Calles que hablan de Tarraco

Tarragona es historia viva y cuando uno pasea por la Part Alta es inevitable dejar volar la imaginación y pensar cómo debían ser las tres plazas romanas que presidían la ciudad. Cómo se inscribirían en el actual entramado de calles es una de las preguntas que todo tarraconense se ha hecho alguna vez, y lo que muchos no saben es que tan solo tienen que agachar la cabeza y la respuesta está en los pavimentos.

Las losas, los colores y su colocación nos explican de una forma didáctica esta Tarraco de hace más de dos mil años, con el Circ, el Fòrum de la Provincia y el Recinte de Culte. Un viaje en el tiempo en con el arquitecto Jordi Segura, quien en la década de los ochenta trabajó en la Direcció General d’Arquitectura de la Generalitat.

Segura explica que el trabajo se inscribe en un contexto en el que, desde la administración catalana, quiso ponerse en el centro la rehabilitación de los centros históricos para que dejaran de ser espacios marginales. Tarragona fue una de las ciudades que participó de un proyecto en el que la Generalitat trabajaba, de la mano de los Ayuntamientos, para que «a través de la mejora del espacio público pudiera expresarse la identidad y la personalidad de los sitios, a la vez que buscábamos resolver los temas funcionales y que pudiera regenerarse la vivienda». Fue en este contexto que un equipo de profesionales empezó a trabajar en lo que más tarde se convertiría en un Pla de Paviments, que cuarenta años más tarde todavía marca el urbanismo de esta parte de la ciudad.

El pavimento nos dice si uno se encuentra dentro del Circ, o del Fòrum Provincial o en el Recinte de Culte, gracias a una visión conjunta que en su momento fue muy innovadora.

La Plaça de la Font es uno de los espacios en los que puede detectarse de forma más fácil. La tonalidad entre marrón y naranja nos trae en el imaginario la arena del Circ, con sus carreras de cuadrigas. No es casualidad. La piedra que se utilizó precisamente buscaba esto y la cantera del Mèdol proporcionó los materiales que permitieron renovar completamente una plaza en la que, cuando se empezó el trabajo, tenía el asfalto como protagonista.

La terraza intermedia la ocupaba el Fòrum Provincial o Plaça de Representació, un gran espacio que ocupaba unos 300 metros de largo por 180 de ancho. El espacio que en la época romana estuvo ocupado por fuentes, jardines y ninfeos, entre otros elementos, se identifica hoy por la tonalidad gris.

El objetivo era mantener viva la identidad y la historia de la ciudad en el presente

La piedra está catalogada como noble y recuerda la piedra ‘llisòs’ original de Tarragona. Las calles de La Nau, Major y Santa Anna, además de la Plaça del Rei son algunos de los espacios en los que puede apreciarse. «La idea es que los espacios tuvieran su propio recorrido histórico, a la vez que estábamos dando una dimensión de estas tres terrazas en las que posteriormente se colocaron encima los edificios», explica Segura.

Deberes por continuar

Otro de los sitios en los que puede apreciarse este paseo por la historia es cuando uno acaba de subir las escaleras de la Catedral y llega al Pla de la Seu. En este caso, las losas muestran la alfombra central del eje que recorría la última de las terrazas y seguía lo que hoy es la calle Major, cruzando todo el antiguo foro.

Este arquitecto asegura que «en aquellos años se trabajó intensamente». Se intervino en algunas de las principales calles y plazas de la ciudad, aunque la asignatura pendiente sigue siendo el entorno del Recinte de Culte, con la calle de Les Coques que todavía sigue pendiente. Y, coincidiendo con la conmemoración del 25 aniversario de Tarraco como Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco, Segura reivindica que los pavimentos sean «uno de los elementos centrales», de forma que pueda recuperarse alguna de las actuaciones que permitirían seguir adelante con el trabajo.

Blanco y gris

La Plaça del Fòrum es parada obligatoria dentro de este circuito. En este caso hay que fijarse en la piedra color hueso que también puede verse en uno de los laterales de la calle Santa Anna y la Plaça del Rei. El material es travertino romano e indica aquellos espacios en los que antiguamente había la bóveda que servía de muro para cerrar el Fòrum Provincial.

Las piedras hablan y nos dicen los puntos en los que se encontraban unos edificios que han marcado la evolución de la ciudad. Uno de los ejemplos es la calle de los Ferrers, en la que estas losas de travertino también señalan el visorium superior del Circ.

Tarragona convive con su pasado. Esto implica que «cada vez que tienes que hacer una intervención en una calle de la Part Alta tienes que adaptarte», explica el concejal de Patrimoni, Nacho García Latorre. Cuando se hizo la reforma de la Plaça del Pallol «el pavimento de la acera era normal y la Comissió de Cultura nos obligó a pintarlo de blanco, aunque fuera provisional, porque era la bóveda que cerraba el foro», afirma el concejal socialista.

Las calles dan la identidad a las ciudades y en aquel momento se tuvo una conciencia que precisamente buscaba esto, que Tarraco permaneciera en una ciudad viva y en evolución.