El reusense más querido de Córdoba

Josep Juncosa dejó un legado imborrable, ya que logró ascender al equipo a Segunda División en 1956 y a Primera en 1971. Es considerado el mejor entrenador de la historia del club andaluz

19 mayo 2017 17:12 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:53
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Los más nostálgicos del lugar se acuerdan de Josep Juncosa Bellmunt, nacido en Les Borges Blanques (1922), aunque reusense de adopción. En Córdoba no se olvidan de aquel técnico pionero que situó al club en el escaparate del fútbol español, justo después de una carrera brillante como futbolista. Pepe, como le conocían en el mundillo, fue un extremo virtuoso que encandiló a los hinchas del Atlético. Hizo carrera en la orilla del Manzanares después de formarse en el CF Reus y en el Espanyol. Su primer contrato en el Atlético le comprometía a 100.000 pesetas por temporada. De rojiblanco formó parte de la histórica delantera de seda, junto a Vidal, Silva, Campos y Escudero. Levantó dos Ligas y una Copa. Disfrutó a las órdenes del mítico Helenio Herrera. Completó 188 partidos (1944-55) y anotó 80 goles. Números de leyenda. Así se le recuerda en el Calderón.

Una vez finalizó su carrera no se separó del fútbol. Emprendió aventura como técnico y Córdoba le acogió. Firmó un idilio de por vida. No tardó demasiado en hallar el éxito. Cogió al equipo en Tercera y en dos temporadas le situó en Segunda División. Concretamente un 22 de abril de 1956. Juncosa era el líder de un equipo que formaban Sánchez-Rojas; Navarro, José Luis, Alfaro; Luisito, Mújica; Gelo, Quintín, Araujo, Hermida y Fustero. El máximo artillero, el hombre gol de aquella escuadra se hacía llamar Urribarren, que completó el curso con 29 dianas. Dos trayectos más en Segunda cuajaron la primera etapa de Pepe en Córdoba. Rozó la Primera División, aunque se quedó a un punto de la gloria. Alfonso Cruz Conde comandaba al club en los despachos.

Nadie imaginó una segunda parte de la historia tan formidable como lo hizo Rafael Campadero, el presidente del Córdoba en la 1970-71. Hizo volver a la ciudad a Juncosa, que instauró nuevos hábitos técnicos y un método revolucionario. Un médico y seis profesores se preocupaban de la alimentación y la preparación física del equipo, nada habitual en el fútbol de la época. El libreto del reusense dio frutos muy rápido.

El entrenador dirigió a una plantilla muy joven, repleta de canteranos que desprendían muchísima hambre. Hasta el punto que aquel Córdoba histórico manejaba el cuarto presupuesto más bajo de Segunda División. Juncosa se arropó en el experto zaguero Mingorance, que aportó calma en los momentos difíciles. El once tipo del Córdoba de la gesta lo componían Molina, en la portería; López Prieto, Mingorance y Verdugo en defensa; Rodri y Torres en el centro del campo con Rojas, Rivera, Cruz Carrascosa, Manolín Cuesta y Totó en ataque.

En la penúltima jornada del campeonato, dos goles de Manolín Cuesta y Rivera ante el Hércules aseguraron el ascenso matemático a la categoría de oro, en segundo en la historia del club. Ante 10.000 personas festejaron a lo grande el logro en la plaza de la Victoria. Curiosamente, Josep Juncosa decidió abandonar el club aquel verano, ya que necesitó hacerse cargo de su empresa, una granja que había instalado en Reus. Nunca pudo dirigir en Primera, un derecho por el que había hecho méritos. Sin Juncosa, el Córdoba perdió la categoría un año después. El reusense murió en Reus un 31 de octubre de 2003, aunque en Córdoba su recuerdo perdura. Nunca olvidarán a aquel técnico revolucionario que les hizo soñar.

 

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