Se busca ginecólogo especialista en reproducción asistida
Formarse para este perfil profesional, el más buscado en el sector sanitario y que puede llegar a ganar 100.000 euros brutos al año, precisa de al menos diez años de estudio

Se busca ginecólogo especialista en reproducción asistida
Se busca ginecólogo especialista en reproducción asistida. Entre 60.000 y 100.000 euros brutos al año. Con los centros sanitarios privados de más postín peleándose por hacerse con los servicios de uno de estos profesionales. Literalmente, quitándoselos de las manos.
Es el panorama para un perfil que se ha convertido en el más buscado en el sector sanitario español, según adelanta el último informe Los más buscados de Spring Professional 2017, la consultora de selección de mandos intermedios, medios y directivos del Grupo Adecco.
Diez años de estudios
Llegar hasta aquí no es sencillo. Un mínimo de diez años de formación académica específica (entre el grado de Medicina, la especialidad en Ginecología y el master en Reproducción Asistida) no son poca cosa. Un par de años más de experiencia en el sector, llevando a cabo punciones e inseminaciones, completan el perfil básico.
¿De dónde el auge en la demanda de este tipo de profesionales especializados? Laia Subirana, manager de Spring Professional Life Sciences en el Grupo Adecco, lo resume: «En el sector Healthcare, el área de Ginecología y Reproducción Asistida ha aumentado mucho en los últimos años. Hay diversas razones, pero la principal es la evolución de nuestra sociedad, donde abunda una maternidad retrasada y, en consecuencia, una fertilidad baja».
«El segundo factor –prosigue Subirana– es que la crisis ha remitido y la gente tiene más recursos para afrontar este tipo de tratamientos. En tercer lugar, porque tenemos mucha gente del extranjero que viene a someterse a este tipo de técnicas: Barcelona se ha convertido en un foco internacional muy importante en Reproducción Asistida».
Entre las funciones que desempeñan estos profesionales se encuentran la evaluación de esterilidad, los diagnósticos, la elaboración de tratamientos de fertilidad, las estimulaciones, inseminaciones, punciones y transferencias.
De todas estas tareas, Laia Subirana destaca como primordial tener experiencia en punciones e inseminaciones. «En el sector sanitario, la base técnica –explica– es imprescindible, y esa base hay que tenerla. Si un profesional no ha ejercido esas funciones o no tiene un master en Reproducción Asistida, difícilmente lo podremos recolocar aquí».
El italiano es un plus
Pero junto a esa preparación técnica es también «muy valorable tener idiomas y empatía. Este profesional ha de saber ponerse en el lugar del otro y empatizar con él». Entre los idiomas, el inglés figura, como en cualquier sector, en la base imprescindible. Asegurado ese nivel profesional de inglés, una buena opción como segundo idioma (o cuarto, en el caso nada infrecuente de profesionales catalanes bilingües en catalán y castellano) es el italiano. Una parte importante de los extranjeros que acuden hasta aquí para llevar a cabo un tratamiento de reproducción asistida proceden de Italia.
Factores valorables, pero no determinantes. Tal es la demanda de este perfil profesional, que en la franja baja de la banda salarial puede aspirar a unos ingresos brutos de 60.000 euros al año, mientras que en la alta se sitúa en los 100.000 euros brutos anuales.
Cuenta Laia Subirana que aunque «hay pactos de no agresión entre algunas clínicas» para no robarse profesionales entre ellas, la guerra por hacerse con estos perfiles es encarnizada. Uno de los grandes filtros que explican hoy su escasez –al margen de la demanda creciente a consecuencia del aumento del mercado– son las titulaciones necesarias para poder ejercer como ginecólogo especialista en Reproducción Asistida en el Estado español.
Flexibilidad laboral
Aunque la incorporación de profesionales extranjeros a este sector no es desdeñable –especialmente, procedentes de América del Sur–, en todos los casos precisan tener un MIR (el curso que les capacita para ejercer como médicos en España), por mucha experiencia previa que tengan ejerciendo en esta especialidad. Cursar el MIR son tres años.
Ante esta escasez, y pese a esos pactos de no agresión, las ofertas para tratar de atraer a estos profesionales son suculentas. Hasta el punto de que el dinero no lo es todo. «Es importante el salario –explica Laia Subirana–, pero también lo es mucho la flexibilidad. La jornada completa full time no suele gustar a este tipo de profesionales, así que las ofertas han de contemplar esas preferencias».
«Se trata –concluye Subirana– de perfiles altamente cualificados que prefieren hacer colaboraciones con distintos centros o tener su propia consulta, que compaginan con estas colaboraciones. También, evidentemente, interviene como factor de decisión la reputación de la clínica que hace la oferta».