Fotoperiodismo
Santi Donaire: "Vemos África como un lugar a explotar y no mirar atrás"
El fotoperiodista expone en Tarragona 'Hasta que la tierra aguante'

Exposición 'Hasta que la tierra aguante' con Pep Escoda (izquierda) y Santi Donaire.
La Estación de Autobuses de Tarragona acoge hasta principios de 2026 la exposición del fotoperiodista Santi Donaire Hasta que la tierra aguante, un proyecto de investigación periodística y visual. El resultado de una ruta por los grandes centros de producción de alimentos para analizar las consecuencias ambientales, sociales y sanitarias del modelo de producción actual en España. Donaire visitó Tarragona acompañado del fotógrafo y editor de Phree, Juan Valbuena, quien celebró el 15 aniversario de la editorial en Tarragona, en la Llibreria El Soterrani. Phree publicó Punto Ciego, de Donaire, reconocido este 2025 como el Mejor Libro de Fotografía del Año en PhotoEspaña Madrid. Y publicará el próximo año Hasta que la tierra aguante. Diari de Tarragona conversa con ellos, sobre la editorial especializada y sobre el último de sus trabajos.
Una editorial con 15 años, ¿por qué necesita presentación?
Juan Valbuena: Porque el mundo del fotolibro es muy pequeño y siempre necesitamos presentarnos, una y otra vez, y conseguir que más gente sepa que los fotolibros existen, que merecen la pena, que cuentan historias y que son unos artefactos narrativos muy poderosos que conviene que alguna vez tengamos alguno en casa.
¿Qué cuenta la exposición 'Hasta que la tierra aguante'?
Santi Donaire: Es un pequeño resumen de 16 fotos. Es un proyecto que tiene numerosas patas, pero básicamente lo que intenta es ver cuáles son las consecuencias tanto en el medioambiente como sociales en los seres humanos del modelo de producción agrícola que tenemos en este país. Somos el tercer productor y exportador de fruta y verdura, por ejemplo, del mundo, solo después de Estados Unidos y de China. Somos los terceros productores de carne porcina del mundo, primeros de Europa. Un país tan pequeño produciendo y comparándose con monstruos como China ya te está dando una idea de hasta qué punto estamos forzando los recursos y los cuerpos, la máquina. Entonces, lo que vamos a ver en la estación de autobuses es un pequeño resumen de esos tres primeros capítulos que irán incluidos en ese libro.

Juan Valbuena y Santi Donaire en la Llibreria El Soterrani.
¿Es más periodista o fotógrafo?
SD: Me considero periodista que hago fotos. Me considero periodista porque cuando hago un retrato necesito hablar con la gente. De hecho, el retrato suele ser el resultado, ni siquiera de una entrevista, sino de una convivencia con las personas. Lo de que una foto vale más que 1000 palabras, en mi caso no suele funcionar. Yo necesito conocer la historia, necesito meter datos, necesito leer, documentarme, investigar un poquito para poner en contexto. Y en este trabajo hay mucha información, sobre todo porque si te enseño un campo de aguacate en Málaga, tú quizás no ves lo malo que hay. Te tengo que explicar qué hay detrás de esa imagen que incluso estéticamente puede parecer bonita.
¿Qué zonas ha tocado?
SD: Es un proyecto que tiene una particularidad como libro y es que está vivo. Es decir, nosotros vamos a entregar una caja con los tres primeros capítulos. Pero llegarán otros nuevos. En esos tres capítulos se reparten las culpas por todo el Estado. Pero sí que es verdad que hay una L, que es todo el Levante y Andalucía, que es la que soporta toda la presión. Cuanto más al norte una presión más enfocada a la industria cárnica, algo que sabéis en Catalunya y en Aragón muchísimo, que es todo el boom de la macrogranja que ya ha ido bajando y que ha llegado hasta Murcia. Y luego la zona del sur del Levante y toda Andalucía, la agricultura intensiva.
