El día después de la jubilación

Más allá de la situación administrativa, la frontera entre ser trabajador activo o estar jubilado se desdibuja

19 abril 2022 07:04 | Actualizado a 19 abril 2022 08:08
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La frontera entre ser un trabajador activo y un pensionista se desdibuja de la mano de cambios sociales profundos, donde aprovechar el talento sénior y la experiencia laboral acumulada son una prioridad. La jubilación es un punto de partida, no un final.

Porque los jubilados suponen hoy bastante más que potenciales consumidores en el pujante mercado de la Silver Economy. También son, y cada vez más, economía productiva. Asesores, mentores, voluntarios, Business Angels... las opciones se multiplican, pero hay que prepararse para ello: planificar ‘el día después’ de la jubilación. De lo contrario, el riesgo de caer en la desubicación y el retraimiento es bien real.

Lo explica Pedro Nueno, profesor del departamento de Iniciativa Emprendedora del IESE y autor, entre otras muchas publicaciones, del libro Jubilado. ¿Y ahora qué?: «Hay mucha gente que no está preparada para la jubilación. Gente que quiere jubilarse porque no les gusta el trabajo que tiene, porque no se lo han pasado bien, y que coge con cierta ilusión lo de ‘dejo mi trabajo y hago lo que quiero’, porque lo otro lo encontraban aburridísimo. Pero luego, pasados unos meses, se encuentran con que no tienen nada que hacer después de una vida de trabajo: es duro». 

Algunas empresas empiezan a incluir la preparación de la jubilación en sus políticas

Laura Rosillo, voluntaria de Asencat (Associació de Sèniors de Catalunya) y colaboradora de la Fundació Factor Humà, coincide: «Cuando se afronta la jubilación, hay mucha diferencia entre si eres un empleado o un autónomo. En el caso de los empleados, en muchos casos es un drama, como si fuese un divorcio».

«Mi generación -explica Laura Rosillo- ha trabajado en pocos lugares. De repente, se pierde la vinculación con la empresa en la que has trabajado tantos años y eso es algo que, normalmente, se vive fatal. En el caso de los autónomos no es tan así, pero en el de los empleados es como un divorcio, en términos de dolor. La gente se jubila, te organizan una comida o, como mucho, te regalan un reloj, y al día siguiente estás muerto para la empresa. Esto tiene un proceso de duelo, que dependerá mucho de la planificación que se haya hecho previamente».

«La gente se jubila, te organizan una comida, y al día siguiente estás muerto para la empresa»
Laura Rosillo, Fundació Factor Humà

¿Cómo se prepara uno ante ese escenario? «Lo primero que has de pensar -explica Laura Rosillo- es que, al jubilarte, pierdes capacidad adquisitiva, con lo cual has de procurar que eso sea lo menos doloroso posible. Eso depende mucho de tu perfil. En todo caso, las leyes no ayudan a hacer esta planificación financiera, porque cuando te jubilas apenas puedes trabajar sin que eso afecte a tu pensión, y eso es algo fundamental para las personas que tienen más de 55 años».

Pero, «más allá de los ingresos -precisa Laura Rosillo, de la Fundació Factor Humà- lo importante es la actividad en sí, con otras retribuciones más allá de la dineraria. En el caso de los hombres, además, la pérdida de estatus es mucho más grave que en el de las mujeres. Si su estatus tenía que ver con el trabajo, eso es así. Porque, para muchos, la vida es igual a trabajo».

«La segunda cuestión -prosigue Rosillo- es no poner los huevos en el mismo lugar: recuperar hobbies, amigos que habías tenido más allá de tu trabajo... Otra más es la cuestión de la salud: la forma de comer, de hacer ejercicio... La planificación de la salud es una cosa que has de trabajarla muy a fondo. Por último está el tema del aprendizaje, que es fundamental, porque cuando dejas de aprender, te mueres».

«Si no te buscas esa solución -apunta Pedro Nueno, del IESE-, te puedes encontrar con la jubilación por sorpresa, como muchas de las jubilaciones avanzadas por la Covid que hemos visto ahora, y de repente te encuentras sin nada, con 60 años y sin trabajo. Si has hecho alguna cosa previamente, podrás llenar parte de tu tiempo».

Con cerca de un 20% de la población activa de la demarcación de Tarragona situada en la franja de edad de 55 años o más (78.500 personas sobre un total de población activa de 394.600 personas en el año 2021), esa planificación, tan necesaria, es en términos generales muy mejorable.

«Las empresas deberían tener una preocupación por el futuro de aquellos empleados que un día se jubilarán»
Pedro Nueno, IESE

Acompañar en ‘el día después’

Si bien hay organizaciones que están atentas a los calendarios de jubilación de sus empleados, en la inmensa mayoría de los casos esa atención se limita a asegurar una correcta sucesión, buscando que no se pierda conocimiento en el proceso de transición, pero pocas veces mira más allá, para encarar la faceta más personal de ese colaborador, ayudándole a prepararse para ese ‘día después’.

