, de salvar vidas y de mostrar el talento tarraconense.

Un paciente, justo antes de localizar los puertos de entrada.