Narrativa
'El cielo está vacío' de Sara Jaramillo, o cómo conocerse a uno mismo
La autora colombiana retrata la soledad del inmigrante que renuncia a su hogar para empezar de cero en un lugar nuevo

Sara Jaramillo.
La protagonista de ‘El cielo está vacío’ no tiene nombre, pero sí una voz fuerte y clara que narra en primera persona y en presente, cómo un día cualquiera recibe un correo electrónico de alguien de su pasado con quien tuvo una relación, alguien mucho mayor que ella. A continuación, cuenta con esa misma voz que no cambia a pesar de los más de veinte años transcurridos, cómo fue esa época en la que le conoció.
Ella, una joven de veintipocos, acostumbrada a la exuberante y colorida naturaleza de Colombia, huérfana de padre desde niña, decide abandonar su manada de lobos, y saltar el charco hasta el frío, húmedo y gris Londres, para trabajar, escribir su primera novela y ver por fin la nieve. Él, profesor reconocido de la Universidad de Oxford, que le dobla la edad, dueño de una seguridad inquebrantable y una vida holgada. Desde el principio, entre ellos se establece una relación desigual que, con el tiempo, se va intoxicando de necesidad y dependencia.
La mirada de Sara Jaramillo, tan íntima y sincera, está llena de imágenes y matices, igual que la tierra de la que proviene. Multitud de símbolos dan forma a la voz de este monólogo, propio de diario personal, que la protagonista compone página tras página, con sus propias dudas y contradicciones. Lo habitan manadas de lobos, murciélagos en las cabezas, orquídeas que inspiran paz, dientes de león como hebras de pelo… todos ellos referentes cercanos que la ayudan a comprender lo que está viviendo en ese crecimiento personal que es esta novela, dotada de grandes momentos dramáticos, pero también esperanzadores.
La soledad puede llegar a hacerse desoladora para una inmigrante como la protagonista, marcada por esa dificultad para comunicarse en un idioma que no es el suyo, por los prejuicios existentes a los que ella se refiere repetidamente a causa de su nacionalidad, y amparada también por la continua sensación de no encajar o estar fuera de lugar; incluso la movilidad le queda limitada, bajo ese sentimiento de temporalidad según el cual la puedan echar en cualquier momento.

En este viaje emprendido, Sara Jaramillo habla de todo a lo que alguien debe renunciar en ese proceso de descubrirse a uno mismo, de construirse una identidad propia con la que sentirse lo más cómoda posible, aunque a veces no sea tal y como se había imaginado en un principio.