Costa

Nits Daurades 

Los Gegants, los Nanos, la Mulassa y els Balls ponen Salou patas arriba

La exhibición de elementos festivos revela el lado más tradicional de las Nits Daurades

Los Nanos (y al fondo los Gegants) llamaron la atención de los más pequeños en el paseo.ALFREDO GONZÁLEZ

Genís Agustín Machado

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Las Nits Daurades no son solo conciertos, danza y fuegos artificiales, también guardan un hueco para aquellos componentes más tradicionales de las fiestas del municipio. La Exhibició d’Elements Festius es un reflejo de la cultura popular salouense. El viernes 9 por la tarde, el Passeig Jaume I vibró con los bailes y melodías de gralles y tambores de los Gegants, los Nanos, las Mulasses, el Ball de Panderos y el Ball de Bastons.

¡A bailar!

El festejo arrancó en la Plaça de les Comunitats Autònomes, centro neurálgico de estas fiestas, con los primeros bailes de els Gegants de la villa. Unos pequeños salouenses se emocionaron al ver llegar a los Gegants: «¡Ya vienen!». El Passeig Jaume I vivió una auténtica cercavila. Como era de suponer un viernes de agosto, Salou estuvo abarrotado de turistas que se acercaban al paseo para ver un acto que, para la mayoría de ellos, era inédito. «Nunca antes había visto algo igual», contaban unos británicos mientras grababan sorprendidos al Gegant pescador girando al ritmo de El Joan Petit quan balla.

La cercavila fue encabezada, por orden de estatura, por la Gegantona Grallon y el Pantabrut. Les siguieron els Gegants Manotes que, con su aspecto y actitud burlesca, regalaron los momentos más simpáticos. Con sus largos brazos y amagos de caída, pegaron algún que otro susto a los visitantes. Incluso, una joven francesa dio un chillido que asustó a unos perros que paseaban y huyó despavorida. Sin duda, fue la imagen de la jornada. Tras este episodio, el Manotes se sentó en un banco para tomarse fotos con la gente.

Los Gegants Pescadors acapararon la mayor atención de cámaras y miradas –posiblemente por su altura–. «No sé cómo lo hacen para no marearse. Yo me moriría...», bromeaban unas turistas. Tras ellos, bailaron los Nanos y la Mulassa, que estrenaba su nuevo atuendo. La acompañó su versión infantil, junto a la que bailaba alocada y le hacía reverencias. Los niños siempre intentaban acariciarles la cabeza.

Finalmente, cerraron la cercavila las danzas populares: el Ball de Bastons y el de Panderos. Entre aplausos y ‘olés’ de un público poco habituado a estas actuaciones, las ocho bastoneras saltaban y bailaban al son de la gralla. Esta también fue la oportunidad de actuar para sus integrantes más jóvenes, que se llevaron una tierna ovación.

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