Los apartamentos turísticos de Tarragona se pasan al alquiler tradicional

Los primeros cálculos ponen de manifiesto que entre el 30 y el 35% de los pisos vacacionales cambiarán su actividad para no quedar atrapado en una crisis turística que se prevé larga

30 abril 2020 18:00 | Actualizado a 01 mayo 2020 06:25
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Apartamento amueblado en el Casc Antic de Tarragona. Dos habitaciones, un baño, reformado y con una superficie total de setenta metros cuadrados. Precio del alquiler 620 euros mensuales. «Solo alquiler temporal de seis meses a un año». Es uno de los anuncios que aparece en el portal inmobiliario Habitaclia, que en las últimas semanas ha registrado un dinamismo en la entrada de referencias en cuanto al mercado del alquiler.

La mayoría son inmuebles recién arreglados, ubicados en el centro o la Part Alta, que por su estética podrían aparecer en alguno de los anuncios de plataformas como Airbnb. Y es que, si uno se pasea por los portales inmobiliarios podrá constatar como algunos propietarios de apartamentos turísticos, están pasándose al alquiler tradicional, para superar este periodo en el que se prevé que el turismo tendrá muchas dificultades.

El anuncio anterior, correspondiente a la Plaça de la Font, tan solo es uno de los ejemplos. Hay otros. Vivienda de 100 metros cuadrados en la calle Granada por 690 euros. «El alquiler de este piso será de una duración máxima de un año», incluye. Otros dos en la Plaça de Sant Joan, en hasta caso el alquiler es «hasta finales de 2020» o «hasta finales de junio de 2020».

Que algunos propietarios de pisos turísticos se han salido de esta actividad puede comprobarse también haciendo una ojeada a portales como Airbnb. Esta, que es una de las plataformas más utilizadas, en cuando al mercado de los apartamentos vacacionales incluye referencias de 42 estancias para el segundo fin de semana del mes de julio. En cambio, cuando en el año 2017 el Patronat Municipal de Turisme de Tarragona presentó un estudio elaborado por el Observatori del Parc Científic i Tecnològic de turisme i oci de Catalunya se detectó que en la Part Alta había un total de 129 viviendas turísticas. Un dato que en los últimos dos años había seguido incrementando.

Abrir aeropuertos

El sector de los apartamentos turísticos es consciente de que las previsiones para este verano no son buenas. De acuerdo con el plan de desecalada que presentó el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, esta semana, a partir del 11 de mayo estos negocios podrían volver a una cierta normalidad. Aunque los aeropuertos seguirán cerrados y la movilidad tan solo se permitirá dentro de una misma provincia. Esto ha hecho que muchos propietarios hayan decidido buscar una salida, para tener una rentabilidad más allá del turismo. La Associació d’Apartaments Turístics i Hostels de Tarragona ciudad calcula que entre el 30 y el 35% de los apartamentos turísticos se irá al alquiler tradicional durante el verano. «Hay gente que vive de esto, que tiene tres o cuatro pisos que eran de la familia, que los ha arreglado y había encontrado un nicho de negocio», indica su presidente, Iñigo Rosell.

Un piso normal en esta zona de la ciudad puede suponer un alquiler mensual de entre 500 y 600 euros, lo que supone unos ingresos de hasta 7.200 euros al año para el propietario. En cambio, el turismo aporta en un contexto normal rentabilidades muy superiores, que en determinados meses pueden suponer unos ingresos de unos 6.000 euros. «Da más el alquiler turístico, porque además, cada vez más como ciudad hemos conseguido que con los eventos que se hacen estemos integrados en el circuito de destino turístico de todo el año», añade Rosell.

Y aunque se trata de una opción menos rentable, algunos dueños han decidido que el alquiler tradicional en estos momentos les sale más beneficioso. Pese a ello, el sector considera que el mercado de los pisos saldrá del confinamiento mejor posicionado que los hoteles y campings. «Las unidades de alojamiento no tienen espacios comunes, en el fondo, a nivel de seguridad, es como estar confinado en casa, por lo que creemos que seremos los primeros en recuperar una cierta normalidad», defiende Joan Calvet, presidente de la Asociació d’Apartaments Turístics Costa Daurada i Terres de l’Ebre (AAT). Este organismo aglutina los intereses de 78 asociados en la demarcación de Tarragona, lo que en total suma un total de 5.000 apartamentos, con capacidad para 25.000 plazas. Una parte importante de estos negocios están en municipios como Salou, donde el turismo tiene una idiosincrasia propia.

Calvet asegura que en este caso no se está registrando este cambio en la actividad que en ciudades como Madrid, Barcelona y también en menor medida en Tarragona, se está produciendo. «En cuanto a nuestros asociados no lo hemos detectado», defiende.

Quien por el momento no se lo ha planteado es Jordi. Hace cuatro años empezó con un apartamento turístico que había arreglado en la Part Alta de Tarragona. Con los ingresos que generaba poco a poco ha ido reformando otros inmuebles de la familia y esta crisis sanitaria le ha pillado con tres apartamentos en la Rambla Vella y otros dos, en una calle perpendicular a la Plaça del Fòrum. Desde el pasado 16 de marzo, cuando se decretó el estado de alarma, no ha podido tener a ningún cliente. Pese a ello, ha seguido pagando los autónomos y los gastos fijos de luz, agua y wifi. No ha calculado la cantidad que supone al mes, aunque tan solo la factura de la luz asciende a unos 50 euros para cada uno de los inmuebles. «Estás perdiendo dinero», dice.

3,2 millones en pérdidas

Airbnb ha facilitado las cancelaciones de cara a los clientes. Asimismo, ha abonado un 25% de las reservas anuladas de cara al propietario. Y es que, a estas alturas de la temporada las reservas ya estarían avanzadas hasta el mes de octubre. En cambio, las llamadas que llegan estos días siguen siendo para informarse de la situación y en la mayoría de los casos acaban traduciéndose en cancelaciones. «Normalmente, a partir de diciembre o enero ya empiezas a recibir las reservas para el inicio de la temporada, cuando habitualmente son pernoctaciones más largas de dos, tres semanas e incluso un mes», describe Jordi. Muchos de estos clientes vieron abortados sus planes, así como también tuvieron que anularse las de Semana Santa. «Para todo el verano ya tenía muchas cosas, pero ahora ya están empezando a saltarme las de junio. Pese a ello, no voy a dejarlo. No quiero perder la posición que he alcanzado», dice.

No se ha planteado pasarse al mercado inmobiliario, un sector que ya conocía de la etapa anterior. «Tenías a una persona durante un tiempo y cuando se iba tenía que reformarlo y tampoco te salía a cuenta. En cambio ahora esto me permite seguir con mi vida de artista y poder ganarme la vida», asegura. Él, como muchos otros propietarios, han aprovechado este periodo de confinamiento para hacer reformas y salir mejor posicionados de cara a la salida de esta nueva crisis.

La AAT calcula que los establecimientos vinculados a la asociación habían perdido tres millones de euros tan solo hasta el 15 de abril.

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