Medios calientes, de Hito Steyerl, cuando la imagen es la protagonista

Con películas como November o libros como Duty Free Art y Los condenados de la pantalla, Hito Steyerl demostró que pensar sobre las imágenes es pensar junto a ellas y desde el acercamiento a sus procesos de producción. De igual modo que para su maestro, el cineasta y ensayista alemán Harun Farocki, preguntarse cómo nuestras imágenes deterioran el mundo o contribuyen, incluso, a su destrucción constituye la premisa con la cual Steyerl aborda, en Medios Calientes, la irrupción de la inteligencia artificial generativa, la expansión de la economía blockchain y el entrelazamiento entre arte, política, autómata cognitivo y emergencia climática en los años que median entre el estallido de la Pandemia de Covid y la actualidad. Un vídeo como el que Donald Trump publicó en la red social X desde su cuenta de presidencia lanzando excrementos desde un avión sobre sus opositores en las protestas ‘No Kings’ hubiese resultado inconcebible hace unos años.

En el seno de lo que denomina un paradigma estocástico o termodinámico —no en vano el generador de Emad Mostaque Stable Diffusion se llama así porque tiene sus orígenes en la ecuación de calor desarrollada por el físico del s. XIX Joseph Fourier—, la imagen contemporánea aparece, de acuerdo con Steyerl, como imagen media, interpolada, surgida de la estadística, el azar y la aleatoriedad, a la vez que inaugura una brecha entre ‘imágenes pobres’ e ‘imágenes del poder’. El uso de las Inteligencias Artificiales Generativas no únicamente supone una explotación privatizada de las imágenes anteriores y el ejercicio de un extractivismo radical efectuado sobre recursos naturales ya exiguos, sino también algo aún más peligroso: la inflación del vínculo, a menudo invisibilizado, entre tecnología e industria militar, la corresponsabilidad de cualquier usuario de matrices generativas de IA en injusticias, discriminaciones e incluso genocidios.

Palantir Technologies, la conocida empresa de análisis de datos fundada por Peter Thiel con la ayuda de un fondo de inversión gestionado por la CIA y dirigida por Alex Karp, no sólo ha empleado la guerra de Ucrania como laboratorio de datos, sino que, ya en 2021, vendió al Ministerio de Defensa Israelí una plataforma de IA que permite automatizar la selección de ‘targets a eliminar’ a partir de informes de inteligencia anteriores o, dicho de otra manera, la posibilidad de que drones automatizados asesinen sin intervención o decisión humana, dispositivo que lleva dos años empleándose en los modos de exterminio de Gaza. Como el sistema de IA ucraniano Griselda, permite delegar en una producción de imágenes no producidas por humanos y no destinadas a ser vistas por humanos —¿se puede llamar a eso una imagen?— la vida y la muerte de civiles.

La entropía de los datos, viene a decir Steyerl, la medida de su desorden se resuelve en la irreversibilidad de las vidas humanas. En la era en la que el futuro resulta más predictible desde el punto de vista estadístico, vivimos exponiendo de una manera más radical el presente al descontrol más radical. Etnonacionalismos, autocracias, populismos y el ejercicio del hipercolonialismo más radical no sólo sustentan una producción de imágenes necropolítica, sino que, al tratar de amparar su soberanía en el régimen de los datos, contribuyen a la destrucción del presente, e Hito Steyerl configura un mapa de esa ruina desde la praxis de las imágenes, desde un ejercicio que nos debe hacer pensar qué comporta el gesto en apariencia inocdente de escribir un prompt, pulsar Enter, y aguardar apenas una fracción de segundo.