Las gradas del Circ en la Plaça dels Sedassos habrán supuesto un sobrecoste de 85.500 euros

Estos días se está llevando a cabo el refuerzo de la barandilla para que definitivamente el espacio sea seguro y pueda abrir al público. Las primeras obras se iniciaron hace 5 años

11 octubre 2022 20:19 | Actualizado a 12 octubre 2022 07:00
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Las gradas del Circ, en la Plaça dels Sedassos, vuelven a estar en obras y se prevé que esta sea la actuación definitiva para que finalmente puedan abrir al público en cuestión de semanas. De esta forma, el Ayuntamiento de Tarragona dará cumplimiento a uno de los requerimientos que fijaban las bases de la subvención, correspondiente al 1,5% Cultural, que se concedió en 2014. Esta ayuda permitió impulsar un proyecto que ha generado controversia desde el primer momento y que ha acabado comportando un importante sobrecoste para las arcas públicas municipales.

Sumando la actuación que se está llevando a cabo en estos momentos, este desvío en el presupuesto asciende a 85.500 euros, es decir, un 34% más respecto a la inversión inicial, que se cuantificó en 242.000 euros. Finalmente, esta alcanzará los 325.494,29 euros, teniendo en cuenta que desde que la empresa adjudicataria anunció que la obra estaba acabada y, por tanto, podía procederse a la recepción por parte del Ayuntamiento, han tenido que hacerse otras dos intervenciones.

La primera de estas ascendió a 52.256 euros y consistió en finalizar los trabajos complementarios y actuaciones pendientes que se determinó que la adjudicataria Tecno-Conrad SL no había hecho, de acuerdo con el proyecto. Se instalaron unos escalones intermedios para facilitar la accesibilidad, se hizo un tratamiento de la madera y acabaron de instalarse las vallas pertinentes para cumplir con todas las medidas de seguridad. Pese a ello, cuando ya se creía que estaba todo a punto, e incluso había llegado a anunciarse un acto en el interior, los informes técnicos municipales descartaron que pudiera entrarse, ya que la valla interior no cumplía con el código técnico de edificación. Esto suponía un riesgo sobre todo de cara a los más pequeños, ya que el sistema de protección existente no impedía que pudiera precipitarse un niño.

Ahora, el Ayuntamiento de Tarragona ha tenido que encargar una nueva actuación para acondicionar la barandilla. La obra se puso en marcha a finales del mes de septiembre y se prolongará por espacio de seis semanas, de forma que este mismo mes podría acabarse, según ha informado el Ayuntamiento.

«Acabaremos con una de las pesadillas que hemos tenido como Ayuntamiento a nivel de patrimonio »

Se ha barnizado de nuevo la madera y esta misma semana empezaba la instalación de la nueva baranda, con unos barrotes que impiden que pueda caerse cualquier objeto. Con todo, la factura de la obra se ha incrementado con 27.120 euros adicionales, a los que hay que sumar otros 2.032,80 correspondientes a la redacción del nuevo proyecto.

«Era una cuestión muy importante, ya que tenía que adaptarse el recinto a la normativa y significa que ahora será seguro de cara al acceso público de los ciudadanos», afirma el concejal de Patrimoni, Hermán Pinedo. El modelo de gestión que se ha previsto del recinto será similar al funcionamiento de los parques, de forma que habrá un responsable que abrirá la puerta por la mañana y la cerrará de nuevo por la noche. Así quiere evitarse que se conviertan en un espacio de botellones, que genere molestias a los vecinos.

«Pensamos que las gradas no deberían estar allí, ya que no hacen la función por la que se tiró adelante con este proyecto, que es la interpretación patrimonial e histórica del Circ», lamenta Pinedo. No obstante, el Ayuntamiento de Tarragona estaba obligado a garantizar la accesibilidad si no quería perder la ayuda de 181.000 euros que recibió desde Madrid. De hecho, a mediados del pasado mes de junio el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana mandó un ultimátum a la administración local en el que le recordaba que o abría el recinto al público durante «un plazo mínimo de 50 años», tal y como decían las bases de la ayuda o tendría que devolver la subvención.

Este mismo escrito daba un plazo máximo de un mes para que se adoptaran las medidas pertinentes. El Ayuntamiento tomó una decisión de urgencia y contrató a un vigilante durante los viernes y fines de semana de julio y agosto para que controlara que no hubiera ningún incidente. Este servicio de vigilancia supuso un gasto de 2.084,35 euros, engordando la factura de un proyecto que Pinedo espera que, ahora sí, «llegue a su punto y final». «Con este acabaremos con una de las pesadillas que hemos tenido como Ayuntamiento a nivel de patrimonio que es que las gradas no deberían estar allí, pero al haber recibido una subvención tenemos la obligación de tenerlas abiertas y accesibles, cosa que no se contempló nunca desde la anterior concejalía», concluye.

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