Opinión

Creado:

Actualizado:

El desalojo del edificio B9 de Badalona no es solo un hecho puntual ni un problema local: es el reflejo de una carencia profunda de soluciones políticas y sociales ante la realidad de las personas sin techo en Catalunya. Cuatrocientas personas han sido expulsadas de un espacio precario, sí, pero espacio al fin y al cabo, para ser devueltas a la intemperie en pleno invierno. Cuando una administración decide desalojar, la pregunta clave no es si el edificio debía cerrarse, sino qué alternativas reales se han puesto sobre la mesa para quienes lo habitaban. Resulta especialmente preocupante que se normalicen discursos políticos que rechazan invertir recursos públicos en atender a las personas más vulnerables. Nadie quiere tener la pobreza cerca, nadie quiere ver la exclusión en su portal o en su barrio. Por eso se esconde, se desplaza o se expulsa. Las personas sin techo se convierten así en los invisibles de nuestra sociedad, tratados como un problema de orden público en lugar de como ciudadanos con derechos. Pero la realidad es persistente: por mucho que se aparte la mirada, el problema no desaparece. Catalunya necesita una ley ambiciosa y eficaz en el Parlament que afronte el sinhogarismo desde una perspectiva integral: vivienda, servicios sociales, salud y empleo. Lo que resulta inaceptable son medidas improvisadas como las vividas en Badalona, que agravan la exclusión. Si se desaloja a cuatrocientas personas, debe ser porque existen recursos alternativos suficientes, políticas de acogida coordinadas y programas de acompañamiento que eviten que vuelvan a dormir en la calle. La inmigración no se detiene con gestos de dureza ni con discursos de confrontación. Existe y existirá. En un país como Catalunya, que además necesita mano de obra en múltiples sectores, resulta incomprensible que no se articulen fórmulas claras y dignas para canalizar esa fuerza de trabajo. Ofrecer vías legales, formación, contratos y alojamiento no es solo una cuestión de humanidad, sino también de inteligencia social y económica. La solución no pasa por expulsar ni por esconder, sino por asumir colectivamente que nadie debería quedar abandonado. Todo lo demás es simplemente desplazar el problema unos metros más allá.

tracking