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    La inflación repunta hasta el 5,8% tras el final de la ayuda del Gobierno a los carburantes

    La rebaja del IVA en los alimentos no parece haber sido suficiente para frenar una subida de los precios que ha sido mucho más profunda de lo anticipado por los analistas

    30 enero 2023 19:51 | Actualizado a 31 enero 2023 07:00
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    La inflación seguirá siendo el gran quebradero de cabeza para la gestión económica del Gobierno este nuevo año. Tras cinco meses consecutivos a la baja, el Índice de Precios al Consumo (IPC) despidió enero en el 5,8%, una décima más que el 5,7% de diciembre. Esa décima de subida en la tasa general se traslada de una forma mucho más intensa a la subyacente -considerada más persistente al no tener en cuenta productos más volátiles como los energéticos o los alimentos frescos-, que se disparó al 7,5% desde el 7% de diciembre. Se trata de la más elevada desde diciembre de 1986.

    Uno de los motivos detrás de este frenazo en la moderación de los precios es que enero fue el primer mes sin la bonificación de 20 céntimos al combustible para particulares, y los precios de los carburantes han subido más de lo que lo hicieron en enero de 2022. Los conductores, especialmente los que se ven obligados coger el coche cada día por motivos laborales, han vuelto a notarlo en sus bolsillos. Núria, que reside en Miravet pero trabaja en Tortosa, explica que «con la ayuda pudimos respirar un poco, pero ahora volvemos a pagar y este mes de enero lo he notado. Me gasto unos 250 euros en gasoil al m es y por eso combino los viajes al trabajo en coche con el autobús». De hecho, a esta conductora le saldría mucho más barato coger el transporte público para ir a trabajar cada día a Tortosa (pasaría a gastar 40 euros), pero explica que no lo hace «por el tiempo de desplazamiento. En coche tardo unos 40 minutos al trabajo, mientras que en el autobús es una hora u hora y pico».

    En situación similar se encuentra Marcos, un joven que vive en Cambrils y trabaja en Reus. En su caso asegura gastar unos 100 euros en gasolina al mes, pero porque «me quedo a comer en el trabajo. Me sale más a cuenta que ir a comer a casa». O el caso de Fran, otro joven que vive en Maspujols y trabaja el Vila-seca, quien explica que «dependiendo de lo que me mueva los fines de semana, suelo gastar unos tres depósitos de gasolina al mes, lo que supone unos 180 euros. ¿Si se ha notado la desaparición de la ayuda? Es lógico, pero yo intento optimizar al máximo el depósito».

    A cambio de poner fin a ese descuento en el combustible, el Gobierno aprobó la rebaja del IVA sobre los alimentos básicos, por la que se suspendió el gravamen aplicado a los productos que ya tenían el tipo reducido del 4% y se recortó del 10% al 5% el de los aceites y las pastas.

    No obstante, habrá que esperar hasta el 15 de febrero, cuando el INE publique el dato definitivo de inflación con todos sus detalles, para comprobar el impacto de la medida que, de momento, no parece haber sido suficiente para frenar una subida de los precios que ha sido mucho más profunda de lo anticipado por los analistas. Ese ‘gap’ entre las expectativas, que apuntaban a una inflación de entre el 4,7% y el 4,9%, y el dato real hay que buscarlo también en los cambios metodológicos que el INE ha introducido para calcular el IPC y que, según fuentes consultadas, los propios analistas desconocían hasta ayer mismo. Para empezar, el INE ha incorporado por fin al cálculo del IPC la evolución del precio de la electricidad y del gas en el mercado libre. Hasta ahora solo incluía el importe de las tarifas reguladas, dejando fuera al resto de consumidores, que son la mayoría (un 60% de los hogares). Esto provocaba cierto desajuste con la realidad de la inflación de estos últimos años, marcados por la escalada de los precios energéticos.

    La incorporación de las tarifas libres ha supuesto, además, un complejo proceso de medición que se ha retrasado un año ante «la falta de un suficiente nivel de detalle, ni de criterios técnicos que permitieran aplicar una metodología consistente con los requerimientos exigidos en el cálculo del IPC«, según indican desde el INE. Y todo en un clima de máxima tensión que el verano pasado estalló con la abrupta salida «por motivos personales» del presidente de la institución, Juan Rodríguez Poo, tras meses de desencuentros con el Ministerio de Economía a cuenta precisamente de las fórmulas empleadas para el cálculo de estadísticas como el PIB o el propio IPC.

    A partir de ahí, se elaborará la estadística, en la que el INE no comparará entre mercado libre y regulado, algo que permitiría al consumidor hacerse una mejor idea de qué tarifa es la más beneficiosa.

    Cambios en la ponderación

    Como cada año, y con el visto bueno de Eurostat (la oficina estadística de la UE), el INE también ha cambiado el peso de cada componente del IPC en la cesta de la compra. Hasta ahora, el organismo utilizaba la Encuesta de Presupuestos Familiares para calcular esa ponderación. Pero desde este mismo enero, y por recomendación de la Comisión Europea, se utilizarán datos de la Contabilidad Nacional, que se complementarán con «información y encuestas exógenas» para determinados ítems como la evolución del precio del alquiler. Estos cambios han generado que, por ejemplo, se recorte del 22,6% al 19,6% la parte del presupuesto que las familias destinan a la compra de alimentos y bebidas no alcohólicas, en plena tensión por la reciente subida de estos precios. También se rebaja el peso de los gastos destinados a vivienda (que incluye la electricidad, agua, alquiler, etc.), del 14,2% al 12,7%.

    Por el contrario, eleva del 3,1% al 4% el peso del gasto que se destina a bebidas alcohólicas y tabaco y sube al 6% el gasto en medicina, desde el 4,4% establecido para el cálculo del IPC en 2022. También sube el peso del presupuesto destinado al transporte, ocio y cultura.

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