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Empate desigual

Nàstic y Valladolid ofrecieron un partido intenso y vibrante, aunque los granas tuvieron más iniciativa y ocasiones. Marcó Emaná pero los pucelanos empataron tras un fallo de Alberto Varo

Achille Emaná, rodeado por sus compañeros, celebra su cuarto tanto de la temporada con la afición del Nou Estadi.Foto: Lluís Milián

Jaume Aparicio
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Debutar en Segunda división no es fácil. No lo es llegar a ella. Imagínense cuántos jugadores se quedan por el camino. Cuesta mucho entrar en el selecto grupo de la plata. Para los porteros, todavía más. Hay diez veces menos plazas. Es lógico que cuando uno llegue a esa meta los nervios estén a flor de piel. Le sucedió ayer a Alberto Varo. Su estreno en Segunda con el Nàstic quedó marcado por el error en el gol del empate del Valladolid. Tenía el balón abrazado y, de pronto, se le escurrió de las manos. Rennella no desperdició el favor e igualó el tanto de Emaná, sólo dos minutos después de que el marfileño adelantara al conjunto grana en el marcador.

Alberto Varo no se hundió. Los nervios continuaban presentes, pero los ató en corto. Sacó toda esa personalidad que le ha convertido en una de las perlas de la cantera grana para afrontar el resto del partido con entereza. Arropado por la afición, consciente de que el futuro del Nàstic está ligado a sus guantes. No tuvo mayor trabajo que el de sacar el balón desde atrás y lo hizo con relativa facilidad. Sorteando la presión de los pucelanos y apoyando a los defensores.

Nàstic y Valladolid ofrecieron un duelo atractivo, intenso y vibrante. Pudo ganar cualquiera. Ninguno de los conjuntos fue capaz de dominarlo más que durante fases muy concretas del juego. Aunque los locales tuvieron más iniciativa y mejores ocasiones. Fue un enfrentamiento equilibrado entre dos candidatos al play-off de ascenso. El Nàstic inesperado, el Valladolid obligado.

Los pucelanos se presentaron al Nou Estadi comedidos. Lejos de aquel equipo que ejercía un efecto que sólo generan los equipos poderosos. Su visita estremecía. Ya no. Quizás es el influjo del Nàstic actual. Un equipo incómodo con el que nadie quiere compartir campo. O la condescendencia del Valladolid en Segunda. Pero la sensación ya no es la de ese conjunto superior.

En un partido de idas y venidas, el Nàstic le sacó más provecho en cuanto ocasiones. Dispuso de las más claras, aunque la última, que pudo dar los tres puntos, fue de los visitantes. Un tiro al travesaño de Juan Villar.

Los granas dominaron los primeros compases del partido. Tratando de golpear primero. Abu y Naranjo, y también Bouzón cuando se lanzaba a iniciar el ataque con zancadas largas hasta la medular, buscaban la profundidad que ofrecían Jean Luc y Naranjo. Vicente Moreno tocó lo mínimo del once. Los dos obligados por sanción:Molina por Marí y Varo por Reina.

Sin embargo, la primera ocasión fue para el cuadro castellano. Jean Luc acudió al área propia a defender, pero acusó su falta de habilidad en esas labores. Perdió la pelota en el peor sitio y facilitó el disparo de Rennella a bocajarro. El pie de Varo evitó el gol en una intervención crucial.

El Nàstic atacaba sin maldad y el Valladolid defendía con prudencia. Las fuerzas en el medio del campo se mostraban parejas. Rompió el fútbol estático Naranjo con una combinación en la frontal que cortó la zaga visitante. El balón salió rebotado y lo controló, en carrera, Emaná ya encarado hacia portería. A la salida de Kepa, el marfileño picó el balón por encima para anotar su cuarto gol de la temporada.

Estaba el Nàstic acomodándose al nuevo panorama, tan de su gusto, cuando, dos minutos después el Valladolid logró el tanto del empate. Rennella, muy atento, recogió el balón caído de las manos de Varo para equilibrar el duelo.

Al cuadro local le costó asumir la pérdida de la ventaja tan rápidamente. Fueron unos momentos en los que los pucelanos apretaron y cercaron la portería tarraconense. La ocasión más clara la puso Roger con un cabezazo que se perdió por poco.

Varo puso a prueba a los corazones de los aficionados granas con un recorte a Roger en el interior del área pequeña y un posterior despeje forzado que rebotó en Rennella.

Tras el descanso el partido se abrió aún más. El fragor de la batalla se trasladó de la medular a las zonas rectangulares de cada campo. Hubo oportunidades para todos. También para Naranjo. El andaluz no enganchó un centro de Jean Luc. El balón le pasó por debajo de la bota cuando sólo tenía que empujarlo. Su racha de goles consecutivos por partido se paró. También Rennella en un mano a mano con Varo escogió mal la conclusión de la jugada y su tiro salió excesivamente cruzado.

El choque seguía suelto, sin dominador claro. A expensas de quien pusiera mayor empeño y acierto. El Nàstic ofreció lo primero. Puso el resto de sus energías para presionar la salida desde atrás vallisoletana y robar arriba. Así llegó la ocasión de Aníbal. Consiguió recibir mirando a puerta. Algo inédito para el hispano-mexicano obligado a ese trabajo continuo de espaldas a portería. Controló largo y tiró flojo.

Si faltó suerte de cara a puerta, también lo hizo con el árbitro. Ocón Arráiz no vio un claro derribo de Marcelo Silva a Jean Luc en el área. El vallisoletano llega tarde y se lleva por delante al marfileño. Por mucho menos la semana pasada Arias López marcó los once metros en Mallorca.

La última opción fue visitante. Eltravesaño repelió el tiro de Juan Villar y los puntos se repartieron entre dos equipos con aspiraciones de play-off.

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