Gastronomía

La cosa nostra

Honor y gloria a la ‘tomaca del Benach’

El tomate de Tarragona es de linaje popular y nunca fue certificado. Vive y lucha gracias a los payeses del Camp

Joan Crusells señala la ‘clivella’ de la ‘tomaca del Benach’, la variedad autòctona que cultiva en Riudoms.

Joan Crusells señala la ‘clivella’ de la ‘tomaca del Benach’, la variedad autòctona que cultiva en Riudoms.Alba Mariné

Miquel Bonet
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Diría que los primeros responsables del desaguisado fueron los italianos, como casi siempre. Un día les dio por explicarnos que el tomate San Marzano, criado en las laderas volcánicas del Vesubio, era el mejor del Mediterráneo y, por extensión, del mundo. Es difícil llevarle la contraria a un napolitano, siempre tan intensitos y vehementes, pero lo intentaron los ligures del norte de la península itálica, que expandieron su Cuore di Bue por toda Europa.

La reivindicación y expansión de los antiguos tomates tradicionales, paralela a la popularización de variedades híbridas como el Raf y el Kumato, también llego al Reino de España y hoy no resulta extraño encontrar en verdulerías y restaurantes cosas como el Feo de Tudela o el Rosa de Barbastro. Tenemos que ser tolerantes: cada región dispone de sus tomates genuinos, aunque estén a merced de la potencia publicitaria de relatos locales más o menos consolidados y de la voracidad de los mercados de distribución, más interesados en obtener mucho rendimiento que en la cultura tomatil ancestral.

El ‘Benach’ es verde y crujiente por fuera, y casi hueco y dulce en su interior, nada ácido.

El ‘Benach’ es verde y crujiente por fuera, y casi hueco y dulce en su interior, nada ácido.Alba Mariné

¿Qué pasa con Tarragona? ¿Tenemos un tomate propio? La respuesta sí, afortunadamente. Aquí la cosa era más simple: teníamos dos tipos de tomate. El de penjar, el tomacó, que se consumía en invierno, y el d’amanir, que se comía en verano. Este último no ha sobrepasado las fronteras del Ager Tarraconensis. Es de estirpe popular, no ha sido nunca certificado y sobrevive gracias al acervo y la voluntad de los payeses del Camp. Hablamos, claro, de la tomaca del Benach.

No tenemos ni idea de donde salió. Benac es una comuna occitana en Arièja, i Benach un apellido poco frecuente en catalán, concentrado en el Penedès y el Camp de Tarragona. Mi hipótesis, nada científica, es que un tal Benach la cultivó por primera vez, vete a saber con qué simiente, y el resto es (pequeña) Historia. Pero lo que cuenta no es tanto el origen, sino su pervivencia y, sobre todo, sus peculiares características. Para entenderlas me voy a Riudoms, a la Flor del Camp, donde seguramente están las huertas más tradicionales de la región, con la competencia de las tierras a orillas del Francolí. Al fin y al cabo, aún se puede escuchar el dicho a Riudoms, tomaques i professons. Sabemos que en los tópicos siempre hay parte de verdad.

Ahí, al lado de la Riera de Maspujols, me recibe con amabilidad divulgativa Joan Crusells, payés, que con su hermano y su mujer Anna, aún resisten la presión del tomate de plástico y producen Benach, entre otras variedades antiguas. «Está bien que se hable de la agricultura. En los medios parece que no existimos. Yo miro la televisión balear, que nos tienen más respeto». Anna añade: «Es que en TV3 parece que solo interesa el teatro y el futbol».

El ‘clivell’, la característica cicatriz del ‘Benach’.

El ‘clivell’, la característica cicatriz del ‘Benach’.Alba Mariné

Vamos al tomate. Explica Joan que la del Benach es una planta poco productiva y con menos resistencia a las enfermedades que las variedades híbridas. Da sus frutos en los pomos bajos, pero pierde la fuerza en la parte de arriba. Tampoco le gusta demasiado el calor extremo: se le cae la flor con facilidad. Así que con este verano loco la tomatera también enloquece un poco. «Antes se cogía Benach hasta Navidad, pero con el cambio climático, sufre. Nuestro abuelo iba a comprar el plantel a l’Hort del Carme de Valls, porque decía que se clivellava menos que el de aquí».

Seña de identidad

Esto es importante, porque constituye el carácter idiosincrático tarraconense de este tomate llamado del Benach en el Baix Camp y el Priorat, de l’Aubercoc en el Alt Camp y de la Pometa en el Tarragonès. «Es la misma variedad con variaciones mínimas», afirma Crusells. A lo largo de los años, cada agricultor ha seleccionado semillas produciendo divergencias locales. Es nuestro tomate nacional autóctono.

Otro aspecto definitorio es el clivell, la cicatriz que recorre la circunferencia superior del fruto y es su seña de identidad. «Hay quien me rechaza el tomate porque tiene el clivell demasiado marcado, pero es su característica».

El tomate del Benach no es muy grande, pesa poco, se mancha por el culo en épocas de mucho calor, cuando no calcifica bien, y su coste de producción puede triplicar otros tomates más comerciales. Pero está tan arraigado al gusto local que es un deber cívico mantener su cultivo.

Joan saca una navaja y abre un tomate en el cañizal —hoy de varillas de hierro. Es verde y crujiente por fuera, y casi hueco y dulce en su interior, nada ácido. «Es así porque madura de dentro a fuera, a diferencia de otros tomates. Lo sigue haciendo una vez recogido: madura y hasta sirve para sucar pa. O se fríe, abierto en dos mitades. Es buenísimo. Para mí es el mejor junto al Còrsega del Montsant, que viene de Falset y también cultivamos aquí».

Eso sí: hay que ser fanático contra el frigorífico. El tomate y la nevera no son amigos, y por debajo de los 7ºC empieza a perder sus propiedades organolépticas. «Una vez recolectado, un buen tomate tiene dos días de caducidad».

Por suerte, aún no es complicado encontrar tomaca del Benach. Pero esto podría cambiar. «Mira, los agricultores de Riudoms fueron pioneros en muchas cosas. Eran los mejores esporgadors del Camp, regaban con el agua del pantano de noche para evitar la evaporación y que cundiera más. Tenían de todo. Frutales, olivos, viñas, verdura. Pero mira ahora a tu alrededor». El alrededor son unos campos que se abandonan y se secan. «A mis hijos les he dicho que no los quiero aquí. Han estudiado ingeniería y son profesores».

Los Crusells, sin embargo, resisten con sus tomates. «Escribe esto: que la gente vaya a comprar a los mercados y a las tiendas de barrio. Que pidan por las variedades locales, porque las hacemos y ahí están». Pues eso.

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