Opinión

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En Ginza, Morioka Shoten opera con una premisa fija. Un libro, con múltiples ejemplares, se exhibe por tiempo limitado y luego se retira por completo. Sin ojear, sin comparar, sin catálogo. El espacio se adapta ligeramente para cada título, a menudo con imágenes u objetos que acompañan al libro en lugar de explicarlo. El resultado se asemeja más a una exposición temporal que a una tienda. Entras, te encuentras con el mismo objeto que todos los demás y decides si te interesa o te vas. Lo importante no es la novedad, sino la atención. Un libro con una sala y una semana para que se muestre solo. Eso es ir contracorriente. nada de ruido ni confusión. Una librería así es un refugio para el alma. Como lo es Arnaud Nicolas. Un auténtico imán para los amantes de la charcutería de alta costura, a un paso de la Torre Eiffel. Arnaud Nicolas, elabora el mejor paté en croûte de Francia. Una insistencia en el complejo arte de mezclar carnes, casquería, gelatina y hojaldre. El pate se codea con platos más elaborados como el pastel de cerdo y mollejas o el bacalao perlado con salsa holandesa ahumada (las kokochas vamos). Nada de innovador. Lo más tradicional posible. Insistir en lo que sabemos que es bueno. Una y otra vez. Concentrarnos en las recetas de vida y de cocina que conocemos. Un libro. Un plato. Innovar, a veces, es insistir.

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