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El proceso de transición de la Divisió VII dels Centres Universitaris del Camp de Tarragona –perteneciente a la Universitat de Barcelona (UB)– a la creación de la Universitat Rovira i Virgili (URV), contó con la implicación y el trabajo de muchas personas, como por ejemplo Joan Martí y Joana Noguera. A finales de los años 80, la provincia de Tarragona contaba con estudios universitarios, repartidos por el territorio, como los de Medicina, Ciències Químiques o Filosofia i Lletres, entre otros. Todos ellos pertenecían a la Universitat de Barcelona y estaban gestionados por la Divisió VII, una delegación de la UB que entre los años 1989 y 1992 estuvo presidida por Joana Noguera.
La creación de la Universitat Rovira i Virgili supuso que la Divisió VII del Camp de Tarragona de la UB pasaba a constituirse como Universidad independiente. Joana Noguera recuerda el 30 de diciembre de 1991, día en el que se leyó y aprobó en el Parlament de Catalunya el decreto de creación de la URV «como una jornada muy emocionante, en la que todos los asistentes rompimos con un fuerte y enfervorizado aplauso». La nueva realidad institucional que se creaba ponía el punto y final a la Divisió VII del Camp de Tarragona y suponía, según su por entonces presidenta, «el reconocimiento del trabajo intenso y continuado desarrollado durante los años precedentes por sus integrantes».
Noguera, que una vez acaba su etapa como presidenta de la Divisió VII regresó a su trabajo de docencia e investigación en la cátedra de Teoria i Història de l’Educació en la Facultat de Ciències de l’Educació i Psicologia de la URV, augura un gran futuro para la URV. «El nivel actual de la Universitat Rovira i Virgili queda bien claro con la evaluación de los organismos internacionales de los centros universitarios, donde la URV está situada en un ranking preferente».
Si destacado fue el papel de Joana Noguera en este proceso de transición hacia la URV, no menos importante fue el de Joan Martí, fundador y primer rector de la universidad tarraconense. Una vez aprobado el decreto ley de creación de la URV, «el president Pujol me pidió que fuese yo el presidente de la comisión gestora», recuerda Martí, quien por entonces era catedrático de Filologia Romànica de la Universitat de Barcelona. Aunque admite que se lo pensó un poco, porque «poner en marcha una universidad no es ninguna broma, sino una responsabilidad de gran envergadura».
Los inicios fueron duros. «Todo fue muy complicado. Cada ámbito de decisión tenía sus dificultades. ¿Qué estudios haríamos? ¿Qué líneas de investigación nos interesaban más? El déficit de equipamientos, la confección de un organigrama, la falta de presupuesto… Además, teníamos que decidir el modelo de cara al futuro, que la Universidad fuese válida 30 años después, explica Joan Martí, quien también valora «la implicación de todo el territorio».
Visto lo visto, el objetivo parece que se ha logrado, ya que «con todas las carencias propias de las universidades del Estado, veo a la URV muy bien. Lo que ha conseguido en estos 30 años es muy importante, se lo ha ganado a pulso. Si no desfallece, no hay cuestiones externas que perjudiquen y no pierde la ambición, tiene un gran futuro por delante».
