Vecinos de la calle Siurana sufren filtraciones de agua en sus casas tras las obras del PP10
La construcción de la nueva urbanización comportó movimientos de tierra en un solar que se atribuye a Incasòl. La solución provisional que aplicó el Ayuntamiento no lo ha solventado

Vecinos de la calle Siurana sufren filtraciones de agua en sus casas tras las obras del PP10
Una docena de vecinos de la calle Siurana, en el barrio de Campclar, se han visto afectados por filtraciones de agua en sus viviendas en los últimos meses. Aseguran que el origen es el movimiento de tierras que ha comportado la urbanización del plan parcial 10, más conocido como el barrio de Ten Brinke, lo que ha generado que en los días de lluvia intensa el agua no se filtre, de forma que se queda estancada, e incluso se han originado grietas y humedades en los garajes de alguna de las casas. «No nos había pasado nunca y nos estamos completamente indefensos, porque vinieron todos aquí a hacerse la foto y a inaugurar la obra, pero después se marcharon y nos han dejado completamente tirados», asegura Mari.
El inicio de las obras para la urbanización del nuevo barrio fue en 2020 y muchos de estos vecinos ya residían allí desde 2001, cuando finalizó esta promoción de viviendas apareadas. La parte trasera de la casas da a un terreno que la administración local asegura que es de Incasòl, y que durante todos los meses en los que la constructora estuvo trabajando permaneció vallado. «Nos dijeron que aquí iría una calle», dice Xavi Massip. No obstante, se hicieron algunas modificaciones en el proyecto y tan solo ha quedado un camino de tierra que en un costado limita con las casas y en el otro con una reja metálica que impide el acceso al solar, que según el proyecto está catalogado como «espacios libres», por tanto, como zona verde.
Los vecinos aseguran que durante la ejecución de los trabajos se «modificó completamente» el relieve del solar adyacente, por lo que, cuando llueve, baja el agua procedente de la T-11 y se acumula. Estos explican que en octubre del año pasado detectaron el problema y que se dirigieron a la caseta de obras para presentar las dudas que les surgían alrededor de la actuación que se estaba llevando a cabo, e informarles de la situación. «Me indicaron que debía ponerme en contacto con el técnico municipal», dice Xavi Massip. A raíz de este primer contacto, a inicios de noviembre se celebró una reunión con el jefe de obra. «Pedimos información sobre el estado en el que quedaría la parte del terreno que linda a nuestras viviendas y nos dijo que esta parte pertenece a Incasòl y que el Ayuntamiento había pedido permiso para arreglarlo, pero se lo había negado», sigue explicando. Asimismo, la administración local tampoco se hacía responsable del mantenimiento, ya que no era el titular de la finca.

En este encuentro, los vecinos también expusieron los problemas causados por las aguas pluviales. «Le enseñamos fotografías y vídeos de un día de lluvia que fueron grabadas con mi dispositivo móvil y el jefe de obra manifestó que no lo habían tenido en cuenta y que se tomarían las medidas oportunas para evitar que volviera a ocurrir», afirma Massip.
Una balsa y un canal
Sin embargo, semanas más tarde, en concreto el día 23 de noviembre hubo una fuerte tormenta, lo que originó una gran concentración de agua, que acabó provocando grietas en la pared por la parte trasera de las casas, es decir, la del costado de las obras. Varios vecinos aseguran que presentaron instancias Ayuntamiento para denunciarlo. A raíz de esto, se propusieron una serie de medidas para solucionarlo. En primer lugar, se abrió una balsa en la parte de arriba, junto a la T-11, para retener el agua, y desde esta se abrió una canalización natural hasta un colector. La solución afirman «no ha servido de nada. No chupa el agua porque queda atascado y queda como una presa, por lo que el agua se queda aquí y se va filtrando a las casas». Esta primavera han vuelto a tener dos episodios en los que el agua volvía a entrar a los garajes y esta misma semana no se ha llegado a este extremo, pero la parte trasera de las viviendas volvía a quedar anegada.
Por otro lado, los afectados temen que la solución que se ha ejecutado acabe convirtiéndose en un nuevo problema. «Nos dijeron que la balsa debía recoger el agua y que el terreno la absorbería, pero allí siempre hay agua y esto se convertirá en una zona de mosquitos, agua estancada y ranas», lamentan.
Estos residentes lamentan que durante todo este tiempo «el Ayuntamiento no nos hace caso, lo que hace que nos sintamos muy indefensos». Estos aseguran que han presentado varias solicitudes y requerimientos a la administración local y que no han obtenido una respuesta. Por este motivo, algunos se plantean acudir al Síndic de Greuges para plantear el problema, mientras siguen batallando con el seguro para conseguir reparar los daños. Unos desperfectos que no tan solo vienen del agua, ya que algunas de estas personas aseguran que el movimiento de máquinas pesadas durante las obras generó grietas en sus viviendas y «nadie se ha hecho responsable».
Desde el Ayuntamiento de Tarragona se asegura que este es un tema que «ya está solucionado». «Hicimos una actuación de emergencia provisional de canalización para arreglarlo, a la espera de que se haga algo definitivo cuando se haga la zona verde en el solar de Incasòl», defienden fuentes municipales.
Por su parte, el Institut Català del Sòl asegura, cuando se hizo la reparcelación, en el ámbito del PP10 a este organismo se le adjudicó una parcela residencial, la M5-B, de 4.222 metros cuadrados de superficie y 11.471,87 metros cuadrados de techo, que está ubicada en medio del sector. La finca no se correspondería con estos terrenos y por tanto aseguran desconocer el problema. Pese a ello, desde el Ayuntamiento de Tarragona se asegura que el titular de este solar es el ente autonómico.
En la parte de arriba se hizo una balsa para acumular el agua. FOTO: pere ferré
Cuando llueve mucho, la canalización natural no es suficiente y el agua llega a las casas. foto: pere ferré