Narrativa
Dolores Reyes: "Las mujeres nos seguimos sintiendo culpables de la violencia machista"
La autora argentina denuncia los feminicidios en 'Cometierra', una novela hermosa y cruda, adaptada después para Prime Video

La escritora Dolores Reyes.
Cometierra es una adolescente que vive en un barrio pobre de Argentina. Su apodo se debe a que tiene un don sobrenatural: cuando come tierra de un lugar relacionado con una persona desaparecida, puede tener visiones que le muestran qué pasó con ella o dónde está. Cometierra es una novela de Dolores Reyes (Alfaguara), intensa y potente, hermosa y cruel que trata la violencia de género, los feminicidios, la desaparición de mujeres y la pobreza estructural.
¿Por qué esta historia?
Nací en Argentina en 1978, en plena dictadura de Videla, crecí viendo organizaciones de mujeres buscando a sus hijos e hijas en la tierra, no como una metáfora literaria, desafortunadamente, sino como una realidad material muy triste y dura. Escuché hablar de las desapariciones, de los bebés que faltaban, incluso de los cuerpos que iban apareciendo desde muy chica.
¿Qué pasó cuando llegó la democracia?
Pues también empecé a ver que año a año se buscaban a muchísimas las mujeres que desaparecían, chicas generalmente muy jóvenes. Me acuerdo de un caso que fue emblemático, el de María Soledad Morales en la provincia de Catamarca. Tenía 17, -yo entonces tenía 10- y volvía todos los días corriendo a la escuela para ver qué había pasado, qué se sabía, ver las marchas del silencio. Esto de llevar la foto de una joven y pedir justicia fue como una constante desde que yo era muy chica por todas estas cuestiones. Cuando me puse a escribir sentí que eso, de alguna forma, se me metió en la ficción porque estaba muy presente y lo sigue estando. En la vida de cualquier persona de Latinoamérica siento que es un poco así.

En la novela tiene chicos y chicas. También violencia vicaria.
En Argentina se está viendo mucho. Yo vi que en España también. Siempre me sorprendió que no les importe ni siquiera su propia vida. ¿Cómo van a cuidar a alguien si no les importa su propia vida? Muchas veces matan a los hijos y se suicidan. Es muy impresionante y es una constante prácticamente diaria en Argentina. Y en el resto de Latinoamérica incluso a veces es peor como en México o Colombia, que hay una sangría inconmensurable de vidas, además muy jóvenes. Siempre pienso en las pérdidas, pero no solo de la familia, sino en las pérdidas sociales.
En la novela el policía se implica únicamente cuando le afecta personalmente.
En Latinoamérica y en Argentina esto pasa todo el tiempo. Las policías en el momento en el que tienen que tomar una denuncia muchas veces la desestiman y les comentan a los padres que seguramente se habrá ido con el novio o con las amigas, que ya volverá. Cuando esas horas, las primeras horas, son absolutamente fundamentales para buscar a una persona desaparecida, incluso para encontrarla con vida. Es desperdiciar el tiempo y yo siento que no les importa la vida de las mujeres, ni siquiera la de los niños. No se busca como se tiene que buscar y cuando recién empiezan a investigar como corresponde, ya es tarde y no se les encuentra.
Lo que traslada la búsqueda a los familiares.
Sí. Ellos siguen buscando siempre. Algo que me interesa mucho es que emplean hasta el último latido vital en seguir buscando. En lo personal, afortunadamente, nunca tuve que salir a buscar a una hija o a un hijo, pero sí he participado en infinidad de marchas, de búsquedas. He acompañado a hijas de mujeres desaparecidas, tratando de sostener. En Argentina hubo el movimiento ‘Ni una menos’, que sacudió al país. Con él, colectivamente las mujeres ganamos la calle, instalamos todos estos temas en la agenda política, pero no ha alcanzado el objetivo. Pese a todos nuestros intentos, los femicidios, la violencia machista continúa presente y percibo que cada vez tenemos menos herramientas para combatir estas violencias.
Es una novela preciosa, pese a todo. Pero, ¿por qué le hace comer tierra?