Casi un 20% de la población activa de la demarcación de Tarragona se acerca a la edad de jubilación, con 55 años o más ya cumplidos

«Son empresas, generalmente multinacionales muy grandes -destaca Laura Rosillo, de la Fundació Factor Humà-, a las que fundamentalmente les interesa la transmisión del conocimiento, más que la preparación para la jubilación».

Mariano de las Heras, director del máster en Direcció i Gestió de Persones a les Organitzacions de la UPF Barcelona School of Management (UPF-BSM), coincide con este análisis: «Una cosa es el punto de vista operativo, donde si se es un sénior ha de haber un plan de sucesión, trabajando con la persona que le sucederá, y la otra es el tema emocional para quien, de un día para el otro, deja la empresa».

«Algunas empresas -prosigue Mariano de las Heras-, han empezado a preparar a la persona que sale del mundo laboral, sobre todo en los EEUU. Aquí en España, aunque todavía es un proceso muy tímido, se está empezando a trabajar en el área de la salud laboral, con metodología tipo coach, preparando para esa nueva etapa, porque hay gente a la que le produce tristeza, confusión, miedo... Es algo que estaría entre los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU), dentro del bienestar social».

«Preparar a los trabajadores [para el día después de la jubilación] es algo -prosigue De las Heras- que da reputación a la empresa y, de cara al exterior, manda el mensaje de un entorno de sostenibilidad que beneficia a la marca».

«Se trata -explica este profesor de la UPF-BSM- de trabajar más en un entorno de desarrollo asistido, para mirar con nuevos ojos esta etapa de su vida, y ayudar a construir un proyecto de vida más pleno. Al final es también un tema reputacional y de marca, porque el bienestar del empleado agranda la empresa, y a las organizaciones les interesa tener embajadores».

«Depende de cómo desvincules a una persona de la empresa -razona De las Heras-, eso tendrá una repercusión directa entre los que se quedan: ‘¿Seré yo el próximo?’ ‘¿Me harán a mí lo mismo que a este?’. Ahora, la principal ventaja competitiva de las organizaciones son los empleados, y los has de cuidar».

«Preparar a los trabajadores para la jubilación es algo que da reputación»
Mariano de las Heras, UPF-BSM

« Las empresas -coincide Pedro Nueno, del IESE- deberían tener una preocupación por el futuro de sus trabajadores, de aquellos empleados que un día se jubilarán. En general, da la impresión de que muchas estaban deseando que se marcharan. Y, por la cantidad de gente que veo que son antiguos alumnos míos, que les han jubilado y que me preguntan si les puedo ayudar en alguna cosa, pienso que se está perdiendo mucho talento».

En opinión de este profesor del IESE, el elefante en la habitación es la edad de jubilación. Hoy situada en 66 años y dos meses para aquellos que hayan cotizado menos de 37 años y seis meses (y en 65 años para aquellos que igualen o superen este tiempo de cotización), en 2027 se situará en los 67 años para todos aquellos que no hayan llegado a cotizar un mínimo de 38 años y seis meses (y seguirá en 65 años para quienes superen esas cifras).

Las medidas adoptadas para alargar la edad de jubilación, sin embargo, no parecen suficientes para asegurar la sostenibilidad del sistema de pensiones tal y como está estructurado ahora, donde esas prestaciones se financian en base a las cotizaciones de los trabajadores en activo. «Atrasar la edad de jubilación -explica Pedro Nueno, del IESE- facilita que la gente se jubile más tarde». Porque, si bien una cosa es la edad legal de jubilación, otra bien distinta es la edad efectiva en la que llega esta jubilación.

«Hay instituciones que jubilan con 55 años -prosigue Pedro Nueno-, y si uno vive hasta los 120 años, ¿dónde hay para pagar esas pensiones? Ese dinero para las pensiones no existe, y el Estado está muy endeudado. La única solución es alargar la edad de jubilación. Lo que pasa es que nadie se atreve a hacerlo».

«El país no es tan rico como para perder la experiencia de la gente que se jubila»
Roberto de Dalmases, Secot

Hay otras jubilaciones

Independientemente de dónde llegue a situarse esa edad legal de jubilación, la realidad es que la frontera entre ser población activa y ser pensionista se desdibuja cada vez más, con el auge de opciones híbridas, como la jubilación flexible, parcial o activa (ver información anexa).

«Las empresas -añade Pedro Nueno, del IESE- deberían preparar a la gente, y prepararla bien. En las empresas que ha habido esa preparación, esa persona puede seguir trabajando o, jubilada, entrar part time en otra empresa. Por desgracia, en muchas empresas hay el pensamiento de que ‘como se van a jubilar en un año, para qué vamos a gastar dinero formándoles’».

Es, además, una forma de no echar a perder un talento que de otra manera se desaprovecharía, sin posibilidad de canalizarlo. Prescindiendo por completo de estas personas, «estás tirando un activo útil», lamenta Pedro Nueno, del IESE, que añade: «Es como coger un buen coche y achatarrarlo. Donde más valor tiene ese talento es en la empresa donde está».

