Opinión

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Ha sido casi sin querer. Casi. En realidad llevo años planeándola. Una guerra. La guerra de la gamba.No sé cuántos de ustedes son oyentes de ‘El món a RAC1’. Unos cuantos, imagino. Ayer, mientras comentábamos en la tertulia de Jordi Basté la injusticia suprema que la UE comete con nuestros pescadores de arrastre, surgió de forma imprevista la posibilidad de comparar las calidades de la gamba de Tarragona contra las calidades de la gamba de Palamós. Conste que me metí sola en el jardín, pero estoy segura de que en esta batalla de gambas, los de Tarragona tenemos mucho que decir. Mis colegas de mesa Pere Mas, Tian Riba y David Fernàndez pillaron la ocasión al vuelo y si todo va bien y a la UE no le da por prohibir la pesca de la gamba, pronto tendremos en elSerrallo una cumbre gambera. Más allá de la broma (pero una broma es algo muy serio) lo importante es reivindicar nuestra cultura gastronómica, nuestra identidad y nuestra memoria. El miércoles por la noche en la Gala Gastronómica del Diari lo pude comentar con Moha el chef y alma de El Terrat: la memoria de la comida es nuestra historia compartida, el relato común de los pueblos delMediterráneo. La cocina nos une. Ya seas de Palamós o de Tarragona, nuestra «guerra de la gamba» nos permite reivindicar quiénes somos.

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