¿Un fotolibro es caro?
JV: Los libros de fotografía son lo más barato que hay sobre todo si los comparamos con un libro de leer, que te lo vas a leer una vez y que te va a costar 20 € y sabes que además cuesta dos producirlo, que tiene un factor 10 de ganancia industrial. Mientras, el fotolibro tiene con suerte un factor 3 de ganancia industrial. Es decir, es aparentemente mucho más caro, pero es mucho menos codicioso: cuesta mucho más hacerlo. Para que te hagas una idea, si tú tienes en las manos un libro de fotos por el que te piden 50 euros es porque ha costado por lo menos 15 hacerlo. De 15 a 50 hay que repartir con los libreros, con toda la cadena de producción. Es un sector que es caro, pero no por la codicia, sino porque nos gusta hacerlo muy bien. Y luego tiene para mí una ventaja incomparable, que es que se puede ver muchas veces. Es una experiencia que puedes repetir todas las veces que quieras.
¿Qué temas han recorrido en esos 15 años?
JV: La editorial tiene tres líneas fundamentales de trabajo. Una es el álbum familiar, otra es el libro de viaje y otra la fotografía documental contemporánea con problemas sociales, con una conciencia muy fuerte sobre lo que es vivir en España. Hemos tocado de todo, desde los problemas de la migración, la inmobiliaria, la memoria histórica, ETA... O sea, intentar comprender por qué España es diferente a otros países.
¿Le cuesta llegar a la gente?
SD: Yo creo que no. En general me suele gustar ir a aquellos lugares donde normalmente no se pregunta y no hablo de lugares secretos, sino simplemente de territorios que no están acostumbrados a tener el foco mediático. Te das cuenta de que cuando hay puertas que no se han tocado, la gente tiene muchas ganas de hablar y da igual dónde porque le estás preguntando a una persona que lleva 80 años con un trauma que nunca ha contado, como la Guerra Civil. O porque se lo estás preguntando a una persona que lleva 10 años recogiendo fresas y que está destrozada emocional y físicamente y nunca se le ha preguntado. Creo que hay un vacío muy fuerte que los medios de comunicación no lo recogieron tanto y que ahora quizás por esta defragmentación de la comunicación podemos hacerlo. Hay temáticas y lugares que siempre son periféricos y yo me encuentro siempre que cuando preguntas, la gente tiene muchas ganas de contar. Obviamente hay presiones, hay miedo, hay muchos intereses, pero al final la gente tiene ganas de contar.
¿Qué le pasa a una persona que lleva 10 años cogiendo fresas?
SD: Pues sobre todo que está muy enfadada porque cuando empieza a reconstruir toda su historia desde el origen, desde su país, cómo la han contratado, el entorno donde estaba, lo que la han engañado, lo que le prometieron que iba a hacer y luego no hizo, que pagó para venir muchas veces, que cuando viene se encuentra algo que no le han dicho, que para volver a trabajar al día siguiente tiene que acostarse con el jefe, que le pagan la mitad de lo que le habían prometido, que si se rompe una pierna la dejan en la puerta de la finca y no la llevan al centro de salud, que no puede ir a al baño en 8 horas si tiene la regla o si simplemente quiere ir a mear, que no le alquilan una casa por llamarse Fátima y tener un acento de Marruecos. Hay una violencia sistemática a base de racismo puro y duro que tiene muchas caras. Al final es una violencia estructural y además hay un deterioro de la salud mental muy fuerte. Pero como pocas veces individualizamos la historia de las personas racializadas porque son números o son simplemente masa, pues cuando te acercas a ellas, obviamente no solo son personas con historia, con sueños y frustraciones, sino que son gente que va acumulando un desgaste muy fuerte.
Estamos hablando de una nueva versión de la trata de personas...
