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El Nàstic mide su momento dulce con Jaume Jardí como líder en Antequera

El Nàstic visita Antequera este sábado a las 21.00 horas en plena dinámica ascendente, encadena dos victorias y cinco jornadas sin perder, defiende plaza de play-off para cerrar 2025 y se apoya en el estado de forma de un Jardí centenario y decisivo

Jaume Jardí y Mángel Prendes celebran el tanto del reusense ante el Eldense.

Jaume Jardí y Mángel Prendes celebran el tanto del reusense ante el Eldense.Alfredo González

Juanfran Moreno

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El Nàstic afronta en Antequera una de esas jornadas que sirven para medir el pulso real de un equipo. Los granas llegan lanzados: dos victorias consecutivas, cinco jornadas sin perder y la posibilidad de despedir 2025 con un tercer triunfo seguido, un broche que les permitiría cerrar el año en puestos de ‘play-off’, precisamente los que ocupan al inicio de la jornada.

El contexto invita al optimismo, pero también a la prudencia. El Antequera es un rival incómodo en su estadio y el margen de error es mínimo en una Primera RFEF comprimida. Cristóbal Parralo deberá ajustar su plan con dos bajas seguras, la de Óscar Sanz y Sergio Santos, y con una certeza: Jaume Jardí vuelve a llamar a la puerta del once.

Sucede que cuando Jardí recibe la pelota, lo improbable deja de serlo. El ‘10’ grana está convirtiendo su carrera en un museo en el que ya hay varios goles que llevan su firma: obras de arte que han acaparado el foco nacional, y con razón. Su última creación llegó en su partido centenario con el Nàstic, una fecha redonda para dejar huella.

Un golazo en su centenario

El reusense eligió un día especial para marcar un gol que ha generado elogios unánimes. Si ese tanto se hubiese anotado en la élite del fútbol europeo, nadie dudaría de que estaría peleando por el Premio Puskas, el galardón que distingue al gol más bello del año.

Jardí había sido suplente frente al Cartagena por una decisión meditada de Parralo. No fue un toque de atención ni nada parecido. La conexión y la confianza entre técnico y futbolista es total. Simplemente, se trató de aliviar la carga física de un jugador que lo estaba jugando todo y a un ritmo endiablado. A veces conviene parar para no romper. La salud estuvo por encima de cualquier otra consideración.

Indiscutible con Luis César y con Cristóbal Parralo

Indiscutible en su etapa con Luis César, cuando actuaba como enganche con libertad absoluta, Jardí mantiene su peso específico con Parralo, técnico con el que ya logró un ascenso a Segunda en el Racing de Ferrol. Con él ha transitado desde la banda izquierda al corazón del ataque, su hábitat natural, donde siente el fútbol de verdad y amenaza como nunca. Todo apunta a que en Antequera regresará al once.

Parralo sabía que tener un as como Jardí en la manga podía ser decisivo. No estaba para jugarlo todo, pero sí para marcar diferencias. Y lo hizo. El contexto era casi irrelevante: Jardí atraviesa un punto de madurez futbolística en el que siempre suma.

Saltó al verde y se integró en un ejercicio colectivo de resistencia ante un Cartagena que buscó el empate sin éxito. El Nàstic fue solidario, valiente y energético, capaz de sostener la presión incluso cuando el miedo a ganar planeaba sobre el Nou Estadi. En plena exigencia, Jardí celebró su partido 100 con lo que probablemente sea el mejor gol de su carrera.

El mano a mano parecía condenado por el ángulo. Solo lo parecía. El reusense sorprendió con un taconazo perfecto, cargado de tensión y efecto, que serpenteó hasta besar la red. El estadio se levantó a trompicones: algunos tardaron en entenderlo, otros solo acertaron a llevarse las manos a la cabeza. Hay goles que desafían la lógica y, en tiempos de inteligencia artificial, parecen diseñados por un algoritmo.

Con esa diana, Jardí alcanzó los ocho goles y se reafirmó como uno de los futbolistas más determinantes de la categoría. Su contrato expira a final de curso y el Nàstic tiene clara su hoja de ruta: renovarle es una prioridad, aunque la Segunda División ya observa de cerca. No es casualidad.

Antes de pensar en el mañana, el presente reclama atención. Antequera espera. El año pide un último acto. Y Jardí, centenario y en plenitud, prepara el truco final.

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