Rubén Bladé es Nàstic. Muchos no lo reconocerán por su rostro, pero casi todos sí por su voz. El Nou Estadi Costa Daurada no se entiende sin su tono, porque él lleva 25 años poniendo sonido a cada jornada desde la cabina de ‘speaker’. Frente al Arenteiro alcanzó nada más y nada menos que los 500 partidos en un rol que domina como pocos. Una labor tan constante como indispensable. Sin su decorado acústico, el Templo de la Felicidad no sería el mismo.
Desde esa cabina que atisba el verde desde lo alto, Bladé ha reído y ha llorado con la pasión de un aficionado, pero sin dejar nunca de animar con la profesionalidad de quien convierte su voz en parte del alma del estadio. «Da vértigo pensar que llevo ya 500 partidos y sé que todo tiene un final y lo veo, pero no quiero que llegue y por eso lo disfruto al máximo», confiesa emocionado.
Lo que empezó como una necesidad se convirtió en una pasión que ha marcado toda su vida. A sus 22 años, Rubén Bladé, un joven socio entregado al Nàstic, buscaba cómo evitar la temida mili de entonces y, sin saberlo, encontró su lugar en el estadio.
Aquellos nueve meses de servicio militar obligatorio eran un verdadero obstáculo: si estudiabas te daban una prórroga, pero al entrar en el mundo laboral no quedaba otra que cumplirlo. Al descubrir que el club tenía un acuerdo para convalidar el servicio social, no dudó en enviar una carta. Poco después, Jesús Gómez, entonces gerente del Nàstic y con la idea de profesionalizar la entidad, le ofreció la oportunidad de ser speaker mientras cumplía su compromiso. Aquella temporada, además, fue testigo desde el micrófono de un ascenso a Segunda División.
La mezcla de esa casualidad con la pasión que Bladé ponía en cada partido hizo que el club decidiera que aquel joven no podía irse jamás. 25 años después, el estadio le devolvió el cariño este pasado sábado antes del inicio del encuentro ante el Arenteiro de la mano del presidente del Nàstic, Lluis Fàbregas, que le obsequó con una bonita camiseta. «No me esperaba bajar al césped y recibir la camiseta. Me emocioné mucho. Recuerdo que Fàbregas me hablaba, pero no sé qué me decía porque solo tenía ganas de llorar», explica sobre el homenaje recibido por el club tras su partido 500.
Dos partidos para el recuerdo
A lo largo de todos estos años, Bladé no tiene dudas a la hora de elegir los dos momentos que más le han marcado. Dos partidos que quedarán para siempre en su retina, aunque ninguno de los dos supusiera un ascenso de categoría. «Los dos mejores momentos que he vivido en el Nou Estadi fueron con el gol de Naranjo a Osasuna y el año pasado con el ambiente que se vivió ante el Málaga», rememora. Ahora, ante la posibilidad de un nuevo ascenso, Bladé lo tiene claro: «Este sábado el Nou Estadi va a explotar de emoción. Se va a vivir un ambientazo, aunque todavía quede una vuelta en Murcia».