Cambio en el comercio global

Si uno lee los titulares en la prensa y escucha las telenoticias en las grandes cadenas mundiales, es fácil pensar que los flujos comerciales van en retroceso en todo el mundo. Por un lado, la disputa comercial entre Japón y Corea del Sur, una amenaza grave para la producción de teléfonos inteligentes, ordenadores y otros productos electrónicos, y mientras, la Unión Europea y Reino Unido chocan de frente con una potencial ruptura debido a un reciente Brexit desordenado.

En el año 2018, en el mundo se produjo un intercambio de más de 25 billones de dólares en bienes y servicios. El crecimiento del comercio mundial puede haberse desacelerado hasta un 3% en 2019, el más bajo registrado desde la recesión del 2009, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), pero es bien cierto que la tendencia sigue al alza. Cuanta más actividad comercial existe entre un país con sus vecinos, sin duda, mejor estará su economía; y precisamente los países cuyas economías nacionales están creciendo significativamente también tienen tasas más altas de crecimiento en el comercio. En este sentido, y según la Organización Mundial del Comercio (OMC), «las políticas comerciales liberales que permiten el flujo irrestricto de bienes y servicios agudizan la competencia, motivan la innovación y fomentan el éxito».

El comercio ha existido desde que los humanos formamos sociedades civilizadas. En el tercer milenio antes de Cristo, las ciudades-estado sumerias en Mesopotamia (ahora Irak) mercadearon con la civilización Harappan del valle del Indo (actual Pakistán, partes de India y Afganistán). En el segundo milenio antes de Cristo, en la Edad de Bronce, Grecia, Egipto, Babilonia y el imperio hitita (ahora Turquía) comerciaban regularmente entre sí, y con el lejano Afganistán, donde, por ejemplo, la piedra semipreciosa (lapislázuli) era muy apreciada y valiosa por su intenso color azul y usada en joyería. Este fue un comercio que llegó a un dramático final cuando sus civilizaciones interconectadas se derrumbaron alrededor del 1150 a.C., tal vez el primer ejemplo que conocemos de un colapso económico global. En la historia moderna, ha habido oleadas de globalización. La primera comenzó después de las guerras napoleónicas en el año 1815 y terminó con la Primera Guerra Mundial. La segunda comenzó después de 1945 y hoy todavía continúa. El volumen de bienes exportados hoy es 40 veces mayor que en 1913. El aumento se produjo mucho más rápido en los últimos 20 años, y ahora representa el 68% del PIB mundial total.

Todo esto nos enseña un poco más sobre la gran importancia que tiene el comercio en el mundo, la enorme riqueza que genera, la contratación laboral, y el gran efecto llamada en los flujos migratorios que vemos se producen en los países más industrializados del mundo, pero es bien cierto que en todo momento el comercio ha generado riqueza desde el pequeño comercio y el comercio ambulante, llegando a generar las dos oleadas de comercio global.

El Comercio Urbano, comercio de proximidad, es el comercio esencial de nuestros municipios. La historia también nos muestra la evidencia de que los grandes comercios, grandes cadenas y grandes marcas han aprendido mucho y han copiado en gran parte del comercio de proximidad y a esto quiero referirme, el usuario, la sociedad, el municipio, tiene un protagonismo vital, debe de proteger comprando en el pequeño comercio, donde siempre han comprado todos nuestros antepasados, seguro, por la extraordinaria calidad y trato en grado superlativo que ofrece a nuestras familias el comercio urbano. Sería muy importante que los gobernantes municipales tomen buena nota de ello.