Deportes

La crónica

La crónica del Nàstic-Alcorcón: Crueldad merecida (1-2)

El Nàstic cae en la última jugada del partido tras un grave error de Santos. Los granas volvieron a ofrecer una versión muy plana frente a un Alcorcón que rascó una victoria agónica

Cedric Omoigui falló una clara ocasión frente al portero que fue clave.

Cedric Omoigui falló una clara ocasión frente al portero que fue clave.Marc Bosch

Juanfran Moreno

Creado:

Actualizado:

El Nàstic buscaba la victoria con más corazón que fútbol frente a un Alcorcón que durante muchos minutos había campado a sus anchas en un Nou Estadi mucho menos exigente que años atrás. Los alfareros resistían este intento de tromba final grana cuando hallaron un premio inesperado, aunque irrechazable. Sergio Santos, con el Nàstic descolgado, se hizo un lío en el momento menos adecuado. Ya había cometido un error en el despeje en la primera mitad que acabó en el palo. En esta segunda acción, su falta de contundencia fue la caída directa a los infiernos. El Alcorcón montó una contra letal en la que Borja Martínez enterró a los granas con una definición perfecta que superó a Rebollo. Una derrota cruel, pero en el fondo, merecida.

La primera parte volvió a reflejar todos los males del Nàstic con la pelota. Es un equipo estático, al que le faltan recursos para progresar y que, durante muchas fases, le concede demasiado aire al rival. En ese contexto, suele suceder que el adversario se crezca poco a poco. Gana moral y lo que se pinta como un fortín inexpugnable, la realidad demuestra que ya no lo es tanto.

El conjunto grana dispuso de una primera ocasión en la que casi encontró premio sin haberlo buscado. Óscar Sanz remató un centro medido de Santos al que Ayesa respondió con una gran mano abajo. Aquella ocasión no inquietó al Alcorcón, que siguió ganando duelos y sintiéndose superior en el juego. El Nàstic no transmitía buenas sensaciones: defensivamente no se mostraba tan firme como ante el Ibiza y en ataque, a diferencia de las dos últimas jornadas, no había aprovechado la primera que tuvo.

El Alcorcón rozó el primero en el minuto 20. Un mal despeje de Santos —presagio de lo que iba a suceder en la agonía— dejó a Vladys con la pelota en el aire y la portería vacía. El ucraniano perdonó la vida a los granas: la envió al palo cuando lo peor ya se temía. El destino le ofreció al Nàstic una segunda oportunidad que los de Luis César no aprovecharon.

El Alcorcón se adelantaba

El 0-1 llegó justo antes del descanso. David Alba vivía un partido de máxima exigencia. Carmona le estaba buscando las cosquillas, le ganaba los cuerpeos y le amenazaba la espalda cada vez que podía. Estaba convirtiendo ese duelo en una pesadilla. El descanso parecía ser el auxilio grana, pero antes de que llegara ocurrió lo que se veía venir. A veces el fútbol no engaña: te avisa, incluso varias veces.

El conjunto alfarero lanzó otro balón vertical ante un Nàstic que resistía a hundirse. El esférico sobrevoló el cielo y Carmona volvió a exhibir fortaleza. Su cuerpeo fue firme, suficiente para sacar a Alba de la jugada. La pelota botó y el ariete rival facturó como debía: levantó la cabeza, vio a Dani Rebollo adelantado y le clavó el balón por encima con una sutil vaselina. Era un premio merecido para un Alcorcón que había sido superior en intensidad, y eso, precisamente, es lo más preocupante.

Con el gol parecía morir la primera mitad, pero antes hubo una falsa esperanza grana. Luis César solicitó una de las dos revisiones de VAR por una posible mano dentro del área. El colegiado, Gordillo Escamilla, revisó detenidamente las repeticiones, pero finalmente consideró que el toque no era voluntario, negando así la posibilidad de los once metros al Nàstic.

Jardí empataba

En la segunda mitad, el Nàstic volvió a ser un equipo plano, que no emociona y deja frío a quien lo ve. Los granas solo se están salvando porque encuentran el gol con más facilidad de la que lo buscan. En el minuto 69, Santos llegó antes a un balón dividido en el punto de penalti y el defensa del Alcorcón lo arrolló. El árbitro no lo dudó —tampoco tras la revisión— y señaló la pena máxima. Jardí ejecutó desde los once metros con la calidad que le caracteriza. No falló: la cruzó para batir a Ayesa. Con veinte minutos por delante se esperaba una tromba grana, una remontada épica que se intuía en el ambiente. De hecho, casi encuentra un gol otra vez de la nada. Jardí le metió un pase mágico a Cedric, pero el nigeriano falló en el mano a mano. Cosa que su rival no hizo.

El mazazo final

Con el Nàstic volcado, Santos erró en el despeje y dejó al Alcorcón una autopista hacia el paraíso. Los alfareros destrozaron a unos granas que reclamaron falta sobre Jardí, pero Gordillo Escamilla no la señaló. Da igual: la derrota fue tan cruel como merecida.

tracking