Opinión

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Cuando la compañía de teléfonos analógicos y fijos BT lanzó su modelo con botones extragrandes, lo hizo pensando en clientes con dificultad visual y ancianos. Pero el aparato fue un éxito de ventas por encima de sus expectativas y segmento del mercado. El caso es que, para sorpresa de los ejecutivos, muchas personas que querían tener teléfono fijo junto a la mesilla de noche optaban por este modelo por su comodidad para teclear o responder a llamadas a oscuras... O sin gafas. En BT habían experimentado, sin saberlo, lo que se ha llamado «Curb-Cut Effect». El efecto de corte de acera.

El nombre de esta teoría hace referencia a los bordes rebajados en las aceras para que las personas con movilidad reducida puedan circular con más facilidad y, lo que viene a decir es que, cuando se diseña el entorno urbano, los edificios o cualquier espacio público pensando en los más vulnerables, toda la sociedad sale beneficiada. Como BT encontrando un mercado inesperado. O los miles de viajeros con maletas, padres y madres con carritos de bebé, y transportistas cargados como mulas, que agradecen esas rampas en las aceras. De igual manera, muchos edificios empezaron a adoptar manijas en vez de pomos en las puertas para personas sin manos o con dificultades como la artrosis. Y ahora son muy útiles si vamos cargados y necesitamos abrir con el codo. Igualmente, los subtítulos se pensaron especialmente para los sordos, pero van de maravilla para ver películas en versión original. Y son muchos los que se benefician de escaleras mecánicas o ascensores, no solo las personas con movilidad reducida o los ancianos.

Por eso es una gran noticia que en el Teatre Tarragona apuesten por la accesibilidad, con mejoras en los espacios escénicos, carteles más inteligibles y en braille, subtítulos en las funciones y otras medidas que harán el teatro más inclusivo... Y que seguro que nos beneficiarán a todos.

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