SD: El racismo es un paraguas bajo el que crecen muchos tipos de explotaciones. A mí me sorprende mucho porque Almería y Huelva, por ejemplo, son dos lugares turísticos muy fuertes. Y para llegar a la playa tenemos que pasar por esos invernaderos, pero no miramos. O si miramos lo interiorizamos dentro de lo que es el paisaje del camino para llegar a un destino que no queremos que nadie nos estropee. Y son gente que dan de comer a toda Europa. Es que somos los terceros en todo el mundo, después de Estados Unidos y China, porque tenemos una mano de obra barata, porque vemos África como un lugar al que ir a por mano de obra, a explotar y explotar y explotar y explotar y no mirar atrás.
¿Ha habido miedo o se han producido amenazas a la hora de aparecer en el reportaje?
SD: Sí, de hecho en el libro Hasta que la tierra aguante aparecen al menos dos retratos de dos mujeres que no enseñan la cara porque siguen a día de hoy en activo trabajando en campo. Y hay un tema que no hemos querido incluir, que son aquellas personas que desde organizaciones ecologistas o vecinales denuncian la contaminación de los suelos, la contaminación del agua, la explotación de los derechos humanos y muchas de esas personas están expuestas diariamente a amenazas. Recuerdo cómo un activista ecologista en Málaga me enseñaba una bala que le habían mandado anónimamente por estar denunciando los pozos ilegales que están sacando el agua para el aguacate y el mango que nos comemos cada día. No quisieron salir. Hay mucho interés, hay miles de millones detrás y por lo tanto siempre va a haber alguien que no quiere que se cuente.
Esto en Latinoamérica es un asesinato directamente.
SD: Es lo mismo. Lo que pasa es que aquí matar sale un poco más caro, pero si saliese un poco más barato, pues pasaría lo mismo que pasa en Colombia o que pasa en Nicaragua o en tantos sitios.
¿Cuánto tiempo les lleva elaborar un fotolibro?
JV: Siempre cuento que lo ideal una vez que el trabajo está acabado es un periodo de gestación humana, 9 meses es óptimo. Se pueden hacer libros en seis y libros en tres, pero salen seismesinos o tresmesinos. Lo ideal es poder equivocarte, dudar, echar adelante, hacia atrás y los libros están vivos y ocurren muchas cosas. Cuando intentas domesticar un trabajo y meterlo en un formato concreto, con un número de páginas concreto, pasan cosas y hay que cambiarlo. De hecho, por ejemplo, cuando empezamos a gestionar este evento en Tarragona pensábamos que el libro Hasta que la tierra aguante estaría listo y no hemos llegado. Quiero decir que está vivo y que nunca es fácil calcular cuánto tiempo necesita. Pero en algún momento hay que cerrar. Ya lo decía Borges cuando le preguntaban: maestro, ¿por qué hay que publicar? Para dejar de corregir borradores, decía.
¿El planeta aguantará mucho más?
JV: El planeta sí. Yo soy físico teórico y sé que el planeta aguanta todo. Otra cosa son los seres vivos que están en el planeta, todos no lo vamos a aguantar. De hecho, ya van muriendo seres vivos, muchos, especies enteras. Entonces, los últimos seres vivos serán humanos, pero serán pocos, muy elegidos y muy sofisticados y con mucho miedo a morir. Serán eternos, tendrán 250 años y serán, imagínate, 6 millones. 6 millones de ricos encapsulados en algún lugar en el 2327.
SD: Los expertos de verdad, la gente que lleva 40 años analizando el tema del cambio climático dice que la situación es horrible. O sea, no es preocupante, no es que haya que tomar medidas, es que vamos tardísimo y vamos muy mal. Yo soy muy pesimista, pero no por una concepción puramente subjetiva, sino porque cada vez que te acercas a la gente que lleva toda una vida estudiando sobre el terreno te dice que ya hemos pasado la línea y a partir de aquí el baile es libre y no sabemos qué pasará.