«Hoy tienes de todo -analiza Mariano de las Heras, de la UPF-BSM-, con gente que sabía perfectamente la fecha de jubilación y que lo ha dejado para el último día, y otros que han empezado a trabajar en ello durante el último año. Hay muchas empresas donde la transferencia del conocimiento no se ha hecho, pero las empresas están cada vez más para retener el talento. Sobre todo, después de la Covid, donde se ha visto que puedes tener a una persona que te esté asesorando y que no necesariamente está presencialmente en la empresa».

«Las empresas -prosigue De las Heras- tienen en la cabeza retener todo el tiempo que puedan el talento. Otra cosa es que la persona esté por la labor». Aquí es donde surgen otras opciones, como el voluntariado, el emprendimiento o las nuevas trayectorias como Business Angels, acompañando como inversores a empresas emergentes.

En el año 2027, la edad legal de jubilación será de 67 años, salvo para aquellas personas que hayan cotizado al menos 38 años y seis meses, en cuyo caso se situará en los 65 años

Aprovechar el talento

Organizaciones de directivos, empresarios y profesionales séniors como Acasud, en las comarcas de Tarragona, Asencat, en el conjunto de Catalunya, o Secot, a escala estatal, son algunas de las opciones para canalizar ese talento y esa experiencia profesional hacia el mundo de la empresa, desde la perspectiva del voluntariado.

Desde Secot BCN, su presidente, Roberto de Dalmases, constata que «lo normal es que, en el momento en el que se jubila, a esa persona le llegue un cambio profundo en su vida. Hay personas que ven venir su jubilación y la planifican, pero hay otras que se encuentran con ella. En cualquier caso, en general no estamos preparados para la jubilación; siempre parece que sea algo para otros».

«Por eso -prosigue Roberto de Dalmases-, desde que te jubilas hasta que entras en un voluntariado, recomendamos que pasen entre seis y siete meses, porque es necesario un periodo de descompresión. Haz aquellas cosas que siempre pensabas y decías: ‘El día que me jubile, lo haré’. Es bueno hacerlo. Luego, llega el día en el que tienes la necesidad de hacer alguna cosa más».

Canalizar ese ‘algo más’ es el gran reto. «Has de saber -argumenta este exdirectivo- en qué te sientes a gusto. Dependiendo de lo que hayas hecho en tu vida, te puedes sentir más próximo a unas cosas o a otras. Nuestro voluntariado, por ejemplo, es ayudar a emprendedores y empresas con problemas, que no se pueden pagar un consultor».

«En voluntariado -añade Laura Rosillo, de la Fundació Factor Humà-, hay muchos campos por abrir, y la asesoría a emprendedores, contribuyendo con la experiencia laboral, es uno de ellos. El voluntariado empresarial está menos explotado que el voluntariado social, y tiene recorrido».

«No todo el mundo -prosigue Laura Rosillo- sirve para el voluntariado social, pero en cambio todo el mundo tiene una experiencia profesional para transmitir, incluyendo cualquiera de las profesiones manuales, que tienen una carencia porque se ha roto totalmente la transmisión familiar».

Algunas opciones

  • Por cuenta propia Se puede compatibilizar la pensión de jubilación con una actividad laboral por cuenta propia siempre y cuando los ingresos anuales no excedan el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) en cómputo anual. La pensión no se verá reducida.
  • Jubilación parcial El trabajador llega a un acuerdo con su empresa para transformar su contrato en otro a tiempo parcial, reduciendo la jornada y accediendo, de forma también parcial, a la jubilación. La pensión se ve reducida en proporción a la jornada.
  • Jubilación flexible Idéntica a la jubilación parcial, aunque sin necesidad de que el trabajo a tiempo parcial sea en la empresa en la que se ha estado trabajando.
  • Jubilación activa Permite compatibilizar cualquier trabajo por cuenta ajena o propia, ya sea a tiempo completo o parcial, con la percepción de la pensión de jubilación contributiva. La cuantía de la pensión mientras dure la situación de jubilación activa será equivalente al 50% del importe resultante en el reconocimiento inicial. En el caso de los autónomos que contraten un trabajador, podrán compatibilizar la actividad con el 100% de su pensión. 
Sea cual sea la opción elegida, hay un punto en que coinciden: « Es necesaria la actividad intelectual -destaca Roberto de Dalmases, de Secot-, el hecho de sentirnos útiles, para que cuando te jubiles no sientas que solo puedes hacer de abuelo. Tener la agenda llena es muy importante. Tanto como mantenerte al día, porque, si te despistas, quedas fuera de juego. Pero si estás en activo, tienes la suerte de que te estás enfrentando a problemas reales».

«En las empresas -reflexiona De Dalmases-, la Responsabilidad Social Corporativa empieza por la gente, por los empleados, y la empresa les debería facilitar la preparación de esta etapa de la vida y que alguien les acompañe para que sea lo menos traumático posible. Pero a nivel práctico no pasa, porque lo que intenta la empresa es aprovechar el talento concreto de aquella persona en esa empresa, pero no toda la experiencia laboral acumulada».

«Y es horrible que, a personas que se han pasado 42 años en una empresa, un día les den la mano, o como mucho un reloj, y se olviden de ellas. El país no es tan rico como para perder la riqueza de la experiencia de la gente que se jubila», concluye.

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