Ustedes tienen una expresión que yo adoro y que la he escuchado muchas veces, que la tierra te sea leve. Me parece hermosísima. La tierra es quien nos sostiene. En Latinoamérica tiene una potencia muy impresionante. Viajas a Colombia y ves todo ese verde desbordado de las montañas. La tierra es sostenedora de vida, dadora de alimento y es también quien recibe los cuerpos. Es como un útero cálido que toma el cuerpo, incluso más allá de la voluntad de quienes nos violentan. La tierra sabe dónde están estas chicas que faltan justamente porque están en ella. Ella las recibió. Yo sentía que es un principio de conocimiento femenino. Desde la ancestralidad, pasando por todas las culturas originarias, hay una representación muy fuerte de la tierra como principio femenino. Por un lado, está esta tierra que sabe y por el otro, están los que buscan, las organizaciones de buscadores. Y no se comunican. Es ahí donde aparece Cometierra, alguien que media con sus visiones. Muchas veces le llevan esa tierra en una botella.
Pero no cualquier tierra.
No. Es la tierra que la desaparecida pisó, la que la vio crecer, la tierra donde quedó el cuerpo y es la tierra que lo va a mostrar. Entonces, le llevan una botella con la tierra y con una foto, con un nombre, con un número de teléfono, que es algo que he visto infinidad de veces. Pegadas en paredes, en cercos, en terrenos baldíos. Es una manera de tratar de mantener viva la memoria, pidiendo por esas chicas y pidiendo también por justicia.
Pero para Cometierra es una maldición. Y nunca lo utiliza para rédito personal.
Claro, porque es un elemento muy difícil. No es el superpoder de Superman que sale volando y para las balas. Es una tierra que ella tiene que comer, cerrar los ojos, lo que de alguna forma la mete en la escena de una situación muy violenta. Ella vive lo que la tierra le muestra y al mismo tiempo, la tierra vive adentro de su cuerpo incluso cuando ella no quiere o no puede más. Además, es una chica muy joven que se tiene que hacer cargo de lo que los estados y las policías no hacen. Eso y que es muy pesado porque está mirando la muerte de frente en el periodo quizás más vital, que es la adolescencia, con los amigos, la música, las salidas, el primer amor. Ella tiene que estar también con un pie en todo esto tan oscuro. Entonces, sí es una carga bastante pesada que ella no la eligió, que descubrió en el momento que perdió a su mamá.
¿Ha probado la tierra?
Me lo preguntan un montón. No, pero una de mis hijas cuando era chica sí que comía, hasta que le pudimos erradicar la costumbre.
¿Cómo pueden ayudar la novela y la serie?
Al menos se puede poner en discusión y en debate. Siento que cada tanto viene una ola de preocupación, sobre todo cuando hay un femicidio muy resonante o con los asesinatos de niños. Pero después lo dejamos, nos olvidamos. Yo creo que tanto el libro como la serie pueden poner de nuevo en el centro esta discusión y obligarnos a hacernos cargo y no mirar para otro lado. Porque ¿a quién no le pasó directamente? ¿Quién no tuvo una amiga? ¿Quién no tuvo un familiar? ¿Quién no ha pasado por una situación de violencia machista? Incluso nosotras mismas, si nos sinceramos. ¿Quién no ha tenido una experiencia desagradable de violencia?
Antes ha dicho que no nos quedan herramientas para luchar contra esta lacra.
Me parece que el 90% de estas experiencias son silenciadas, nos sigue dando vergüenza, nos seguimos sintiendo culpables y el silenciamiento, de alguna forma, es la mejor arma que tienen justamente estas violencias para perpetuarse porque no hablamos y no pasa nada. En cambio, el libro y la serie obligan al debate y a que se intenten vehiculizar las herramientas necesarias para empezar a revertir estas violencias. Cómo no ver el papel de la justicia y la impunidad. Si la justicia, los gobiernos y las policías se hicieran cargo, este personaje no existiría. Cometierra, justamente, nace de la necesidad de aunar tierra y justicia. Nuestras chicas y mujeres nos siguen faltando, desafortunadamente.
¿Ha tenido algún tipo de visión con alguna médium con la que haya hablado?
