Literatura
Pilar Eyre: "A cierta edad dejan de insultarte diciendo 'fea' o 'gorda' y pasan a llamarte 'vieja'"
La periodista presentó su última novela en El Círcol de Reus. Bajo el título ‘Señoras Bien’, trata un hecho que llegará a todo el mundo en algún momento: la edad y el paso del tiempo

La periodista, Pilar Eyre, con un ejemplar de su novela 'Señoras Bien'.
Pilar Eyre ha sido reconocida a lo largo de su carrera como una periodista muy vinculada a la monarquía, la realeza y todo lo que pudiera relacionarse con “la gente bien”. Precisamente sobre este mundo de la burguesía trata el libro Señoras bien, su última novela. La presentó el pasado lunes en El Círcol de Reus, aunque tuvo que hacerlo por videoconferencia por motivos de salud.
'Señoras Bien' trata sobre las mujeres de la alta burguesía.
Las protagonistas de mi libro son mujeres de cierta edad a las que la sociedad quiere arrinconar. Han sido profesionales, han sido amas de casa o han ejercido distintos oficios, pero, al llegar a una determinada edad, la sociedad ya no quiere contar con ellas y rechaza toda su experiencia, sus años de trabajo y su conocimiento de las personas. Todo eso se menosprecia y se les da la espalda porque se considera que deben dejar paso a las nuevas generaciones.
Por lo tanto, aunque esté ambientado en la alta burguesía, trata temas que afectan a todo el mundo: el paso del tiempo y la edad. Eso ayuda a empatizar…
Amigas y lectores han conectado mucho con el libro: al final, todos somos humanos y sentimos similar
Es un libro que expresa una realidad que conozco bien, no tanto por mí misma como por las amigas de mi edad. Todas somos conscientes de ello. Yo también he sufrido discriminación por razones de edad muchas veces. De hecho, en las redes sociales o en otros ámbitos, cuando se me quiere insultar se me llama “vieja”. Esa es la palabra que siempre aparece: “vieja, jubílate”. Eso es lo que se nos dice a las mujeres mayores. Antes te decían fea, gorda o delgada… Pero cuando cumples cierta edad, la edad se convierte en el insulto.
Recuerdo que Sara Montiel siempre decía: “Sí, soy vieja, pero no soy gilipollas”.
Andrea es la protagonista del libro. ¿Qué hay de Andrea que sea usted?
Andrea y yo nos parecemos mucho. No solo somos de Barcelona y vivimos en el mismo barrio, sino que mi segundo nombre es Andrea. También hay muchas vivencias que realmente he compartido con ella y otras que, si no son mías, son de mis amigas. De hecho, después de publicar el libro, me llamaban continuamente diciéndome: “Pero si yo salgo”, “si yo te lo conté”, “si esa anécdota te la expliqué yo”… Eso me alegra, porque creo que he conseguido reflejar la manera de ser, de actuar y de sentir de las mujeres de nuestra edad.
Al mismo tiempo, ahora que el libro ya tiene cierto recorrido, me doy cuenta de que es un libro con muchos lectores jóvenes, porque los sentimientos no tienen edad. Al fin y al cabo, nunca es otoño en el corazón: siempre sentimos lo mismo. En las firmas de libros por Sant Jordi, en las librerías y después en las presentaciones que he hecho por toda España, lo cierto es que han venido chicas y chicos (sí, también muchos chicos) de todas las edades y se han sentido identificados con algún aspecto del libro.
¿Qué quería conseguir con este libro? Tanto para las lectoras como para usted.
Me gustaría mucho que vierais que está escrito con el corazón. Es un libro que he disfrutado mucho escribiéndolo, la verdad. Mi libro anterior era más duro. Este, en cambio, aunque tiene partes que hacen sufrir y que hacen llorar, creo que incluso cuando lloras es un llanto bonito. Y también pienso que arrancará más de una sonrisa.
Es un libro que he escrito con el corazón y que tiene momentos de todo: de risa y de llanto
De usted estamos acostumbrados a obras más biográficas. ¿Cómo se siente en el género de la ficción? ¿Recurre a él como una “vía de escape” cuando necesita expresar alguna inquietud?
Todos mis libros, en realidad, son biográficos. Aunque hable de temas o de personajes que parecen inventados, todos tienen algo de mí: los hombres, las mujeres… quizá los niños, no tanto. Como en mi entorno no hay niños, muchas veces tengo que ir a los parques para ver cómo hablan y cómo se comportan.
Por ejemplo, en el libro anterior a este aparecía un niño de tres años. Yo no sabía cómo hablaban los niños de tres años y fui al parque a observarlos. Preguntaba a las madres: “Oiga, qué bonito es su hijo, ¿qué edad tiene?”; “Cinco años”. “Ah, de acuerdo, pues nada, adiós” (ríe). Porque yo iba a buscar niños de tres años, directamente.
¿Lo hace también en otros libros?
Sí, en todos los libros hay experiencias mías. Incluso en las biografías de otras personas hay puntos de convergencia con mi propia vida. Al fin y al cabo, los seres humanos no somos tan diferentes unos de otros y todos sufrimos por lo mismo. Sufrimos por amor, sufrimos por dificultades económicas, sufrimos porque no nos quieren lo suficiente, sufrimos por los hijos, sufrimos por los padres. Hay sentimientos universales que nos afectan a todos, sea cual sea nuestra clase social o el lugar de donde venimos o hacia donde vamos.