Tanto como para conectar con muertos no. Soy muy miedosa con todo eso. Me acuerdo de juegos que hacíamos en la infancia y siempre pasaban cosas que me daban mucho miedo. Pero sí que me han intentado leer el futuro y he tenido algunos presagios. Yo estudié clásicas y todo lo relacionado con lo oracular, con los auspicios, la interpretación del vuelo de las aves… es algo que me interesa muchísimo. ¿Por qué la bruja sigue siendo una figura central y casi te diría que política? Por eso está tan presente en la literatura. En definitiva, Cometierra se va a encontrar con mujeres más poderosas que ella que le van a decir más de una vez que se haga cargo de que es una bruja, por más que no quiera verla o aceptarlo.
Por eso a Cometierra el pueblo le da la espalda.
La dejan sola. La visitan quienes la necesitan. Pero el resto del tiempo van creciendo ella y su hermano y nadie más.
¿Ha tenido algún feedback de familiares de desaparecidos, de desaparecidas?
Un montón. Muchísimo. Incluso he tenido feedbacks rarísimos, involuntarios. Por ejemplo, una mujer que vino a una lectura me dijo que ella no quería ser madre, pero que su cuñado había matado a su hermana y ahora se tenía que hacer cargo de sus sobrinos. Historias terribles. Me paró una chica también diciéndome que era de las mejores amigas de Lola Chomnalez, que es una chica argentina víctima de feminicidio en Uruguay, que quedó impune durante un montón de tiempo y ahora hay una investigación. Porque hay mucho feminicidio impune. Ahora bien, lo que no esperaba es que con la publicación de Cometierra vinieran preguntándome por ella como si existiera de verdad o como si fuese yo. Una confusión entre la realidad y un personaje excepcional. Al principio me reía, pero después ya no.
¿Qué ocurrió?
Me empezó a pasar que veía la desesperación de la gente. Una mujer me vino a buscar a la salida de la escuela de mis hijos cuando ellos eran un poco más chicos. Me clavó las uñas de desesperación. Me contó que su hermana estaba desaparecida hacía 27 años y ya nadie la buscaba. Le vi la desesperación en la mirada y cómo me lo contaba pidiéndome que la conectara con la vidente. Ahí también entendí que atrás de cada una de esas confusiones no había un problema de literatura y ficción, había el dolor que genera tener una persona desaparecida a la que sabes que ya nadie busca. Entonces, ya no me empezó a hacer tanta gracia. Fue muy triste tener que explicarle a varias personas que era un personaje ficcional y es difícil porque, ¿qué respuesta le das? Ahí sí me sentí que me quedaba sin palabras.
La espera eterna queda reflejada en la novela.
Eso también me lo dicen muchísimo. Me dicen que algo sigue funcionando ahí adentro incluso contra su voluntad, hay algo de su psiquismo que sigue teniendo una esperanza y es una tortura eso también. El levantarse a las 3 de la mañana y pensar que tendrá frío, dónde estará, quién se la llevó. Por eso Cometierra es muy cuidadosa y muy empática con los familiares que buscan.
¿Me quiere destacar alguna cosa que no le haya preguntado?
Me escriben muchísimo. Me han llegado también muchas historias de personas desaparecidas en España, de abuelas, incluso periodistas me han dicho que esto pasó en su familia, pero que era como una situación de mucha vergüenza y tristeza, por lo que lo mantenían callado. Y que ahora al menos se podía conversar. Uno puede identificar incluso que no es una tragedia personal, sino que, en la medida que todo el tiempo estamos asistiendo a lo mismo, es algo sistémico que está pasando y que pasó con la vida de las mujeres. La dimensión social que esto tiene es interesante, que se empiece a tratar es importante porque generalmente quedaba en la tragedia personal, en pensar que le sucedió a una familia en concreto, en preguntarse por qué salió a esa hora, por qué fue allá, por qué fue acá. Cuando en realidad esa no es la causa de las violencias hacia las mujeres, de la cantidad de violencias que se desplazan hacia el cuerpo de las mujeres y que se normalizan. Y no hay ninguna forma de revertirlas. Y la justicia, desafortunadamente, muchas veces es como un arma de violencia discursiva más. Yo siento que también en la ficción podemos hacer algo muy distinto, construir un discurso mucho más amoroso y empático hacia la vida de las mujeres porque por más que sea ficción señala hacia la realidad de una forma muy potente.